El toro rapta de nuevo, Europa

Europa, hecha de hermanas y hermanos, conciudadanos, el toro reaccionario vuelve a la carga para raptarnos esta vez encarnado en el Gobierno de ultraderecha español.

Su ley del aborto -anunciada en Navidad, como las explicaciones del presidente Rajoy sobre Bárcenas se dieron el 1 de agosto, con “vacacionalidad y alevosía”- pasa de una norma de plazos a otra de supuestos que excluye el de malformación fetal y nos arrastra treinta años al pasado.

La culpa es del gobierno pepero y de quienes les votaron pues esta medida es una de las pocas con las que cumple su programa electoral. Pero hay una responsabilidad de Europa, del continente al que pertenecemos y entidad supranacional que hemos decidido co-crear cediendo parte de nuestra soberanía nacional. Y a ella apelo.

Las españolas somos ciudadanas de la UE como la que más. Pagamos nuestros impuestos, asumimos las decisiones de las instituciones, incluso las referidas al pago prioritario de deudas que nos asfixian. ¿Alguien del otro lado de la frontera pirenaica asume, en contrapartida, nuestra protección? ¿O la UE sigue siendo solo CECA, bolsa común de acero y carbón?

Me resisto a creerlo. Quiero pensar que este retroceso en los derechos de las españolas sobre sus vidas y cuerpos se considerará intolerable en el ámbito europeo en el que nosotras nos integramos, no por el empeño visionario de líderes, sino porque quisimos, aceptamos, votamos, consentimos como adultas, libres, inteligentes, responsables, dueñas de nuestras conciencias y destinos. A la par y ni un paso por detrás de nuestros compañeros, camaradas, amigos, amantes masculinos.

Igual que hace décadas que no dejamos que Zeus nos rapte y viole, sino nos entregamos y copulamos con quienes deseamos, con el legítimo afán de disfrutar (en reciprocidad), y sólo puntualmente engendramos y llevamos a término nuestros embarazos, no en todos los casos. En los que consideramos que queremos, podemos, debemos hacerlo. Si tenemos compañero, contando con su criterio. Si no, bajo el propio, nuestro. Sin tutelas. Ni frivolidad. Pues es una decisión trascendental.

La ministra francesa de Derechos de las Mujeres ya ha criticado públicamente la ley Gallardón y París ha sido escenario el viernes 27 de la protesta de un centenar de manifestantes ante la embajada de España. Se agradece. Pero las españolas aguardamos más respaldos, tenemos que tejer más alianzas y para eso el primer paso es manifestar cuánto necesitamos el apoyo.

No bastará con que los tahures que se la pasan jugando a Las siete y media con nosotros hagan mínimos retoques en la tramitación parlamentaria. Me refiero a trucos como el de la subida de precio de la electricidad, que iba a ser del 11% y como ahora es del 2,5% se supone que nos debe alegrar. En lo que al aborto se refiere no nos satisfará sólo que admitan el tercer supuesto que permite abortar en caso de enfermedad del feto. Tenemos que reconquistar la ley de plazos y la dignidad.

Porque nuestro destino no puede ser la terrorífica encrucijada de:

- O volver a manos de quienes perpetran peligrosos abortos clandestinos (la OMS estima que 5 millones de mujeres sufren incapacidades como resultado de complicaciones de un aborto inseguro).

- O tirar de chequera y pagarnos viajes de turismo abortivo a clínicas de la Europa de primera o bien sobornar a los dos médicos que determinarán el daño psíquico que nos acarrearía la profunda malformación de nuestros hijos. “Doctor, sentenciar que me volveré loca ¿por cuanto me saldrá?”.

¿Cabe duda, además, de que muchas se verán abocadas a la primera opción sin elección? ¿Cabe cinismo mayor que el Gobierno que condena a las pobres a este horizonte sea el que recorta la Sanidad Pública y las ayudas a la Dependencia? ¿Prefieren este Ejecutivo un mañana en el que los sí nacidos -adultos y niños- salten por las ventanas acorralados por las circunstancias que él mismo ha creado a una triste pero madura, voluntaria, controlada interrupción de un embarazo?

En las fiestas en que, creyentes y ateos, descansamos en memoria del nacimiento de un niño -literario o de carne y hueso- cuyo rol vital fue dar ejemplo de amor fraterno, ¡qué poca filantropía y cuanta misoginia destila nuestro, tan cacareadamente católico, Gobierno!

Frente a ellos, mujeres y hombres, sin hijos o padres, de todo credo e ideología -incluso militantes y cargos del Partido Popular, como en parte asumen Alberto Núñez Feijóo o Cristina Cifuentes- estamos convocados a unirnos para abortar la aprobación de la 'Ley Gallardón de sumisión de la mujer con la excusa de defender al no nacido'.

Extendamos todos, en las medidas de nuestras posibilidades, la red de activismo ya lanzada por colectivos como Nosotras decidimos, desde partidos y sindicatos -integrados en unidades supranacionales- a los ciudadanos que hemos trabado relaciones y amistades gracias a programas de intercambio, como el Erasmus.

Y esperemos que nuestros representantes, europarlamentarios, reciban el mensaje y reaccionen. Pues en mayo tenemos ellos y nosotras, las españolas, una cita. Electoral. El gran reto es la participación. Por eso se detecta más actividad en este final de legislatura y han lanzado una campaña instando a votar (titulada justamente “Acción. Reacción. Decisión”). La mejor manera de motivarnos, ya les advierto, es demostrarnos que sirven para algo: ¡háganlo! ¡Paren este nuevo rapto! ¡Nosotras somos Europa!