El paseíllo

Ahí va la gente corriente, tiesa y peripuesta, cogiendo el calendario de ferias por derecho, hasta las mismas trancas de alegría de vivir. Confieso que he bebido, dijo Neruda harto de pisco. Tanta efusividad, tanta arena en los bolsillos pone de manifiesto que la vida son tres días y otro de resaca. Es decir, en Andalucía gozamos de bola extra, aunque jamás ganemos la partida. Ya se sabe que lo importante no es llegar; lo importante es el camino. No confundir con el polvo del camino.

¿Qué va a beber, señor Bárcenas? La Guita, of course. Qué arte más grande, señorito. Apúntamelo en los gastos de representación, hijo. Y no olvides que el amor prescribe. La historia la escriben los listos, como el sindicalisto de la tarjeta visa, el concejal cateto de incultura, la señora de la limpieza de dinero moreno y los predicadores de la loca tele local. Bajas voluntarias pa cambiar de nombre a la empresa, politiquillos maestros sin tiza, yogures caducaos en estómagos agradecidos, cuatro palos adornan los naipes, como las sevillanas de la vergüenza ajena.

Cuarto y mitad de demagogia para ir tirando. Gánese un sobresueldo nescafé, despáchese a gusto sin ton ni son. Cambie el polvo por brillo. Juegue con dos barajas. Pruebe con estas expresiones: “Produce sonrojo esta Andalucía de trinconcetes y cortadillos”. “Da coraje asistir a topicazos comunes con cristalitos incrustados”. “Asusta asistir al mismo espectáculo de lacayos con ínfulas, la voz de su amo en su máxima expresión, la presunta democratización de la estética de lo borde. Corporación dermohistérica del yo aparento, tú aparentas, él nos roba la cartera”.

Un asunto de cuernos. Aquí todo tiene su origen en el típico asunto de cuernos. Una bolsa de basura, un caché desmesurado, una pareja haciendo ruido, vamos a por la penúltima, quédate un rato y ya la hemos liao. La autoridad incompetente reúne a sus fieles terratenientes, sordos y anal-fabetos que hablan con faltas de orto-grafía. Millones de folios lee la jueza en su mecedora de idea mientras la centeno está al corriente y se cabrea al compás de las olas.

Bienvenido al caótico y vanidoso paseíllo de impresentables andaluces. Andaluces, levantaos más temprano, cantó el Gallo de Morón. Ya cantó. La generación Carcaño amenaza con trastocar los planes de los fulleros profesionales. Ya verán cuando apenas quede alfalfa y estos niñatos de gimnasio y libros en blanco no dejen títeres con cabeza, literalmente. No mediarán preguntas, ni escraches, ni siquiera reclamaciones en la oficina del consumidor de mentiras. De momento, estos carcaños juegan con el destino incierto. Más pronto que tarde echarán espuma por la boca, tomarán el testigo de los licenciados con aspiraciones y trincarán por el pescuezo a los defensores de la baja moral criminal. La violencia es un bumerán. Rocanrol de las vueltas que da la muerte. Bailemos. Siempre puede ser peor, Murphy.

El club de admiradores de los ladrones sofisticados hace mutis por el foro. La agencia del dolor receta trucos falsos. Toreros, tonadilleras, fontaneros, vendedores de seguros, limpiabotas, becarios del qué dirán. Entre todos endiñarán mañana un telefonazo a quien corresponda, algo que se estila mucho en el reino del paripé, y todo volverá a ser como nunca.