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La pandemia puede ayudar a actualizar la universidad pública

Alumnos en clase en la facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, durante el inicio de las clases de forma escalonada.

Miguel Toro

Catedrático de Universidad en el Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de Sevilla. —
31 de enero de 2021 21:57 h

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En estos días estamos asistiendo a intensos debates sobre los exámenes online, sobre la necesidad de hacerlos en estos momentos de la pandemia o no, sobre la calidad de estos exámenes, etc.

El ministro de Universidades, Manuel Castells, ha pedido en varios comunicados a las universidades de todo el país que celebren los exámenes de forma online y no presencial, si no hay garantías de que se pueda proteger la salud de los estudiantes y demás personal universitario.  Según el ministro “estamos profundamente preocupados por el posible peligro a la salud de estudiantes y docentes. Y, por consiguiente, instamos a las autoridades académicas a que den prioridad a la salud de toda la comunidad, procediendo a enseñanza y exámenes online, siempre que no haya garantías sanitarias según el juicio de las autoridades sanitarias”

Sorprendentemente los rectores han reaccionado de manera virulenta contra el ministro. Según la CRUE “la presencialidad es el sello de identidad de la gran mayoría de nuestro sistema universitario, no una cuestión anecdótica o un capricho de los rectores y rectoras, como se está trasladando implícitamente en algunos desafortunados mensajes. En los planes acordados con el Ministerio se articularon unos procedimientos y protocolos que se han cumplido con el máximo rigor y que contemplaban exactamente lo que se está haciendo ahora mismo: priorizar la presencialidad siempre que sea posible y las autoridades sanitarias no indiquen lo contrario”.

Los rectores defienden los exámenes presenciales porque, aseguran, se han producido intentos de “fraude” y el ministro responde que “el 2 de septiembre el Gobierno transfirió a las comunidades 400 millones del fondo Covid-19 para que las universidades públicas pudieran adaptarse a la enseñanza digital. Es decir, las universidades están preparadas para la enseñanza online y, si no lo hacen, deben explicar por qué, empezando por los estudiantes”.

La cruda realidad es que la universidad española está muy atrasada en la incorporación de las tecnologías digitales disponibles para la enseñanza. Está anticuada en el uso de las herramientas informáticas para la enseñanza

Curiosamente esta discusión está siendo aprovechada por los partidos de la oposición al Gobierno, particularmente el PP, para atacar al gobierno y al ministro Castells.

Y en esta discusión nos preguntamos: ¿si con este problema ha reaccionado así la CRUE qué hubiera pasado si el ministro propone la tan necesaria reforma de la gobernanza universitaria intentando seguir patrones internacionales? La respuesta a esta pregunta la dejamos para abordarla en profundidad otro día.

La cruda realidad es que la universidad española está muy atrasada en la incorporación de las tecnologías digitales disponibles para la enseñanza. Está anticuada en el uso de las herramientas informáticas para la enseñanza y especialmente en la incorporación de las herramientas digitales disponibles para los exámenes. Y está anticuada porque el profesorado universitario se resiste a lo nuevo. Y se resiste porque adecuarse a los nuevo cuesta trabajo, hay que dedicarle tiempo y esfuerzo y el profesorado se encuentra inseguro con unas herramientas informáticas que no domina, y no las domina porque no le ha dedicado tiempo. La discusión son la necesidad de los exámenes online en estos momentos de pandemia es la punta del iceberg de una discusión más amplia que se tiene que abordar en la universidad: ¿Cómo usar las herramientas informáticas disponibles y las que vayamos creando los informáticos, para aumentar la calidad de la enseñanza universitaria? ¿Cómo usar esas herramientas para una atención más personalizada al alumno?

Las herramientas informáticas actuales ofrecen mucho pero pueden mejorarse mucho más. Creo que la forma de abordar el problema es pedir al Gobierno más inversión en digitalización y asegurar que todos los estudiantes tienen los equipos adecuados para conectarse a la red con una velocidad adecuada. Hay que pedir a los equipos rectorales que inviertan en herramientas informáticas y en mejora de las que existen. No creo que la forma de abordar estos temas sea decir simplemente que “lo esencial de la universidad es la presencialidad”. Claramente la sociabilidad que genera el mundo universitario es muy importante. Hay que mantenerla y ampliarla. Pero esto se consigue planificándola explícitamente. Diseñando en el currículum actividades específicas para conseguirla.

Claramente la discusión que hay que abordar es más bien qué cambios hay que hacer en la organización docente para incorporar las nuevas tecnologías. Hay algunas actividades que pueden ser adecuadas para grupos grandes (doscientos, trescientos alumnos o más) como puede ser la impartición de contenido teórico común a muchos alumnos. Esto puede hacerse online con una calidad semejante o superior a la forma presencial. Evidentemente hay que preparar el material de otra manera para adecuarlo a esta forma. Con las tecnologías disponibles esto es posible, es posible que intervengan los alumnos, grabar las clases para su posterior visionado. Y sobre todo podríamos dedicar los mejores profesores a esta actividad y no repetir el mismo contenido teórico una y otra vez en sucesivos grupos pequeños. Esto ahorraría profesorado. Este es una causa del rechazo de buena parte del profesorado universitario, la posibilidad de que haga falta menos profesorado.

Pero frente a lo anterior hace falta más profesorado dedicado a atender el seguimiento del trabajo del alumno individualmente o en grupos pequeños. Esta actividad es completamente distinta a la anterior pero también se adecua perfectamente a las posibilidades de las actuales herramientas informáticas.

Las anteriores sugerencias implican un rediseño de los grupos, de los objetivos de estos grupos y de los horarios.

En los exámenes online es, quizás, donde las herramientas informáticas necesitan mejora. Ya con las posibilidades actuales hay muchas formas de hacer exámenes online y desde luego está claro, al menos para mí, lo que hay que mejorar en esas herramientas. Esas mejoras que pueden hacerse simplemente requieren inversión. Lo que está claro es que los exámenes online señalan una necesidad ya detectada y es que se disminuya el aprendizaje memorístico. Esto implica que el profesor enfoque los exámenes partiendo de la base de que el alumno tendrá disponible todo el material incluido el que pueda buscar en internet. Eso parece lo sensato en el mundo en el que vivimos.

Todo lo anterior no implica hacerlo todo online; implica planificar adecuadamente las enseñanzas a los tiempos en los que estamos y a los que se avecinan. Claramente un aspecto que no se puede perder es la sociabilidad que se puede conseguir con una parte presencial adecuadamente planificada y actividades específicas dirigidas a este fin.

Para que todo esto pueda llevarse a cabo es necesario el liderazgo de los equipos rectorales y una apuesta clara por el objetivo de digitalizar la universidad y un aumento de la inversión del Gobierno en digitalización. Claramente esto no está siendo así. Por mucho que digan los rectores que la voluntad de la universidad publica es la presencialidad la realidad es que cada profesor, usando su “libertad de cátedra”, tema que trataremos otro día, está haciendo lo que considera conveniente sin haber coordinación ninguna o muy poca. Se ha llegado a casos de clases presenciales a unas horas y consecutivamente clases online con los inconvenientes que eso tiene para los estudiantes.

Por mucho que digan los rectores que se están guardando las distancias de seguridad lo cierto es que se documentan denuncias en sentido contrario. Estas denuncias no son casos puntuales y están apareciendo en los medios de comunicación. Por mucho que digan los rectores que la universidad tiene una voluntad de presencialidad lo cierto es que no hay plan, no hay coordinación. Cada profesor está haciendo lo que considera necesario y ni siquiera a nivel de centro hay unas pautas mínimas a seguir.

Desgraciadamente hay un sector amplio en la universidad pública negacionista de la pandemia. Creen que no va con ellos. Que eso de la pandemia es de otros. Esta actitud negacionista se solapa con un rechazo ampliado al uso de tecnologías digitales en la enseñanza. Esta mezcla produce los resultados que vemos.

La actitud de la CRUE y de algunos rectores, aunque felizmente no todos, creo yo que es simplemente defender los intereses corporativos de esa mayoría con pocas ganas de usar nuevas cosas. Pero la mayoría que los vota.

La actitud de ministro Castells es valiente y la apoyamos. Y lo apoyamos porque como dice él en este punto crítico de la pandemia, además de las razones anteriores, hay que anteponer la salud a lo demás. Ahora le pedimos que aborde la reforma de la gobernanza universitaria. En este tema tan necesario se va a encontrar una oposición más enconada.

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