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Moreno, moderado a ratos

Moreno, durante la reciente entrega de galardones por el 28F

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A Juanma Moreno se le puede estar complicando su imagen de moderado. El objetivo del presidente del Gobierno andaluz de erigirse en adalid alejado de un PP echado al monte de hipérboles contra Pedro Sánchez y el Gobierno,puede verse alterado tras la llamada por los populares ‘Declaración de Córdoba’.

Hasta ahora Juanma Moreno había logrado con éxito que se le viera como el dirigente equidistante y sensato del PP. Al menos desde la óptica de Madrid. Una óptica a veces con gafas de culo de vaso, pero que responde al objetivo cumplido del dirigente andaluz. Moreno parte de su propia materia prima, la de un ser amable, risueño y educado. El séquito de Moreno modeló su perfil político a tono con su carácter. La coronita de presidente ayuda, pero además los guionistas de su equipo de asesores trabajaron concienzudamente. Y cuentan los telediarios de Canal Sur en los que no ha dejado de aparecer como el protagonista de una telenovela. Ni un solo plano malo, ni un solo gesto despeinado. Y guapo. Sacadle guapo y a Pedro Sánchez, muy, muy feo. Dicho y hecho. La mayoría absoluta de 2022 fue el Óscar a esta estrategia.

Bastó un plano largo del presidente andaluz paseando por las marismas de Doñana con la ministra Teresa Ribera para que triunfara ese perfil de político cercano, pragmático e institucional. Pronto se evaporó que había aprobado una ley que daba cobertura al hurto de agua al parque nacional; que la Unión Europea y la UNESCO le estaban señalando como un depredador del medio ambiente, que él mismo había traicionado su eslogan de la Andalucía verde. Ribera (es decir, el Gobierno de Pedro Sánchez) fue a su rescate con un talón de 350 millones de euros. Y lo recolocó en la casilla de moderado.

Aquel paseo por el parque significó algo más que un pacto por Doñana. Frente a un Alberto Núñez Feijóo agriado y faltón, sin disposición alguna a llegar a pactos de Estado con el Gobierno socialista e insistente con la ilegitimidad de Pedro Sánchez, Moreno parecía entenderse con los ministros e incluso considerar institucionalmente a Sánchez su presidente, aunque no le gustara. La tercera vía andaluza, lo titularon en San Telmo.

No basta con el perfil moderado, hay que edulcorarlo. Moreno tiene que hablar apelando a los sentimientos, incluso cuando ataque al adversario. Se llama política emocional. La derecha la practica mucho.

El equipo de guionistas sigue trabajando concienzudamente. No basta con el perfil moderado, hay que edulcorarlo. Moreno tiene que hablar apelando a los sentimientos, incluso cuando ataque al adversario. Se llama política emocional. La derecha la practica mucho. Los guionistas se les va la mano en el discurso del 28F. Una cosa es la política emocional y otra, ripios al peso. Queda el mensaje político: “Me pondré de acuerdo con quien me tenga que poner”, dijo apelando a una “Andalucía sin ideologías”.

Diez días después, en la cumbre política del PP en Córdoba, Juanma Moreno se quita el traje de moderado y se viste de antisanchista radical sin complejos. Suele ocurrir que un dirigente adopte un papel desmesurado en su discurso de partido y otro institucional en su faceta de gobernante. Moreno cumple con el perfil, aunque no quita que algunas de sus declaraciones llamen la atención. Cae en lo previsible al comparar el ‘caso Koldo’, que él llama ‘caso PSOE’, con el de los ERE. Y lo relaciona con la moción de censura a Mariano Rajoy. “Se inventaron una moción de censura -dijo- contra un gobierno legítimo, apoyado por la mayoría de españoles… porque decían que ese gobierno era corrupto. ¿Me quiere explicar ahora el señor Sánchez dónde está el gobierno corrupto de España?”.

Algunas puntualizaciones. Aquel gobierno de Mariano Rajoy fue posible por el voto de diputados socialistas. La moción de censura de 2018 se fraguó tras la primera sentencia del caso Gürtel, que condena no solo a la trama de mordidas y cargos de su partido, sino a este mismo por ser beneficiario de un “sistema de corrupción institucional”. Aquel caso se llevó políticamente por delante a Ana Mato, ministra de Sanidad. Moreno fue su mano derecha en el Ministerio desempeñando el cargo de secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad. El andaluz fue además miembro de la cúpula del PP de Aznar y Rajoy durante parte de los tiempos censurados por la Justicia, primero como presidente de Nuevas Generaciones y después como coordinador de Política Autonómica y Local.

Moreno nunca ha sido señalado ni investigado por nada de la corrupción en su partido. Por tanto, él mejor que nadie podría defender que tildar a todo un gobierno de corrupto por la supuesta corrupción de un asesor de un exministro, más que hipérbole, es tergiversar la verdad. La ‘Declaración de Córdoba’ que Moreno ha firmado dice textualmente respecto al ‘caso Koldo’: “Una trama de corrupción que afecta a la tercera autoridad del Estado”, en alusión sin mencionarla a Francina Armengol, que no está investigada. Ponerse en la piel del otro es política emocional.

Lo obvio es que PSOE e IU lleguen a la misma conclusión: “Moreno ha enterrado la vía andaluza del consenso” con la ‘Declaración de Córdoba’. No parece lógico que el presidente andaluz no lo hubiera previsto

La elección de la ciudad andaluza es significativa. Permitía que Moreno fuera el único de los barones populares en hablar, y mantener callada y sin protagonismo a Isabel Díaz Ayuso. El dirigente del PP señala a Juanma Moreno como el ministro principal de ese gobierno en la sombra con el que erosionar al ejecutivo de Pedro Sánchez. “La democracia vive uno de los momentos más graves de su historia”, reza la declaración que ha firmado Moreno. El presidente andaluz abraza así la teoría más derechosa de que Pedro Sánchez es un intruso en La Moncloa. “Sánchez es el primer presidente perdedor que gobierna”, dijo borrando su memoria. Él mismo fue un “presidente perdedor” cuando alcanzó en 2019 la jefatura del Gobierno andaluz sin haber ganado las elecciones. Las ganó el PSOE, partido que nunca discutió su legitimidad. A su toma de posesión asistieron dos expresidentes socialistas de la Junta, Manuel Chaves y Susana Díaz.

La cuestión es cómo va a tamear Moreno el encargo de Feijóo, cómo va a participar del acorralamiento a la presidenta del Congreso, cómo va negociar un sistema de financiación o ayudas para la sequía, para la sanidad que hace aguas, llamando ilegítimo al Gobierno de Sánchez al dictado de las aspiraciones del presidente de su partido. Cómo va a defender Andalucía una política sanitaria y educativa sin autonomía, según lo que acuerde Génova, que será casi siempre lo que quiera Madrid. Cómo, en definitiva, va a evitar Moreno que se deshilache su traje de moderado.

Lo obvio es que PSOE e IU lleguen a la misma conclusión: “Moreno ha enterrado la vía andaluza del consenso” con la ‘Declaración de Córdoba’. No parece lógico que el presidente andaluz no lo hubiera previsto. Hay otra razón para ser un moderado a ratos. Feijóo se ha venido arriba con lo de Galicia. No quiere que Moreno sea un verso suelto, que el vaso miope de Madrid le siga señalando como sucesor. Los mensajes de Moreno en Córdoba visten clave interna del PP. Como otras veces, como con Pablo Casado, Juanma Moreno tranquiliza a Alberto. Política emocional.

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