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Desmemoria
Pertenezco a una generación que creyó a pies juntillas que habíamos hecho una Transición impecable. Que éramos un ejemplo para el mundo. Qué teníamos un texto constitucional que nos había permitido cerrar las heridas.
Lo creí. Así me lo enseñaron y así lo enseñé yo durante años en la Facultad de Derecho. Un relato torcido, parcial, que imponía la versión de los vencedores sobre los vencidos. La de los verdugos sobre las víctimas.
No sé bien como desperté del letargo, aunque sé que me ayudó el profesor Bartolomé Clavero, Pipo, Catedrático de Historia del Derecho, con uno de sus libros, España, 1978, La Amnesia Constituyente.
Y comprendí lo quebradizo que puede llegar a ser un sistema que se asienta no sobre la propia historia, para aprender de ella, sino sobre la versión interesada de una de las partes del conflicto, la vencedora, la que ganó la guerra y siguió ganando 40 años después para volver a hacerlo durante la Transición. Una versión que se impuso porque, Ley de Amnistía mediante, consiguió borrar de un plumazo los crímenes cometidos durante años, perdonándolos, justificándolos.
Como de una pesadilla, tardamos muchos años en despertar una conciencia colectiva que hoy sabe que no podemos dejar a miles de personas asesinadas en cunetas de todo el país
Una versión que habla de guerra civil en vez de golpe de estado militar contra un gobierno legítimo, que dice franquismo cuando debería decir dictadura. Que nos enseñó que Franco no quiso entrar en la II Guerra Mundial, así de bueno era. Y que construyó pantanos. Como si eso justificara 40 años de ausencia de derechos y libertades.
Y como de una pesadilla, tardamos muchos años en despertar una conciencia colectiva que hoy sabe que no podemos dejar a miles de personas asesinadas en cunetas de todo el país. Y que nuestras calles y plazas no pueden seguir honrando al dictador y sus cómplices. Porque un sistema democrático no puede permitírselo.
Por eso, ha llegado la hora de ser contundentes porque la Memoria Histórica no es cosa del pasado. Es una cuestión del presente. Porque la historia que escribieron los vencedores de la guerra y que inculcaron a fuego a generaciones siguientes sigue viva en muchas familias que todavía no hablan de sus víctimas desaparecidas.
Es un tema presente porque todavía hay gente viva que espera poder tener un lugar para honrar, para recordar a sus muertos
Está presente porque hay miles de niños robados, niños incautados a sus madres, por rojas, para darlos a familias ricas del régimen, con la connivencia de la Iglesia española, más franquista que Franco. Es un tema presente porque todavía hay gente viva que espera poder tener un lugar para honrar, para recordar a sus muertos. Porque para muchas familias, no tener un lugar para hacerlo supone un tremendo dolor. Y porque se lo debemos. No por el pasado, por el presente.
Porque una democracia no se asienta sobre un relato de vencedores sobre vencidos. Porque una democracia tiene que reconocer, no solo lo que pasó en la guerra, donde efectivamente hubo dos bandos enfrentados, aunque uno defendía la legalidad constitucional republicana y el otro protagonizó un golpe de Estado; si no lo que pasó después, durante 40 años, donde se castigó sistemáticamente al que pensaba diferente. A gays y lesbianas, transexuales.
Donde se sometió a las mujeres a un régimen de desigualdad inaudito, a las órdenes de sus maridos. Donde se persiguió a intelectuales. Donde se persiguió a los vencidos y se castigó duramente a sus familias. Durante años y años. Donde se encarceló a las que luchaban por un sistema de libertades. Así que no dejemos que nos digan que la Memoria es cosa del pasado. Es cosa del presente y ojalá este 14 de junio sea el año en el que pongamos fin a la desmemoria.