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Mitin inacabable

El consejero de Presidencia, Administración Pública e Interior, Elías Bendodo, este miércoles

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España vive dentro de una campaña electoral constante. Desde hace más de un lustro, las convocatorias han ido encadenándose sin apenas respiro, y ni siquiera la explosión de una pandemia mundial, que ha puesto al mundo del revés y en fase crítica, ha ralentizado el ritmo de piruetas y golpes de timón, incluidos comicios anticipados y mociones de censura. El estado de tensión y nervios intrínseco a las urnas se ha cronificado, y eso tiene una primera consecuencia: los políticos llevan demasiado tiempo dirigiéndose a los votantes en lugar de a los ciudadanos, condenados a asistir a un mitin inacabable y tragarse una y otra vez el espectáculo de eslóganes e ingenios, además de soportar una agresividad galopante que genera hinchadas ciegas e hiperoxigenadas. Y una segunda derivada: la atención a lo importante queda sepultada bajo el alud de las gesticulaciones como una eterna asignatura pendiente.

 Los periodistas sabemos muy bien que las campañas son periodos inhábiles para razonar sobre temas de fondo y contar con algo de perspectiva. Y mucho menos para que se tomen decisiones o aborden asuntos resbaladizos. El hilo conductor es quién va ganando y el abanico de pactos. Si tu medio te sube en una caravana de seguimiento a un candidato, es como si te encasquetaran unas anteojeras, pues, naturalmente, el guión concebido por los organizadores va conduciendo al séquito por las veredas de su conveniencia. El afán consiste en escapar del bucle y hallar una agenda distinta a la que te marcan, o que salte la liebre de una muy improbable noticia. Como Madrid es España dentro de España, en palabras de Isabel Díaz Ayuso, ahora anda todo el país con la anteojeras de su estrategia para el 4 de mayo, sumergido en sus dilemas gaseosos, como ese tan descarado de la libertad, cuyo particular concepto parece que entronca con el que siempre han concebido las capas aristocráticas: las élites pueden hacer lo que les venga en gana, mientras que la masa común ha de observar normas y leyes sin rechistar.

Suelo ser escéptica con las encuestas, que he visto estrellarse estrepitosamente con demasiada frecuencia. Sin embargo, lo primordial no son los resultados sino la intención

Andalucía también experimenta la euforia electoral delegada, sobre todo en la Junta, con mensajes que dibujan al adversario (mayormente, el presidente Pedro Sánchez) con las pinceladas propias de un malo de cómic de Marvel. La realidad es que en las filas de los populares andaluces --pese a pertenecer a una familia distinta, se supone que más moderada y centrada--, el estilo trumpista de Ayuso concita pocos reparos. Hasta el punto de que una diputada llegó a exhibir en la tribuna del Parlamento una camiseta con la imagen de la presidenta madrileña como si fuera la sábana santa. La acritud del consejero y portavoz Elías Bendodo en las redes es apabullante, lo mismo que su oratoria y maneras después de las reuniones semanales del Consejo de Gobierno. [Un inciso: su entorno debería considerar seriamente cambiarle el atril de sus comparecencias por una barra de bar. Por contextualizar. Estaría a tono con lo que dice]. E igualmente, en el clima electoral habría que insertar la bravata bufa respecto a que la comunidad maniobra para comprar vacunas por su cuenta en el salvaje mercado planetario, cuando ni conglomerados como la Unión Europea han salido bien parados.  

Pero la prueba del nueve de que la mirada apunta al objetivo electoral es la profusión de sondeos de cocina casera, el último del Centro de Estudios Andaluces de la consejería de Bendodo, en el que el PP, y en especial, el presidente Moreno Bonilla, pasean por las nubes y miran con desdén al resto de los partidos cual hormigas desahuciadas. Suelo ser escéptica con las encuestas, que he visto estrellarse estrepitosamente con demasiada frecuencia. Sin embargo, lo primordial no son los resultados --a tenor de los entendidos (yo no lo soy), en el barómetro los números chirrían, y el manejo de factores como la abstención y el desfile de candidatos distorsionan--, sino la intención. Tanto de este sondeo como del anterior, pagado por una productora que trabaja con Canal Sur. El propósito es el tanteo, el cálculo de la oportunidad de consolidar el poder, por encima de una etapa muy complicada que necesita, más que nunca, gestión y responsabilidad. La exploración de una coyuntura favorable para ganar terreno. Así jamás saldremos del mitin.

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