“La mayor parte de las empresas del IBEX 35 no apuestan por los Derechos Humanos”
La internacionalización de las empresas, la deslocalización de fábricas o la libre circulación de capitales son algunas de las caras evidentes de la globalización, que muestra su dentellada más feroz en tragedias como la del complejo textil de Bangladesh. Esa fue quizás la representación más obvia de un escenario de leyes débiles y empresas ambiciosas donde son frecuentes las violaciones de los derechos humanos. Desde Junio de 2011, existen unos Principios Rectores sobre Empresas y Derechos Humanos establecidos por por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que han contribuido a clarificar la responsabilidad de las empresas y los estados. Estos principios establecen un programa de acción que obliga a revisar los marcos normativos existentes en cada país. En España hay abierto un proceso de consulta que conducirá a la elaboración del Plan Nacional sobre Empresas y Derechos Humanos en los próximos meses. María del Carmen Márquez Carrasco es catedrática de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales. Recientemente estuvo implicada en la organización de un congreso para analizar la llegada de este plan.
¿Cuál ha sido históricamente la actitud de las empresas españolas en este ámbito?
En España hay una práctica retórica sobre el papel pero una practica efectiva escasa. A pesar de existir una legislación sobre la responsabilidad social de las empresas, no ha existido una cultura responsable. Las empresas españolas importantes, las del IBEX 35, tienen medios y recursos pero no voluntad en la responsabilidad social, no cumplen, no apuestan por este tema o no lo han desarrollado como deberían. La práctica de las empresas españolas a través de sus representantes más eminentes como son la Confederación de Organizaciones Empresariales de España (CEOE) y las regionales, incluida la de Andalucía, es tremendamente decepcionante.
¿Eso es 'marcaespaña'?
Bueno, España es el país que tiene más empresas en la lista del pacto mundial. El pacto mundial de Naciones Unidas es el que inicia de alguna forma este proceso como una especie de foro donde las empresas son invitadas. Hay empresas con muy buenas prácticas que están en esa lista y hay muchísimas que están en esa lista y no cumplen. No es muy representativo estar en ese pacto si se quiere medir el cumplimiento. Queda mucho por hacer.
La responsabilidad social corporativa y la creación de fundaciones se ha visto a veces como una declaración de intenciones más ligada a cuestiones fiscales que a la conciencia social. ¿Cree que eso es así?
La responsabilidad significa insertar en las empresas compromisos de rendición de cuentas. Si esos compromisos no están bien establecidos no sirve para nada. No hay información ni mecanismos en las empresas que los desarrollen. Los actores pueden utilizar el instrumento de una forma u otra. Muchos la usan como una herramienta de marketing, cosmética o publicidad de la empresas. Esa práctica se da y se da mucho en España. Si se rasca sobre esa superficie, no hay prácticamente nada.¿Como puede la ONU, que se antoja en ocasiones como una institución muy lejana, actuar sobre la empresa española?
En los principios rectores de ese marco se ha creado un grupo de trabajo encargado a de difundir esos principios y ayudar a implementarlos. Reciben información de todos los actores y de los estados del mundo donde se están desarrollando planes. En este congreso ha estado invitado uno de los miembros de ese comité, Michael Ado. Desde aquí le transmitimos las dificultades que estamos encontrando en España para implementar el proceso y me ha animado a escribir al grupo de trabajo porque el grupo puede hacer cosas a través de los actores internacionales. Esperamos así que la Organización Internacional de Empleadores contacte con la organizaciones españolas para mover el proceso. ¿La crisis es una amenaza para la defensa de estos derechos? ¿Las conquistas sociales se ven amenazadas en tiempos de carencias?
Las dificultades actuales crean amenazas serias para los derechos humanos. Hay presión y miedo mas allá del cumplimiento de la letra, de la norma. Conozco casos de entidades bancarias que han tenido una suerte llamativa en este país y sus empleados ahora no se atreven a hablar aunque padezcan cambios arbitrarios de designación de puestos de trabajo, de localidad o de oficina sin razón ni sentido. Hay miedo a perder el escaso trabajo que ya existe. En este contexto se demanda más que nunca la promoción y protección efectiva de los derechos humanos. No es una cuestión de dinero. Los derechos económicos, sociales y culturales a los que está siempre condicionada la disposición de recursos se pueden hacer efectivos de una manera mucho más sencilla vinculándolos al respeto de la dignidad humana y a procesos democráticos participativos. Cuando se deja participar a la gente en condiciones de igualdad y respeto, todo el mundo pone de su parte. En la empresa española falta mucha capacitación y formación en esta materia.Se entiende así que ese proceso debe venir demandado por una sociedad civil participativa. ¿Se han dedicado las instituciones a pastorear a la ciudadanía evitando esa participación?
Efectivamente. En este país necesita un proceso de profundización democrática enorme. Tras la transición, mi maestro, el profesor Carrillo Salcedo, decía “ya tenemos democracia, ahora necesitamos demócratas”. Esa afirmación sigue siendo valida hoy día.¿Cómo se puede incidir desde Andalucía?
Por ejemplo, aplicando esos principios rectores en la empresa pública, que este participada en gran porcentaje por el Estado. Si en un supuesto la Junta fuera a regular concesiones mineras, esas concesiones deben hacerse alineadas con el respeto de los derechos humanos y para regular que en caso de que se produzcan daños a los derechos humanos las víctimas accedan a mecanismos de reparación. ¿Hay algún reconocimiento o incentivos en el plan nacional de empresas y derechos humanos?
Hay una proposición no de ley que hace referencia a que el Gobierno ponga en marcha ese tipo de incentivo y sin duda es necesario. Por ejemplo, en la internacionalización de las empresas, si las empresas van a recibir algún tipo de ayuda pública tienen que demostrar ese marchamo. Y que eso no sea sólo una cláusula, si no una cláusula que se supervise. Sólo las empresas que cumplan tendrán derecho a subvenciones, a participar en la contratación pública, etc...Han organizado un congreso sobre empresas y derechos humanos. ¿Qué actitud perciben en ese entorno?
Ha sido muy difícil tener a empresas españolas y sobre todo a las locales representadas en ese congreso. He de decir que desde la CEA accedieron a estar aunque sin mucha implicación. También hubo empresas como Persan, que través de su Fundacion demostró muy buena práctica en este ámbito. Eso les haría estar entre los primeros en la lista y sin embargo ni siquiera han firmado su adhesión a este tipo de instrumentos. Hay otras empresas como Airbus Military que invitamos y reconocían que como empresa no les convenía estar en un foro de esta naturaleza. Hay empresas como la Caixa a las que hemos invitado y han declinado la invitación por considerar que este tipo de foros no está alineado con su Responsabilidad Social Corporativa. Hicimos gestiones desde marzo con Abengoa y no han demostrado ningun interés serio en estar presentes. Es una empresa con 24.000 empleados con una actividad enorme.
Con la globalización, la deslocalización lleva a buscar mano de obra barata en países donde el cumplimiento de los derechos laborales no se vigila. ¿No es una actitud perversa?
Es un razonamiento que causa esa sensación. Pero hay que ponerlo en su contexto y en el de los datos empíricos. Esa deslocalización está ayudando a impulsar el desarrollo de zonas locales en otros países; igual que aquí han venido empresas de fuera. Eso ha estado ayudando a salir de la pobreza a muchos habitantes de este mundo. Por otro lado es cierto que hay grandes disparidades en el desarrollo entre los muy ricos y la pobreza media. La deslocalización forma parte de esa estrategia de la globalización de las empresas. A mi me preocupa más la deslocalización de los capitales más que de las personas. El sector bancario y financiero de las inversiones es el que necesita más regulación. En Noruega o Estados Unidos ya existen. Hay una ley norteamericana que prohíbe a las empresas que coticen en bolsa invertir en obtención de minerales en situaciones de conflicto de África central. ¿Cuándo se producen barbaridades de ese calibre, las empresas pagan por lo que han hecho? ¿Se persigue?
Creo que generalmente sí. Nike sigue teniendo mala prensa en este sentido, en relación al trabajo infantil. Sin embargo se debe a unos hechos que ocurrieron hace 15 años. Toda la estrategia de gestión de Nike cambió radicalmente desde entonces, se le exigió con celo que velara por sus buenas prácticas. Creo que la tragedia de Rana Plaza llevará también a un cambio social. Ha obligado a estas empresas a establecer mecanismos de compensación. Primark esta ya pagando indemnizaciones. Es cierto que en muchos lugares las instituciones y sus ordenamientos son débiles.