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Juan Ramón Jiménez no era sólo literatura

Fermín Cabanillas

Huelva —

Juan Ramón Jiménez es uno de los grandes personajes, no sólo de la literatura, sino de la vida social de toda la historia de la provincia de Huelva, aunque curiosamente son contadas las veces en que su biografía literaria o personal ha sido llevada al cine.

Esa tendencia se acaba de romper con 'La luz con el tiempo dentro', definida por su director, Antonio Gonzalo, como una película “hermosa y honesta” que tiene como protagonista al Nobel de Literatura, cuya vida, a través de su propia obra, llega a la gran pantalla.

Es verdad que no es la primera vez que el escritor moguereño es retratado en el cine, pero sí es la primera ocasión en que su obra sirve de excusa para hacer un recorrido personal por el autor, desde su infancia hasta su vejez.

Entre los pocos precedentes que se pueden encontrar en las hemerotecas se encuentra “Platero y yo”, cinta de los años 80 en la que un reportero visita al poeta con motivo de la concesión del premio Nobel, y éste le contesta a todas sus preguntas leyéndole pasajes de su libro más famoso. Agustín González, Gerardo Malla o Ana Yebra formaban parte del reparto de esta película, que se ha convertido en un incunable con el paso del tiempo.

Ahora, con la tecnología del siglo XXI y el talento del equipo que ha trabajado a las órdenes de Gonzalo, Huelva fue la ciudad elegida para acoger la 'premiere' mundial de la cinta, con la presencia de su director, los actores Marc Clotet y Carlos Álvarez-Novoa, que encarnan a Juan Ramón joven y sénior, respectivamente, y Ana Fernández, que da vida a Pura, la madre del poeta.

Supone una incursión distinta en la vida del poeta, cuya trayectoria literaria ha sido y es estudiada en universidades de todo el mundo, pero su vida personal tiene muchas aristas en las que rara vez se ha profundizado.

No es de extrañar, por ello, que su director espere que la película “guste mucho a la gente y que le merezca la pena haber ido al cine a verla”, al ser “una cinta en la que ”tiene mucha presencia la literatura“, pues es una película sobre ”un gran escritor“, y ”con personajes, emociones de todo tipo, un texto maravillo, debido en parte a la extraordinaria pluma del poeta que está presente en toda ella“.

“Ha sido un regalo interpretarle”

Para todo el elenco de la película parece que ha sido algo especial participar, aunque Marc Clotet es más explícito al asegurar que fue “un regalo” el haber podido interpretar, como actor, a una persona como Juan Ramón con “una riqueza tan brutal a nivel literario, pero también a nivel personal, de emociones”, además de definirle como “una persona insegura, bipolar, que tenía mucho miedo a la muerte, un gran seductor, que tuvo una de las historias de amor más bonitas que he conocido”.

Supone todo un reto también para Carlos Álvarez-Novoa, que se enfrentó a un personaje de “la trascendencia y hondura con riesgo y temor”, aunque el guión de Teresa Calo le convenció nada más leerlo.

“Su madre era una persona importante para él, ella fue especial porque siempre lo apoyó, era amorosa e inteligente y siempre quiso que su hijo se desarrollara desde la sensibilidad que demuestra desde pequeño”, explica Ana Fernández a la hora de hablar de su personaje en la película.

Una cinta apoyada, entre otros, por Carmen Hernández Pinzón, sobrina nieta del Nobel y representante de la comunidad de herederos, que pudo acudir a un estreno en el que vio un fascinante viaje cargado de poesía a través de la vida y el alma de Juan Ramón Jiménez desde el siglo XIX hasta finales de los años 50, en escenarios localizados en sitios tan dispares como Moguer, ciudad natal del Nobel, Sevilla, Burdeos, Madrid, Nueva York, Miami o Puerto Rico.

El largometraje logra desnudar la compleja personalidad del nobel moguereño, haciendo hincapié en su ajetreada vida sentimental, la relación con su esposa, Zenobia Camprubí, y su amistad con personalidades como Machado, Sorolla, Lorca, Alberti, Azaña y Pau Casals, repasando para ello los acontecimientos más destacados de su trayectoria vital y poética.

La historia de Marga Gil

La vida amorosa de Juan Ramón tuvo varios capítulos llamativos, aunque en algunos intervino de forma involuntaria, como se ha sabido últimamente en referencia a Marga Gil, la joven que se suicidó por amor no correspondido al poeta a los 24 años de edad.

Su pasión se refleja en el diario de la joven artista, que ve la luz ahora por primera vez publicado por la Fundación José Manuel Lara. Marga Gil, dibujante y escultora de excepcional talento, se quitó la vida el 28 de julio de 1932. Ocho meses antes de quitarse la vida, Marga se había hecho amiga del gran poeta español y de su mujer y visitaba con frecuencia la casa de ambos. Modeló un busto de Zenobia y tenía previsto hacer otro de Juan Ramón, pero no le dio tiempo.

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