Casado y Álvarez de Toledo unen sus destinos

Las palabras tranquilas de elogio personal a Cayetana Álvarez de Toledo por parte de Pablo Casado no habrán servido para relajar la inquietud de la portavoz del PP ni de la dirigencia crítica popular. No porque, como buena conocedora de la cultura futbolera, por argentina y española, sabe que puede ser el momento previo a que el presidente te despida. Lo saben todos los entrenadores de fútbol, que son los que suelen dar la cara para que te la partan, las directivas, el público, la prensa –siempre con apetito– y el propio presidente, que suele ser el más cobarde de la partida. Las cláusulas de rescisión también hacen lo suyo pero casi nunca se conocen, y menos en el caso que nos ocupa. Los críticos, por su parte, afilan insatisfechos.

Los últimos ataques de Álvarez de Toledo a la prensa han sido vistos con estupor por la propia dirigencia popular. Los más recientes y explícitos contra La Sexta, pero antes y durante, contra la Ser cuando a la directora de Hoy por Hoy, Àngels Barceló, no dudó en acusarla de llamarla perra.

Según veteranos de la legión conservadora, la portavoz popular es tan lista que ha querido involucrar a los medios más importantes del país en su eventual destitución para significar así que a ella quien la cesa no es su proceder, sus errores o su presidente sino los poderosos medios de comunicación. Un mensaje cruel pero inteligente a su presidente, su protector y a los círculos de poder de la derecha.

Esas mismas fuentes veteranas del PP ponen a Cayetana en una situación particularmente débil si es que se cumplen los sombríos pronósticos de las encuestas que alejan al PP de posibilidad alguna de ser significativo, cuando no inexistente, en Euskadi y Catalunya. Pero el verdadero drama es que el PP pudiera perder la mayoría absoluta en Galicia, perdiendo el Gobierno o teniendo que conservarlo con la ayuda de la extrema derecha si es que entrara en el Parlamento gallego. Una pérdida de glamour evidente para la eterna promesa de un PP nuevo de matriz más europeo y democrático.

Conozco a Alberto Núñez Feijóo y no creo que me equivoque si digo que la actuación, no digo la presencia, de Álvarez de Toledo, le espanta. Sé que por iguales motivos, Juanma Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, teme los mismos venenos.

Tanto Feijóo como Moreno Bonilla representan no solo el poder institucional más importante del PP, sino su mayor y mejor imagen. Quieren ser moderados, entender la pluralidad territorial, aunque el último siga apoyándose en la extrema derecha –que dice encapsulada– para gobernar. Los últimos comportamientos, de siempre en el caso de Feijóo, por parte de Álvarez de Toledo son un serio inconveniente para sus respectivos proyectos.

Pero es más, al fin y al cabo la portavoz, salvo que quepa la posibilidad futbolera expresada al inicio, no es sino la correa de transmisión de la ideología más extremista de la FAES, es decir, del poder que aún representa y ejerce José María Aznar en el PP –padre indirecto, por inseminación ideológica, de Vox–, en donde Pablo Casado no es sino un eslabón.

Si a partir de los resultados de las próximas elecciones en Galicia y Euskadi el poder de Casado se ve disminuido –y en esta hipótesis cabe también que Feijóo gane la elecciones–, las posibilidades de que Casado empiece a sentir los envites por Galicia y Andalucía no son descartables, más aún si en las inmediatas catalanas sigue la tendencia fatal. No se debe olvidar que Casado destinó a Cayetana a Catalunya para hacer frente a la extrema derecha y la decadencia popular, sin éxito.

La primera cabeza será la de Cayetana Álvarez de Toledo, a pesar de sus virtudes, que las tiene, entre otra ser una feroz política, facunda y sin miedo, pero qué duda cabe de que cuando se consiga la cabeza de Cayetana se está apuntando directamente a la de la Casado y quizá se alumbre, así, otro PP.