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10N, ¿oportunidad o amenaza?
A estas alturas tanto da por qué vamos a unas elecciones que al parecer nadie quería, que nos mantienen en la provisionalidad institucional y que abundan en el desapego social. Van a celebrarse, y un mínimo decoro del lado político y de prudencia del lado mediático, aconsejan desde luego no llamar a esta convocatoria electoral “fiesta de la democracia”. Pero no está mal desdramatizar y aparcar la sobreactuación: ir a las urnas, aunque sea arrastrando los pies, no es una tragedia, y sí puede serlo la traducción en escaños que arroje el cómputo de las papeletas que tengan dentro.
Por eso parece de mayor provecho afrontar la situación y abrir paso a la política. Después de todo vamos a votar para traducir en proyectos legislativos y medidas de gobierno los anhelos de una sociedad. Y eso, siempre es una oportunidad. O una amenaza.
Unidas Podemos, en términos electorales, ha sido la opción más exitosa frente al anquilosado bipartidismo y sus desmanes. Haber construido un bloque alternativo que interpela al poder establecido y que lo impugna, ha abierto paso a la posibilidad cierta de que dicho bloque se convierta en una opción real de gobierno, y eso ha sido ir demasiado lejos. La sola idea de que lo dicho en campaña en abril se pudiera leer en el BOE a partir de septiembre, removiendo los cimientos de esta monarquía parlamentaria, fiel heredera de los valores de la Segunda República… en fin, mejor no seguir por ahí. Los problemas para dormir de algunas personas son, además de comprensibles, sus problemas menos importantes.
Despropósitos aparte, lo destacable es sin duda el poder perturbador de nuestro proyecto, en el que hay una carga de profundidad que amedrenta a quienes saben perfectamente que ponerlo en práctica es posible, viable y necesario. Un cambio de paradigma se llevaría por delante las medias tintas y los juegos florales con los que se ha evitado corregir de raíz las graves desigualdades sociales que padecemos. El abordaje de los problemas puede hacerse atacando sus causas o paliando sus consecuencias. Sanar de una enfermedad curable es siempre mejor opción que engancharse a los analgésicos. Fácil elección en el ámbito sanitario, pero todo un tratado de posicionamiento político trasladado al manejo de los problemas sociales.
Para Andalucía la convocatoria de elecciones generales es especialmente delicada. Nueve meses de gobierno de las tres derechas sobran para hacernos una composición de lugar. El nuevo gobierno convierte en amplias avenidas los carriles abiertos por el anterior para la privatización de los servicios públicos o las rebajas fiscales a los ricos. El desempleo, la precariedad o la espiral alcista de los precios de la vivienda no están en la agenda. Este panorama se deja sentir a diario en las casas de familia, los centros de salud, las escuelas o los pequeños negocios. Si atendemos a nuestras descarnadas estadísticas, pocos profesionales del enfado con el mundo y activistas del reparto de culpas pueden poner sobre la mesa razones que desaconsejen intentar, una y mil veces, que las cosas cambien a mejor.
Adelante Andalucía nació como adaptación sureña de Unidas Podemos, una versión mejorada de la coalición estatal que hubo de fraguarse en mitad de las prisas impuestas por el vertiginoso calendario electoral. Es un espacio que aún necesita crecer y consolidarse, pero el camino recorrido ya nos permite identificar dos elementos positivos. Por un lado, la horizontalidad como principio rector en las relaciones de las organizaciones que trabajamos juntas en pie de igualdad. Lejos de convertir en una pugna nuestras diferentes trayectorias o arraigos territoriales, hemos volcado a un caudal común lo que tenemos, y ese esfuerzo nos ha fortalecido.
Este patrimonio compartido sitúa un punto de partida, un momento fundacional que identifica nuestra vocación mestiza, dónde nace y con qué bagaje. Pero la piedra angular que da sentido a Adelante Andalucía es el punto al que nos dirigimos. Es haber comprendido que fuerzas diferentes perseguíamos algunos objetivos comunes, y que éstos eran de mayor relevancia que los que no compartíamos. Ahí entra en juego la unidad en torno a la propuesta política, y con ella un proyecto nítido de transformación social para mejorar las condiciones de vida y de trabajo en Andalucía. Somos el andalucismo de izquierdas y su mejor tradición social y política, el impulso renovado de Podemos y su capacidad movilizadora, el hilo rojo de IU y su resiliencia…
Somos en definitiva como es nuestro pueblo y como se ha identificado a lo largo de la historia. El pueblo andaluz que se percibe a sí mismo como facilitador de la prosperidad de otros pueblos peleando por la de Andalucía. Por eso Unidas Podemos es Adelante Andalucía en nuestra tierra. El andalucismo es patrimonio popular, vínculo emocional, piel de la política real que nos identifica y distingue. El sur articulado en Adelante Andalucía aporta a Unidas Podemos la más valiosa tesela del mosaico que somos: la que explica el poder de las personas sencillas. Un ejército anónimo que hizo mástiles de banderas con palos de fregona, juncos y escobas, que tomó la calle, cambió el guion que se había escrito y puso en jaque a los poderosos. Adelante Andalucía es orgullosa portadora de la prueba irrefutable del “Sí se puede” que Unidas Podemos ha colocado a las puertas de la Moncloa.
Unidas Podemos tiene cauce, canal y futuro en Andalucía con Adelante si se mantiene fiel a la propuesta política que le da sentido y a la vocación unitaria que la inspira. La unidad es un tesoro, y a pie de calle es una certeza en tiempos tan agitados como desconcertantes. Trabajar sin descanso para situar el debate en esta clave es inaplazable. Luchar contra las desigualdades sociales es garantía de hacerlo contra las desigualdades territoriales. A la inversa no funciona.
Horizontalidad y proyecto común son inseparables. Sin respeto mutuo el consenso torna en imposición y agravio. Sin proyecto común, la decisión de compartir un espacio se convierte en un coliving político que camufla inseguridad y tacticismo.
Sobre la mesa hay un programa de gobierno de UP que se mantendrá fiel a los compromisos electorales porque se debe al interés general y un espacio político que se parece a España en su pluralidad y en su orden de prioridades. Las elecciones nos brindan la oportunidad de fortalecer nuestra presencia institucional para ponerla al servicio de la mayoría social y sus necesidades. También ofrecen una oportunidad a quienes buscan nuestra fragmentación y debilitamiento, alejando la amenaza de vernos pasar a la acción de gobierno. Y no hay más variables. Según cada cual perciba un gobierno de Unidas Podemos como oportunidad o como amenaza, el voto servirá a la gente común o a los poderes establecidos. Dar los pasos para curarnos o darlos para que la enfermedad siga ahí, pero nos duela un poco menos. Esa es la cuestión.