La Navidad: pros y contras

A unos les da coraje y a otros les gusta.

Si hay gente a la que no le gusta la cerveza, cómo iba a haber unanimidad con la Navidad.

Teniendo en cuenta la realidad de que es un debate que existe, a continuación daremos cinco rancio-argumentos a favor y cinco rancio-argumentos en contra de la Navidad. Ya que vamos a discutir, hagámoslo con fundamento:

Posición: NO a la Navidad o Qué asco de luces.

Argumentario.

Más falsos que un judas de plástico.

Es una fiesta hipócrita, hay que ser buenos todo el año y no nada más que una semana. Eso sí, yo al único que conozco que es bueno todo el año es el jamón que no se cae cuando le das la vuelta al plato. Los demás, todos tenemos algo.

Maldito parné.

Si eres de los que se gasta menos que un barco en frenos

(o un ciego en novelas)

(o tarzán en abrigos)

(o un bastón por el medio)

(o un chicle de mármol)

es normal que no te guste. Entre el décimo que compras en el trabajo, que lo compras no porque te toque, sino por no quedarte con cara de tonto si se lo llevan los demás; los regalos, el árbol, al final es más barato hacerte el loco y decir que eres chiita.

Comidas de Navidad.

Tienen más peligro que un tiroteo en un ascensor. Sólo un argumento, si la cena de empresa de Jesucristo acabó como acabó… ¿Va a salir bien la tuya miarma?

Mensajes de Whatsapp.

“Soy un marciano que ha entrado en tu móvil y el botón que estás pulsando es mi órgano sexual…”. Los clavos precisamente de Cristo son un arañazo comparado con la que le iba a dar yo al nota que se inventó eso.

Hace frío.

El frío tiene una cosa terrible: no es época de gazpacho.

Posición: Sí a la navidad.

Carpinteros.

Los petardos sirven para estructurar socialmente. Si tienes petardos de pueblo te conviertes en élite y si eres capaz de explotar “de a peseta” cogidos con las uñas sin soltarlo, pasas directamente a mito. Con lo de las bolsitas de los perros se ha perdido la divertida conjunción petardo-mierda, pero en definitiva, los petardos son muy divertidos.

Belén.

Nunca la humanidad ha llegado a un acuerdo tácito más universal que el de aceptar que un papel de plata arrugado es la mejor representación a la que podemos aspirar del cauce de un río (??). Ir con tu hijo a por musgo y contarle la mentira esa de que sólo sale apuntando al norte es también muy especial, sólo comparable con ir a por morera para unos gusanos de cera metidos en una caja de zapatos de cartón con la tapa apuñalada con un lápiz.

Abuelos.

Dinero fácil no es vender droga, dinero fácil es ir a ver a tus abuelos de chico en Navidad. Ese gesto a escondidas de tu madre que hace tu abuela como si fuera un Ninja y que te pone lo que sea en la mano y te dice al oído “toma niño, para que te convides”, eso es maravilloso. De acuerdo que cuando uno crece ya eso se pierde, pero como se come en casa de una abuela en Navidad no se come en ningún sitio.

Hace frío.

No hay gazpacho vale, pero llega el anís y el universo se reequilibra. Una estación en la que está bien visto beber coñac y palomitas de Machaquito con la excusa de entrar en calor no puede ser tan mala.

Canal Sur.

“Navidad, navidad en Canal Sur… Navidad, Navidad en Canal Suuuuur… Nuestra Navidaaaaaad”. Es verdad que la Nochebuena andaluza y las campanadas se repiten más que el atún encebollado, pero la parte buena de eso es que siempre cae un chistecito de archivo de Gandía, algún pelotazo de Chiquito y… si uno se ha portado bien, algún regalo de Reguera.