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Los hijos de Walter Popp sobre el cartel del Festival de Sevilla: “Queremos que su nombre se mencione”

Ilustración de Walter Popp (izda.), cartel de María Cañas para el Festival de Sevilla (dcha.)

Alejandro Ávila

Conciliador y sorprendido. Así se ha mostrado Michael Popp, uno de los nueve hijos del pintor estadounidense Walter Popp, al recibir la noticia, a través de eldiario.es/andalucía, de la polémica por el supuesto plagio de una obra de su padre en el cartel diseñado por la artista María Cañas para el Festival de Cine de Sevilla.

Desde el apacible pueblo de Ramsey (Nueva Jersey), Michael asegura que ni él ni sus hermanos “vamos a denunciar a nadie. Nos gustaría, eso sí, que el nombre de Walter Popp aparezca por alguna parte en el cartel o se le mencione en el festival. Nos encanta que se difunda el nombre de mi padre. Su trabajo está por todas partes y no queremos que cualquiera se apropie de su trabajo y lo use”.

En una declaración más formal que le han hecho llegar a este diario, los herederos han reivindicado “los derechos de autor de la obra de nuestro padre, Walter Popp. Siempre es un honor que el público disfrute del trabajo de nuestro padre y, aún más, si lo hace en un punto de encuentro artístico como el Festival de Cine de Sevilla (España)”.

Los hijos del artista norteamericano aseguran respetar el trabajo de los artistas “y entendemos sus problemas, dado que nuestros padres también eran artistas, pero nos afecta mucho que el trabajo de nuestro padre, ligeramente modificado, vaya a terminar expuesto sin ningún tipo de reconocimiento”.

Los herederos se muestran conciliadores y aseguran que “en este caso, entendemos que no se ha hecho de manera intencionada, pero creemos que se debería hacer el mayor esfuerzo posible para que se reconozca la obra de los artistas (...). El trabajo de nuestro padre era muy original y él trabajó muy duro en todas sus obras, mientras criaba a nueve hijos con nuestra madre. Creemos que siempre debería recibir el reconocimiento que se merece”.

25 dólares por un trabajo de dos semanas

Michael Popp asegura que posee dos cuadernos en los que su padre anotaba lo que cobraba por las pinturas que hizo a lo largo de su carrera para portadas de revistas y novelas pulp, popularizadas por la película de Quentin Tarantino Pulp Fiction y muy populares a mediados del siglo pasado. “Mi padre recibió 25 dólares por un encargo que le llevó dos semanas. Por aquel entonces (1954), ya habían nacido dos o tres de mis hermanos”.

El hijo del pintor revela un detalle muy personal de la pintura que su padre hizo para la portada del número de verano de 1954 de la revista norteamericana Fantastic Story. La mujer que surge de la pupila gigante no es Katharine Hepburn, Elizabeth Taylor ni ninguna actriz del star system hollywodiense. “Es mi madre, que solía hacer de modelo para las pinturas de mi padre. Durante un tiempo, tanto ella como mis hermanas lo hicieron y, más adelante, empezó a emplear a modelos profesionales”, explica Popp.

Walter Popp

De padres alemanes, Walter Popp nació en Nueva York en 1920. El padre de Popp llegó muy joven a la tierra de las oportunidades y, curiosamente, también era pintor. Daba clases en el Pratt Institute, una escuela de Brooklyn, y pintaba frescos. “Mi padre aprendió a pintar gracias a él”. Con 22 años, Walter Popp se enroló en el ejército para luchar en la II Guerra Mundial. Lo hizo como médico y fue enviado a Alemania, la tierra de sus padres. “No llevaba arma y, como hablaba alemán, hacía de traductor entre los soldados americanos y los ciudadanos alemanes. Pasó mucho tiempo en Paderborn, pero no le gustaba mucho hablar de la guerra”.

A su vuelta de Europa, conoció a su esposa en la academia de arte y empezó a dibujar como pintor freelance, enseñando su portafolio a editoriales de revistas y libros, para las que diseñaba sus portadas. No fueron tiempos sencillos.

Aunque su hijo Michael nació cuando la situación económica ya era más prospera, “mi padre sufrió mucho estrés porque no llegaba suficiente dinero a casa y tenían ya varios hijos. Eso le ponía de mal humor. Yo tuve suerte y, cuando nací, estaba más relajado. Era un tipo agradable, que hablaba con cualquiera y entraba en una tienda y se ponía a bromear con el dependiente”.

Ciencia ficción, aventuras, western, policíaco, acción... Durante la década de los 50 y los 60, Popp diseñó portadas para todo tipo de revistas pulp y libros. Incluso llegó a trabajar pintando embalajes de juguetes y tarjetas de felicitación. Su situación económica no empezó a mejorar hasta los años 70, cuando había pocos pintores que dominaran su arte y tuvieran su carrera. Sin embargo, no fue hasta la década de los 80 cuando despegó definitivamente, comenzando con su mujer a hacer un par de pinturas al mes para libros románticos. Su esposa y él estuvieron pintando hasta comienzos del siglo XXI, pocos años antes de morir Walter (2002) y Mary (2006), tal y como aparece en los obituarios del diario North Jersey.

El problema con los derechos de autor es peliagudo. “En mi familia tenemos todas las pinturas desde los años 70, año en el que el Gobierno dictó una ley que obligaba a las editoriales a devolver las pinturas originales a los autores. Antes de esa fecha, mi padre no pedía que le devolvieran sus obras, porque temía que la editorial de turno no le volviera a dar trabajo”.

Michael explica que las pinturas que tienen “les gustan mucho, pero que la gente está más interesada en su trabajo previo (las ilustraciones de revistas pulp de ciencia ficción, misterio, western…) más que en las obras románticas. Apenas un par de ilustraciones de las que hizo para las revistas”.

Según explica, no están batallando por los derechos de esas obras, porque creen que si lo hacen, “la gente dejará de coleccionarlas. Preferimos que la gente siga coleccionando, la obra de mi padre se revalorice y podamos vender las pinturas que tenemos”.

En cuanto a su legado, Popp no tiene constancia de que se haya expuesto en museos, pero tienen planeado organizar a medio plazo una exhibición en Nueva York. Desde hace seis meses, recopila todo el trabajo que encuentra por internet en una cuenta de la red social Pinterest organizada por géneros. Ve que el interés por las novelas pulp y el trabajo de su padre es cada vez mayor.

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