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El estrés térmico en los trabajos del campo

Jornaleras en Los Nietos (Cartagena) / CARLOS TRENOR

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Las dos muertes de trabajadores producidas por la ola de calor en Madrid han abierto un amplio debate sobre las condiciones de trabajo. Las organizaciones sindicales piden establecer protocolos permanentes ante las olas de calor y reclaman a las empresas que incluyan este riesgo laboral en sus planes de prevención.

Parece paradógico que tengan que ocurrir pérdidas humanas para aplicar con rigor las medidas ya existentes, en los ámbitos que corresponda.

En la península estamos soportando la primera ola de calor extremo que coincide con el inicio del verano. Es cierto que estamos acostumbrados a recibir este tipo de olas de calor extremas, pero de lo que no somos conscientes es que son uno de los riesgos naturales más peligrosos que existen para la salud de los seres vivos.

Uno de los datos más llamativos es que en el año 2003 un hecho como el que estamos viviendo estos días causó 70.000 fallecimientos y según los científicos, catorce de los quince años más calurosos de los que existen registros han tenido lugar en este siglo, por causa del cambio climático.

Se debe considerar que el riesgo es elevado cuando las temperaturas superan los 30º C a la sombra. El riesgo se acrecienta cuando se supera el 70% de humedad.

Nuestro cuerpo reacciona frente al calor principalmente aumentando el flujo sanguíneo hacia la superficie cutánea y sudando, por lo que cuando existe un estrés térmico (como es una ola de calor) es debido a que los medios de los que dispone el organismo para controlar su temperatura empiezan a fallar.

Se debe considerar que el riesgo es elevado cuando las temperaturas superan los 30º C a la sombra. El riesgo se acrecienta cuando se supera el 70% de humedad. Asimismo, cuando las temperaturas nocturnas están por encima de los 25º C.

Las olas de calor afectan principalmente a los trabajos en el campo, es decir, los trabajos agrícolas. Pero no debemos olvidar que los trabajos relacionados con la construcción u obras públicas, trabajos de playas… el riesgo es mucho mayor porque desarrollan una actividad laboral que está marcada por las horas existentes del sol. 

Este tipo de trabajos no solo afecta al esfuerzo que se realiza en sí, sino que también puede afectar a la tensión térmica de nuestro cuerpo, ya que se debe de llevar un tipo de ropa o equipo de protección especializado para ello con el fin de que disminuyan u obstaculicen el tener un mayor aumento de la temperatura corporal.

La pérdida de vidas humanas constituye una realidad que nos interpela de manera directa sobre la transformación sistémica que nuestra sociedad debe afrontar cuando de lo que se trata es de combatir el cambio climático y mitigar sus consecuencias.

Pero aquí y ahora nos enfrentamos ya a la realidad de que el cambio climático mata seres humanos en un claro ejemplo de riesgo por responsabilidad que obliga a revisar nuestro modo de vida y de forma urgente las regulaciones laborales.

La normativa aplicable a la prevención de riesgos laborales fue pensada años atrás para dar respuesta a un mundo que incorpora nuevos desafíos. Ahora toca valorar la conveniencia de incorporar expresamente el calor extremo como un riesgo específico o no, pero lo que en modo alguno puede estar en discusión es la necesidad de que las consecuencias del cambio climático deterioren aún más las condiciones laborales de algunos sectores profesionales, y particularmente las de aquellos cuyas condiciones de trabajo resultan siempre más penosas, como las realizadas en el sector agrario.

El estrés térmico por calor resulta especialmente peligroso en los trabajos al aire libre, como ocurre en el sector agrario, ya que, se trata de una situación peligrosa que fundamentalmente se da en los días más calurosos del verano

Durante el verano, las condiciones climáticas a las que se encuentran expuestos todos los que trabajan en el campo pueden ser causa de accidentes laborales, algunos de ellos mortales, como hemos podido comprobar en los últimos días coincidiendo con la fuerte ola de calor.

El estrés térmico por calor resulta especialmente peligroso en los trabajos al aire libre, como ocurre en el sector agrario (en la agricultura y ganadería), ya que, se trata de una situación peligrosa que fundamentalmente se da en los días más calurosos del verano. Cuando se produce el llamado golpe de calor, la temperatura corporal supera los 40,6º C, siendo mortal entre el 15% y 25% de los casos.

Un ambiente térmico inadecuado causa reducciones de los rendimientos físico y mental, y por lo tanto, de la productividad; provoca irritabilidad, incremento de la agresividad, de las distracciones, de los errores, incomodidad al sudar o temblar, aumento o disminución de la frecuencia cardiaca, etc., lo que repercute negativamente en la salud e incluso; en situaciones límite de estrés térmico, puede tener lugar la muerte por golpe de calor.

Es común que la presentación del análisis del microclima se haga mediante índices de evaluación, omitiendo el proceso de desarrollo y análisis, lo que hace difícil la comprensión y la posterior toma de decisiones.

Una persona sin hacer absolutamente nada y con su actividad energética al mínimo, es decir, solo para mantener su organismo vivo (metabolismo basal), genera entre 65 y 80 watios de calor, según su sexo, edad y superficie corporal, que es aproximadamente la misma generación que la de una lámpara eléctrica incandescente de 100 W. En un trabajo físico muy severo la producción de calor puede sobrepasar los 900 W, como es el caso de los deportistas de alto rendimiento que, realizando una actividad muy intensa, pueden llegar a 2000 W durante unos minutos.

Las temperaturas excesivamente bajas pueden llegar a constituir un peligro. No obstante, por lo general los ambientes de altas temperaturas son mucho más peligrosos que los fríos, pues normalmente resulta más fácil protegerse del frío que del calor.

La generación continua de calor metabólico no siempre garantiza la temperatura interna mínima necesaria para la vida y para la realización de las actividades; cuando las personas se encuentran expuestas a determinadas condiciones ambientales frías, las temperaturas excesivamente bajas pueden llegar a constituir un peligro. No obstante, por lo general los ambientes de altas temperaturas son mucho más peligrosos que los fríos, pues normalmente resulta más fácil protegerse del frío que del calor.

Dada la presencia cada vez más inminente de estos fenómenos, sería un error que estos episodios de altas temperaturas no se incorporasen a la prevención de riesgos laborales en las empresas. Se hace necesario aplicar el axioma que dice que para afrontar situaciones extremas se necesitan soluciones extremas. Por eso, los protocolos de prevención de riesgos laborales deben contemplar medidas excepcionales que mitiguen lo máximo posible las consecuencias de las olas de calor en la salud de los y las trabajadoras. Con especial atención a los que prestan sus servicios en el exterior. Como pueden ser las trabajadoras y trabajadores del campo. Este tipo de circunstancias ya están reguladas en los protocolos de prevención de riesgos laborales para el trabajo en el interior, donde tenemos lo dispuesto en el RD 486/1997 sobre lugares de trabajo.

La prevención es nuestro mejor aliado para evitar sufrir un golpe de calor en el trabajo.

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