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Los gitanos reivindican un espacio en el arte contemporáneo a salvo de estereotipos

Gypsys everywhere

Alejandro Luque

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Que un espacio cultural como el Centro de Cerámica de Triana abra una nueva sala siempre es noticia. Pero que se dedique a los creadores plásticos gitanos lo es aún más, habida cuenta del lugar marginal que la Historia del Arte les ha reservado tradicionalmente. Esa es precisamente la inauguración que tendrá lugar este miércoles en el citado centro, la primera exposición de lo que se espera sea una larga y feliz andadura.

La nueva sala lleva el nombre de Helios Gómez (1905-1956), artista, poeta, sindicalista y trianero, figura clave para entender los discursos críticos de la cultura gitana española, y contará con el soporte del Instituto de Cultura y Artes de Sevilla (Icas), institución que pretende “favorecer la creación de narrativas e imaginarios gitanos alternativos que nos ayuden a considerar con otra mirada la construcción de la representación gitana en el arte”. La inauguración coincide, además, con el 50 aniversario del Congreso Mundial Gitano que tuvo lugar en Londres el 8 de abril de 1971, y supuso un hito internacional para el cambio conceptual en la enunciación del arte romaní.

La primera exposición programada lleva por título Nuevas miradas gitanas, y está integrada por obras de los fondos de la Fundación Kai Dikhas de Berlín, una de las primeras galerías del mundo especializada en arte contemporáneo romaní. Su responsable, Moritz Bankok, pasó una temporada en Sevilla como estudiante dos décadas atrás, y se muestra encantado de regresar ahora como promotor cultural.

La pasión por el arte gitano le viene a Moritz de su abuelo, Otto Pankok, pintor alemán cuya obra se inspiraba en los sinti, los gitanos centroeuropeos. “Antes de la llegada de los fascistas, mi abuelo los retrataba en un campamento de Düsseldorf. Con el ascenso de los nazis, aquellos gitanos fueron deportados a los campos de exterminio y mi abuelo se ocultó en el campo junto a un amigo judío. Con el tiempo se reencontró con algunos de aquellos gitanos que sobrevivieron a Auschwitz, y acabaron otorgándole el premio Yad Vashem”.

Abajo estereotipos

No obstante, la colección Nuevas miradas gitanas pone de relieve, según Moritz Pankok, “que también los gitanos han construido su propia imagen a través del arte contemporáneo, y es muy interesante observar cómo caen los estereotipos cuando una minoría decide representarse a sí misma”, dice. “Y en ese campo, Helios Gómez es una leyenda para los gitanos, una figura importantísima que sigue siendo desconocida, inexplicablemente, incluso para los propios sevillanos”. 

La muestra colectiva, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 31 de julio, sitúa el debate político gitano de los últimos 50 años desde muy diferentes sensibilidades y posicionalidades artísticas: ofrece obras del proyecto El pájaro negro de la artista multimedia Delaine Le Bas y el trabajo cartográfico Gypsy Europa de Damian Le Bas, ambos exponentes de la corriente inglesa Romani Revolution. La fotógrafa Valérie Leray ilustra la memoria de los campos con su proyecto Lugares sin nombre. El artista francés de origen gitano español Gabi Gimenez presenta una trilogía en torno a la expresión pictórica del trauma. El pintor, escultor y ceramista rumano George Vasilescu nos presenta la escultura en bronce Desencadenado, clamando por la liberación de la jaula de oro de los pensamientos.

Asimismo, el escultor Gérard Gartner defiende la naturaleza radicalmente efímera pero esperanzada de lo generacional con el reciclaje de su propia obra. Manolo Gómez, desde la memoria casi iconoclasta de los gitanos de Morón y El Coronil, desfigura en esta ocasión la figura de las mujeres gitanas. Y el eslovaco Imrich Tomáš muestra obras tridimensionales que cuestionan la etnicización romaní desde una voluntariamente inclasificable obra escultórica/pictórica.

La mirada de una minoría

“Una de las sorpresas que aguarda al visitante es que las obras expuestas no solo se ocupan de los problemas y las tensiones sociales de los gitanos”, afirma Pankok. “Son creadores que tienen los ojos muy claros para ver el mundo de una forma diferente. Por eso no me considero para nada un white savior, un salvador blanco, sino un medio para conectar a la gente y dar a conocer una obra que reclama su espacio por sí misma”.

Por otro lado, para el galerista “la imagen de España en el extranjero, por ejemplo en Alemania, está muy fuertemente influenciada por la cultura gitana. Y no me refiero solo al flamenco, sino también por las relaciones familiares, el sentido de comunidad, la amistad o la phralipen, como ellos dicen, la hermandad. Todo ello tiene un reflejo muy potente en esta producción artística”.

Una de las ideas que atraviesan esta primera exposición de la sala Helios Gómez se resume en la expresión Gypsyland (El país de los gitanos), que vendrá a ser “esa Andalucía que es para ellos como Israel para los judíos, un país imaginario y libre en el que todos puedan convivir en paz”, comenta Pankok. Cuando se le pregunta por el riesgo de que una sala como la Helios Gómez pueda tener algo de gueto, lo asume pero subraya que “cuando ves las obras descubres que el nivel es muy alto, muy profesional. Esos artistas no están ahí por el simple hecho de ser gitanos, sino por ser grandes creadores. Es un espacio para que el espectador se abra a una minoría, para que esa minoría nos preste sus ojos y nos revele un mundo nuevo”.   

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