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Los bancos también lloran
En estos días, desde que saltó el escándalo de Ausbanc y Manos Limpias, estamos oyendo hablar de grandes sumas de dinero, de bancos enormes, de amenazas muy gruesas y en definitiva de un choque entre dos poderes: el de las entidades financieras españolas y el de una (presunta) banda mafiosa decidida a hacerse rica explotando sus debilidades. Pero en este pulso sucio, descarnado, no espere encontrar a las auténticas víctimas. Que no le conmuevan las lágrimas de cocodrilo de algún banquero supuestamente extorsionado.
Los verdaderos perdedores no están ahí: están en las pequeñas tragedias, las catástrofes de andar por casa, los modestos preferentistas engañados por su sucursal de siempre, las familias con cláusulas suelo en su hipoteca, muchas personas maltratadas por los bancos que confiaron en Ausbanc en busca de amparo, de justicia, y acabaron estafados no una, sino dos veces. Como ir a comisaría a denunciar el robo de un bolso y salir también sin los zapatos.
Los foros de internet recogen muchos ejemplos. Ignorados durante meses sin saber por qué su demanda no avanzaba. Obligados mientras tanto a pagar religiosamente una cuota de asociado y gastos extras que, pasado el tiempo, en algunos casos podía sumar más que lo que se ahorrarían si ganaban el pleito. Algunos, incluso, comprobando atónitos cómo los abogados de la asociación decidían, de repente, dejar de representarles.
Si fueron atendidos, fue un mero efecto colateral en la venganza de Ausbanc y Manos Limpias contra una entidad que no pagó lo exigido. Quien debía proteger sus derechos como consumidores los utilizó simplemente como cebo, como carnaza para atraer el dinero de los tiburones.
Pensemos que si el sistema de extorsión ideado por Ausbanc ha funcionado durante años, décadas, sin que -casi- nadie dijera nada, ha sido porque a todos les interesaba, porque era más cómodo, menos arriesgado que someterse a una demanda con muchos claroscuros y final incierto. También los empresarios que pagaban mordidas en Marbella alegaron haber sido víctimas de un chantaje político. Pero la verdad es que, maletín en mano, todo resulta más sencillo. Mucho más fácil que hacer la mejor oferta, competir en calidad o eliminar cláusulas abusivas.
Cinco días después de la detención de Pineda y Bernard, prácticamente ninguna entidad ha querido comentar el caso. Si acaso para negarlo todo, como el presidente de Unicaja. Sí conocemos el testimonio del dueño de Credit Services, un prestamista, y de la defensa de la Infanta Cristina. Pero intenten comprenderme si me cuesta derramar una lágrima por ninguno de los dos.