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En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.

No nos moverán

Imagen de la protesta para impedir la entrada al expresidente del Gobierno Felipe González, en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid.

Alberto Revuelta

Abogado —

Febrero de 1956 en la Universidad Central, hoy desaparecida, Facultad de Derecho, día ocho o nueve. Frío helador en la calle de San Bernardo, metro de Noviciado. Empieza la tercera clase de la mañana. Don Carlos Ruiz del Castillo explica desde su cátedra la constitución alemana. Gritos, ruidos, golpes, rotura de cristales por los pasillos. Las altas puertas se abren de golpe y una masa berreante de estudiantes y ganapanes con camisas azules, tocados algunos con boinas rojas, golpean a los asombrados alumnos de primero de derecho con calcetines llenos de arena, cortas porras de goma, obligándonos a abandonar el aula de la primera planta y por los enormes claustros correr perseguidos por la canalla falangista que no cesaba de cantar, gritar y pegar, sobre todo pegar.

Nicolás Sartorius, Pablo Sela, Alvarez del Manzano, Eduardo Piña, Pueyes, Víctor Manuel Pérez Diaz, Ramallo, Gregorio Marañon, Peces Barba, muchos otros, un servidor entre ellos, militantes de agrupaciones monárquicas, del PC, de movimientos especializados católicos, de congregaciones marianas, y cientos de jóvenes del común corrimos escaleras abajo insultados, golpeados, empujados, escupidos por la jauría humana de afectos al Movimiento Nacional.

Cuando amedrentados y achuchados por porras y palos salimos a la calle de San Bernardo, la caballería de los grises, la Policia Armada, con los largos vergajos desenfundados y en la mano se nos echaron encima repartiendo latigazos a diestro y siniestro. La mayoría demostramos una preparación atlética que nos hizo llegar al metro antes que los caballos. Otros recibieron vergajazos sin cuento.

He revivido ayer tarde esas escenas al ver en la televisión las imágenes en la Universidad Autónoma de Madrid de otros salvajes encapuchados con la cara enmascarada gritando, golpeando, avasallando para que dos españoles no pudieran hablar. He oído a líderes políticos justificar, disculpar y aceptar tales tropelías. A líderes de partidos de la izquierda revolucionaria en concreto.

Muchos de los que fuimos golpeados, vejados, escupidos, perseguidos por la caballería policial, resistimos largos años, construimos libertad, creamos estructuras de formación militante y política, defendimos el derecho a hablar, a asociarse, a hacer lo que no se hacía ni se podía hacer. Muchos pasamos por los calabozos de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, por las carceles como presos políticos, largos años unos, meses otros, días muchísimos. Pero hemos mantenido el honor de ser ciudadanos libres, para construir un país libre. No nos hemos vendido, ni pudieron vencernos los salvajes de azul ni los caballos de gris. Estamos aquí, de pie, vivos, haciendo política, mirando al futuro, luchando por lo que creíamos justo, valioso, honorable, decente, humano.

Los miserables que ayer se vistieron de fascistas de boina roja y camisa azul, de capotes grises que llegaban hasta los pies; son los mismos, están ahí agazapados esperando la oportunidad de avasallar, de no dejarnos hablar, ni pensar, ni crear. Son los mismos. No se han ido. ¡Pobre España!,  han vuelto a invadir la Universidad.

No nos moverán. Aquellos no nos movieron. Estos no nos moverán. Recuerdo a Salvador  Vidal, militante anarquista, un poco antes de entregar su alma a Dios: “Mire usted, en los treinta centímetros de mi circunferencia no manda ni Dios”. En la mía tampoco. Esta jauría menos.

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