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“Conocemos mejor por la televisión las tradiciones americanas que las nuestras”

Sergio Sarria

Alejandro Luque

La concurrida familia de la novela negrocriminal española tiene un nuevo miembro, pero no es un escritor cualquiera. Sergio Sarria, malagueño de 1979, viene del mundo audiovisual, donde ha ejercido como coordinador de guión –faena que le valió tres premios de la Academia de la Televisión, un Ondas y un Tp de Oro, entre otros reconocimientos–, ha colaborado con Joaquín Reyes y Ernesto Sevilla en la serie de Movistar Capítulo 0, ha sido guionista de El Intermedio y ha escrito también para la serie Malaka.

Su primera incursión en la narrativa literaria, El hombre que odiaba a Paulo Coelho, se movía en un registro cómico afín a su trabajo como guionista. Pocos podían imaginarse que su siguiente movimiento en este campo sería hacia el registro noir, pero eso es precisamente lo que ha entregado a la imprenta con Cuando nadie nos ve, que acaba de ver la luz en el sello Espasa. Una historia de la que llaman la atención varios elementos, el primero de los cuales es su escenario geográfico: la villa sevillana de Morón de la Frontera.

“El director de El Intermedio, Miguel Sánchez Romero, es de Rota, y me hablaba a menudo de cómo es vivir al lado de una base militar norteamericana”, explica Sarria. “Me atraía mucho ese contraste entre una base y un municipio pequeño, y pensé que podía ser un buen componente para un thriller potente. Pensaba que Morón había sido clave en asuntos como la guerra de Iraq o el escándalo de Guantánamo, mientras que sus vecinos estaban recogiendo aceitunas”.

El segundo elemento determinante es la Semana Santa moronense. Al comienzo de la novela, en diferentes cuadrillas de costaleros se registran extraños ataques de pánico, delirios y desfallecimientos, a los que vienen a sumarse la muerte de un misterioso vecino de la localidad seguida de la desaparición de un niño de siete años, para estupor general de los lugareños. No obstante, Sarria advierte de que no se trata de usar la Semana de Pasión para provocar o incomodar a los capillitas.

“Yo mismo me considero capillita, aunque antes más que ahora, y toda mi familia es muy devota de la Semana Santa, así que nada de provocación”, subraya de entrada. “Me interesaba mucho más como excusa para crear una atmósfera, no para molestar a nadie. Creo que, por lo general, la gente que hace esas cosas suelen ser de fuera de Andalucía, y no tienen tan interiorizadas esas ceremonias. A mí me servía para impulsar el thriller”, agrega.

No obstante, la novela no quedaría redonda si no contara con un protagonista como Lucía Gutiérrez, sargento de la Guardia Civil al mano del cuartelillo de Morón. Una mujer de pasado sufrido, que sirve a Sarria para dar un perfecto contrapunto a los clásicos policías del género negro. “En efecto, el noir es un género especialmente dado a personajes masculinos y a situaciones testosterónicas. A mí me apetecía alejarlo de ahí y llevarlo a un lugar donde no se habla sólo de tal o cual caso, sino también de una hija adolescente rebelde, de los cuidados a una pariente enferma de alzheimer… A diferencia de las historias de este tipo protagonizadas por hombres, aquí nada se para aunque estás investigando. Yo prefería no separar tanto la vida privada del personaje de la profesional”, comenta.

Cualquier parecido con la realidad...

Y aunque, como es lógico, el humor de otros empeños aquí no tenía espacio, el malagueño reconoce que “no me ha salido del todo lo de dejarlo fuera. Ya era un desafío para mí escribir 400 páginas sin meter un chiste, pero lo que no he podido evitar ha sido meter algunas miradas irónicas”, confiesa. Como contrapunto, reconoce haberlo pasado mal escribiendo algunas escenas particularmente duras, “que me dejaban el cuerpo cortado. Te deja un poco helado pensar que esas cosas han salido de ti. A veces, después de escribir una escena necesitaba 15 minutos sin hablar con nadie, ni siquiera con mi chica. Me sentía mal por haberlas escrito”.

Por el momento, nadie en Morón le ha hecho saber a Sarria si cuenta con su aprobación hacia la novela. “Me escribió alguien de allí con mucha curiosidad, cuando supo que estaba escribiendo sobre el pueblo. Le mandé la novela pero no me contestó”, ríe. “En todo caso estoy tranquilo, porque mi intención ha sido en todo momento salvaguardar y no estigmatizar a los moronenses. Puse mucho cuidado en cambiar los nombres de las cofradías, precisamente porque hay sucesos truculentos e intenté que ninguna cofradía o persona fuera identificable”. Ya saben: cualquier parecido con la realidad…

¿Y la película, para cuándo?, se preguntan los impacientes. “Reconozco que suelo escribir pensando en imágenes, incluida la banda sonora, que me ha salido flamenca porque esa música me gusta muchísimo”, afirma el autor. “Me gustaba también resaltar el contraste entre lo que suena en la base y lo que suena en el pueblo. Por lo demás, escribo mis novelas como se escribe una serie, haciendo lo que se llama la Biblia, donde está la trama principal, los personajes y el desarrollo de los capítulos. Es una garantía de ritmo para la novela, y un modo de evitar pajas mentales y otras cosas que ralenticen la acción. Es un mapa mental”.

“Ahora se está rodando El hombre que odiaba a Paulo Coelho con Movistar, con Leonor Watling y Hugo Silva como protagonistas, y dirigida por el director de El ministerio del tiempo. Me gustaría que pudiera verse en 2020”, prosigue. “A mí lo que me gusta es escribir, a veces guiones, otras novelas, también me gustaría hacer algún día un cómic… Me considero, sobre todo, alguien que escribe”.

De momento, toca ver hasta dónde llega esta ficción semanasantera con Morón como ubicación. “Me parece increíble que no se hayan hecho muchas más novelas con estos asuntos. En Estados Unidos no tienen tantos problemas en echar mano del costumbrismo, y gracias a eso conocemos mejor a través de la televisión sus tradiciones que las nuestras”, apostilla.

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