Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

La política hincha

Acto que se celebró el martes en Sevilla para despedir a Pipo Pichi tras 30 años en el Parlamento

Isabel Pedrote

He leído que hincha es un término acuñado en Uruguay, cuyo origen se debe a uno de los encargados de inflar los balones de un equipo de Montevideo -a los que se les solía llamar “hinchas”-. Este hombre, devoto incondicional e irracional, se hizo famoso por sus fuertes bramidos y su forma exaltada de animar a los jugadores. Vivimos tiempos de política hincha. Del cruce energúmeno de vena inflamada en lugar de argumentos. Tiempos en los que quien piensa distinto no es el adversario sino el enemigo agrio y del todo aborrecible. Lo que priman son las arengas estrepitosas para calentar a las gradas ciegas, como caballos con anteojeras a los que se les aprieta la barriga. El método es dividir de manera irreconciliable y plantear dicotomías artificiales del conmigo o contra mí. En definitiva: vivimos tiempos en los que la política para ganar espacio en lugar de convencer busca el odio rentable.

Está muy calculado. Los estrategas de comunicación de los partidos han estudiado aviesamente cómo llamar la atención y amplificar el eco de sus mensajes alentando la indignación, igual que una piedra arrojada a un estanque: del golpe brotan círculos concéntricos que se multiplican y estiran. Sobre el tema que sea, no importa, lo primordial es el ruido. El gurú de estas tácticas es Steve Bannon, el director de la campaña de Trump y figura relevante del Tea Party, pero su escuela (y estela) van más allá de los aplicados alumnos de Vox, y crecen en todos los ámbitos políticos. Ahí tenemos a Marcos de Quinto, de Ciudadanos, con su infamante tuit sobre el Open Arms [llamó a los exhaustos migrantes a la deriva “pasajeros bien comidos”], o al más reciente de su colega el siempre incendiario Girauta, quien ha escupido una caterva de insultos sobre el PSC con la agresividad de un macarra.

Que tales prácticas salvajes estén profesionalizadas, según explican los politólogos expertos, e incluso confeccionadas con frialdad científica para insertar en discursos y debates con vocación de peloteras colosales, no atenúa su condena: cuando los políticos usan ese lenguaje y hablan en esos términos de sus opositores generan violencia. Así de claro. Hacen el papel de las peores hinchadas que calientan el ambiente para que luego las muchedumbres descontroladas salgan del estadio en estampida y se muelan a palos. Parece que se hayan propuesto armar una sociedad donde todos los ciudadanos seamos incompatibles, en la que cualquier cosa esté siempre enfrentada a otra sin remedio. Como si no hubiera más dialéctica posible que la exclusivamente binaria.

Sin matices

La simpleza de las disyuntivas ayuda mucho a inocular la gresca, tarea, en la que -es pertinente la autocrítica-, los periodistas y tertulianos tampoco somos inocentes. Si eres ciclista cometes un pecado de lesa humanidad si subes a un taxi; si te gusta caminar por las aceras pero también te atraen los patinetes, eres una incoherente; si te muestras dubitativa sobre la continuidad de la tauromaquia, una cruel asesina o una animalista perroflauta, según; o si tuerces el gesto ante el anuncio de que habrá que pagar en los museos, una progre peligrosa de la peor calaña con un rencor incontrolable hacia la derecha. Sin matices.

Siempre me ha llamado la atención los columnistas que cuando quieren defender cualquier causa comienzan invariablemente por arremeter contra unos supuestos detractores imaginarios, a los que dibujan como una panda pérfidamente organizada, y en cuyo vilipendio gastan casi todo el espacio del artículo, de manera que poco o nada dicen de la causa por la que abogan. Son incapaces de emitir una opinión sin embestir contra ese contendiente ficticio que les da el contrapunto, en un claro ejemplo de la dinámica hincha de enseñar los dientes. Ni siquiera al elogiar, por ejemplo, a un difunto reciente se privan de lanzarse sobre alguien. No es más que un pretexto para una andanada al diferente. “Quienes menospreciaban a Fulanito no les llegaban ni a la suela del zapato. Si Fulanito hubiera nacido en EE UU, los progres...” Y así.

Por eso gratifica tanto asistir a un acto alejado de esta atmósfera cargada de hostilidades como el que se celebró el martes en Sevilla para despedir a Pipo Pichi, que se jubila de jefe de prensa del Parlamento de Andalucía después de 30 años. Medio centenar de personas, entre compañeros y políticos de todas las tribus y colores, reconocieron al veterano periodista su proverbial habilidad para rebajar las tensiones y quitar hierro a situaciones de por sí estresantes. Un maestro descubridor de sintonías ocultas entre rivales y competidores, el reverso del tono faltón y el enfado generalizado. Un apagafuegos de la política incendiaria.

Sobre este blog

Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Etiquetas
stats