Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
¿Ha entendido Pedro Sánchez el mensaje?
Con el aliento contenido recibimos el veredicto electoral. Entran al Congreso 24 neofascistas que quieren romper la España democrática y plural construida estos 40 años de paz, libertad y modernidad tras los 40 de dictadura militar. El PP pierde más de la mitad por imitar a Vox, que se lo comerá entero (como en Brasil) si no se desmarca. Ciudadanos, sin despegar, proclama “lealtad al mercado”. Por encima de todo destaca la victoria progresista. La izquierda al fin está unida. En la voluntad de las bases del PSOE y Unidas Podemos: militantes, simpatizantes, electores en Ferraz, clamaron “¡Con Rivera no!” y “¡Sí se puede!”.
¿Comprenderá el mandato el PSOE de Pedro Sánchez? Frente a Felipe González que defraudó en su cuarta victoria, en 1993, tras recibirla así:
¿Entenderán hoy a diferencia de cuando Zapatero y Rubalcaba, refractarios a las exigencias sociales y democráticas del 15M? Ojalá. El abismo del trifachito asustaba tanto que merecemos disfrutar el alivio.
Pero como está en juego la democracia internacional, no podemos caer en retrasos ni ingenuidades. Y, sin embargo, Pedro Sánchez la noche de la victoria frente a la exigencia de sus bases negó el cordón sanitario a Ciudadanos y este lunes su vicepresidenta Carmen Calvo declaró que prefieren gobernar solos a con Unidas Podemos. ¿Qué papel jugará la tibieza del socialismo mediático hacia un pacto de izquierdas tras años de campaña pro Rivera Ibex 35 o la Gran coalición con el PP, sin ver que azules y naranjas serían pilotados por fachas en Andalucía y España?
Sacrificar principios nos trajo al abismo
El PSOE se confundió, en sus décadas de poder y de turno opositor, desoyendo análisis progresistas autocríticos que señalaban que la falta de discurso económico e ideológico alternativo al capitalismo salvaje era caldo de cultivo de la más peligrosa involución en derechos humanos, multilateralismo y convivencia cívica global. Quienes lo manifestábamos éramos molestos. Pepitos Grillos, moscas cojoneras.
En Andalucía, el feudo de hegemonía 36 años, para demasiados cuadros socialistas el leit motiv era este: “adversario, la derecha; enemigos, los comunistas tan idealistas”. El pragmatismo sin principios nos trajo hasta aquí. Que sacrificar derechos de trabajadores para forrar a empresarios insaciables fuera malo si lo hacía el PP, pero inevitable con el PSOE, nos trajo hasta aquí. Defender la ilegal devolución de migrantes, incluso niños, y las vallas fronterizas con cuchillas, blanqueando así el racismo, nos trajo hasta aquí.
¿Ver las orejas al lobo bastará al PSOE para asumir que toca trabajar, en serio, ya, por un modelo nuevo? ¿O salvar el primer asalto volverá a enajenar a los socialistas con acta de diputado, nuevos cargos, contactos con altas esferas, pelotas adulando, cantos de sirenas? ¿Cuánto tardaríamos, por esa senda, en caer en el fascismo?
Votos prestados para fertilizar valores
Quiero creer que lo entienden. Confiar en que Pedro Sánchez y los electos saben. Pero, sobre todo, sus familias, amigos, entorno les hacen sentir la inmensa responsabilidad ahora en sus manos. Que muchos votos eran del PSOE de siempre, pero que muchos otros son prestados de quienes con dolor han abandonado a Unidas Podemos. E incluso los votantes de estos votaron sabiendo que sus papeletas servirían, como reiteró en campaña Pablo Iglesias, para investir un Gobierno con los socialistas. Y que los tres grupos confluyen para construir una alternativa económico-política al neoliberalismo radical que abona terreno al fascismo. Hay que fertilizar la tierra con valores que hagan imposible la hierba venenosa que nos cerca. Hay que explicar la II República, el golpe franquista, la larga dictadura con sus represiones y torturas. ¿Eso lo hará la escuela concertada católica o la laica pública?
El electorado progresista ve que para evitar la involución no basta quedarse quieto. Hay que construir: una sociedad mejor, un sistema más equitativo, en nuestro territorio, en las organizaciones supranacionales que integramos y en los países vecinos y hermanos.
¡Tanto que la ultraderecha reaccionaria manosea, se apropia del sentimiento religioso y qué poco les cala la fraternidad universal del Evangelio! Esta campaña de Semana Santa, Vox ha apostatado, de palabra y obra, del “buenismo”, “blandengue”, “pacifismo cobarde” de un Cristo él mismo moreno y migrante. Ante un PP y Ciudadanos traidores por votos que ni les han llegado, o que se lavaban las manos.
26M Elecciones Municipales y Europeas antifascistas
El encaje territorial en España es clave y merece su análisis. Pero lo que compartimos con el mundo este siglo XXI es revivir el desafío fascista a la democracia de principios del XX que acabó en dos guerras mundiales y la nuestra civil. Tenemos que volver a votar progreso en las Municipales y Europeas del 26 de mayo. Pero PSOE, Unidas Podemos, como las izquierdas de Portugal ejemplo de que crecer con justicia social no es utopía revolucionaria, deben coordinarse con el nuevo progresismo internacional frente al hiper-capitalismo que nos empuja a entrar, rendidos y deshumanizados, en la era de la robotización y la biotecnología, abocados al paro masivo, la precariedad neo-esclava, la destrucción medioambiental y, por todo ello, a conflictos bélicos bien lucrativos a costa de poner en peligro a nuestros hijos. Al fascismo.
No es necesario inventar de cero la convivencia planetaria. Avancemos desde el consenso post segunda Guerra Mundial: Estados de derecho donde impere la ley, con instituciones creíbles y respetadas, separación de poderes, multilateralismo, un sistema productivo justo –con empresarios que paguen más impuestos y moderen beneficios a cambio de librarse de la arbitrariedad del energúmeno dictador émulo de Hitler y Franco salido de la pandilla de Trump, Salvini, Orban, Le Pen, Abascal… (con su pulgar arriba o abajo), un mercado laboral al que accedan ciudadanos en igualdad de oportunidades sea cual sea su origen social, gracias a la educación pública de calidad, y donde la gente ¡pueda vivir del salario ganado con el esfuerzo de su trabajo y, al fin, de su cotizada jubilación! ¿Acaso es demasiado?