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Podemos hostigado y Vox agazapado
Últimos días a ralentí. El otoño viene sombrío. Amenazador por la curva de COVID que de nuevo crece, por tantos empleos y sueldos que peligran, porque la indispensable escuela no se garantiza… ¡Eran pocos problemas y cantó Corinna! Antes de declarar ante el juez como imputada el 8 de septiembre, la ex amante del rey suelta a la BBC que Juan Carlos I “tendría cientos de cuentas” como la que se investiga por blanqueo de capitales y fraude fiscal.
El animal herido, que no es un elefante ni un monarca, sino un orden establecido, contraataca advirtiendo que para otoño difícil el que tendrá Podemos y engarza supuestos escándalos que la derecha política y mediática ondea con euforia de bandera: que si el móvil de Dina Bousselham, que si la denuncia del despedido abogado de Podemos –sin pruebas como el propio Calvente reconoce al juez. Agosto acaba con la Fiscalía del Tribunal de Cuentas instando a que investigue si Podemos falseó un contrato de asesoría con la consultora Neurona.
“Calumnia que algo queda” es toda una técnica. La directora de cine Pilar Miró la sufrió. La maledicencia la acompañó hasta su prematura muerte pese a haber sido absuelta del delito de malversación con que una parte del PSOE logró quitarla de directora general de TVE pese a haber sido ella, socialista, nombrada por el gobierno de Felipe González. En esta entrevista que recomiendo leer por lo reveladora que es de cómo llegamos aquí, Miró explicaba de forma cinematográfica: ˝Corleonne alza la ceja y sus chicos disparan˝. Corleonne era Alfonso Guerra. Uno de sus chicos, José María Calviño, padre de la hoy ministra de Economía Nadia. ˝Yo creo que ser de izquierdas consiste˝ -decía Miró en el 92- “en que el interés común prime sobre el personal˝.
Ese seguía siendo el reto cuando el 15M de 2011 una marea ciudadana gritó que el bipartidismo de PP y PSOE, al no velar por sus intereses, no les representaba. Y sigue siendo la razón por la que la gran élite no aguanta a Unidas Podemos: porque no quieren ceder ni un privilegio.
El poder tiene tal dinero, medios de propaganda e influencias que puede amedrentar a una pareja con niños de vacaciones tanto como para volver pitando a una casa donde la rutina desde primavera son insultos y amenazas por megafonía entre las 20.00 y las 22.00. Con ser grave el asedio a Pablo Iglesias, Irene Montero y sus tres hijos aún es peor porque busca asustar a la gente de izquierdas representada en ellos. ¿Quién está detrás? Alguien que aguarda agazapado y él sí descansando en un retiro cuya dirección, oh casualidad, no se ha filtrado: el líder de Vox, Santiago Abascal.
Vox disputa al PP ser paladín de la élite
En el nublado horizonte se camufla la ultraderecha presta a desestabilizar cuanto pueda con la moción de censura al gobierno de septiembre. Último movimiento: intentar fichar para que la presente en el Congreso a la ex portavoz parlamentaria del PP Cayetana Álvarez de Toledo. Sería un golpe reconoce el equipo de Pablo Casado. Y es que Vox, que sabe que la moción no saldrá, lo que busca es erigirse en partido preferido de los conservadores, sobre todo de sus élites.
La gran derecha, de bancos y empresas, tiene clarísimo que en el ala izquierda del arco prefiere al PSOE a Unidas Podemos, pero en su zona conservadora aún duda, tras el fracaso de ese intento gatopardiano de renovación de Albert Rivera y Ciudadanos. Hoy están con el PP pero, ¿y si Abascal se reuniera con el alto empresariado y les prometiera ser su más fiel servidor a cambio de financiación? Eso hizo Hitler en febrero del 33 con los dueños de Opel, Siemens, Bayer o Agfa. Fue terrible para millones de exterminados, para la humanidad, incluso Hitler acabó suicidado, pero para las citadas empresas, ni tan mal, ¿no?
La neo-ultraderecha española usa los símbolos: himno, bandera, rey, aunque en la intimidad comenta que este Felipe VI casado con plebeya y que abjura de vidas secretas y cuentas en Suiza no está a la altura del padre. Abascal, en la más pura tradición franquista, más que desear gobernar, sueña con reinar.
¿Pesadillesco? Como que Trump no se comprometa a aceptar una derrota en las presidenciales de noviembre y ya acerque a EEUU al autoritarismo, que Putin mande envenenar al opositor Navalni, Xi Jinping pisotee la libertad de Hong Kong y amenace a Taiwán con el nuevo misil Tianlei 500 o Luckashenko intente aplastar a los demócratas de Minsk.
El bienestar de la mayoría depende siempre, en todos lados, del compromiso de una sociedad civil activa que trabaje por él, sin arrugarse, a diario.
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