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Mario Bermúdez: “La gente de la cultura no debe tener miedo a que te pongan la cruz, porque la cruz ya la tenemos”

Mario Bermúdez, Premio 'El Ojo Crítico' de RNE de Danza

Alejandro Luque

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Para Mario Bermúdez (Vilches, Jaén, 1987) el año recién terminado no ha podido marchar mejor. El premio Ojo Crítico, que concede Radio Nacional de España, recaía sobre él en su XXIV edición en la modalidad de danza, por su apuesta decidida por la contemporaneidad en un “territorio inesperado” como su villa natal. “Es un galardón que me remueve mucho”, confiesa el artista. “Sé que viene de buenas manos, no es un premio de mentira, como dirían en mi pueblo. Está pensado, valorado por profesionales que aprecian tu trabajo de verdad. Es un regalazo”, asegura.

Ahora, Bermúdez y su compañía, Marcat Dance, se disponen a desembarcar con su última creación, El Bosque, en la sala Cuarta Pared (Madrid) los días 12 y 13 de enero, mientras que otra de sus obras, Averno –coproducida por la Diputación de Sevilla con el respaldo de la Junta de Andalucía– se presentará en el Festival Mudanzas en Cartagena (Murcia), en Dansa Valencia y en el Festival Escena Lanzarote, en los meses de marzo y abril.

El bosque es, como su nombre indica, una obra en la que tres intérpretes y un músico nos adentramos en un bosque sonoro, donde vamos mutando e interpretando lo que vemos: animales, paisajes, la brisa, la tormenta, o la misma noche… No está localizada en un lugar ni un tiempo en concreto, es una obra universal, y también su mensaje: recordar la importancia de la naturaleza”, explica.

La gran olvidada

Lo cierto es que, con el éxito de Bermúdez y su regreso a Vilches después de residir en muy distintos lugares, vuelve a ponerse de manifiesto el excelente momento que viven las artes escénicas de Jaén, quizá la gran olvidada de la cultura andaluza. “Puede ser simple coincidencia, pero en esta tierra hay mucho talento, nos hemos unido y reivindicamos de donde somos”, comenta el bailarín. “Yo soy humilde, pero no tengo que dejar de ser quien soy. Esta es mi raíz, como lo es para otros compañeros como Alberto Conejero o Vanessa Aibar. Los astros nos han colocado a todos en el mismo momento y hemos sido premiados. Los premios nos dan visibilidad, pero hemos estado ahí desde hace mucho tiempo”, continúa.       

Cuando se le pregunta si ser de Jaén imprime realmente carácter, no duda en responder afirmativamente. “Hay en esta tierra un patrimonio que nos identifica de alguna manera. En Vilches tenemos una tierra roja, y está el verde del olivo, ese manto de olivos y la montaña, con unos paisajes maravillosos. Y estamos conectados con el pasado, porque aquí han ocurrido muchas cosas, este era el paso entre Andalucía y Castilla y todo eso nutre mucho nuestra raíz”, añade.

Claro que en todas partes hay, como admite Bermúdez, beneficios e inconvenientes: “Siempre vas a tener carencias de algo. Vilches me aporta paz y silencio, y tiempo, que es muy valioso en nuestra carrera. Tiempo para la intuición, para el pensamiento. Pero como cualquiera puede imaginar, si quiero ir a un museo o a un teatro a ver danza contemporánea, tengo que salir. No es tan fácil”.

Defensa del CAD

En todo caso, es un hándicap plenamente asumido para este creador formado en el Centro Andaluz de Danza de Sevilla, y firme defensor de las políticas públicas de formación artística. “Quien crea que instituciones como el CAD son decorativas o una forma de tirar el dinero no quiere a la cultura ni a la danza. Y hay mucho desprecio hacia los bailarines, y gente que sigue sin ver esto como una profesión como cualquier otra. Yo soy un trabajador que se dedica a bailar para dar de comer a mi hija”, asevera.

“No doy crédito a que haya gente que desprecie así un centro de formación. Y de allí no solo he salido yo, sino otros muchos bailarines y coreógrafos que siguen en activo”, prosigue Bermúdez. “Lo gracioso es que la propia Junta, que eliminó el CAD y ahora tiene el Centro Coreográfico, nos llama ahora para dar formación, pero no hay una formación continua. A Andalucía le hace falta una joven compañía de danza contemporánea para que se vea el fruto de todo el trabajo realizado”.

Palabras rotundas que no suelen ser muy habituales en un mundo, el de la cultura andaluza, por lo general reservado en sus críticas, cuando no amedrentado por las posibles represalias. Bermúdez cree en cambio que “no tenemos que tener miedo a que nos pongan la cruz, porque la cruz ya la tenemos. A mí muchas cosas me pillan lejos, en Vilches vivo en mi mundo, pero soy consciente de que somos muy poquitos y tenemos que ir todos a una”.

Nueva York, Tel Aviv, Vilches

Atrás quedan para el jienense los años de Nueva York, adonde se desplazó en 2010 para sumergirse en la escena artística de la Gran Manzana de la mano de Andrea Miller y Jennifer Muller. “Sabía que era un trampolín muy grande”, evoca, “pero debo decir que el nivel no me sorprendió mucho. De hecho, vi cosas que se me quedaban antiguas desde el punto de vista técnico. Como base estuvo muy bien, pero me interesaba llevar la danza a un plano más actual”.

Su siguiente escala, Tel Aviv, sí satisfizo esa demanda. “Eso sí fue un salto hacia lo novedoso, lo corporal, lo intuitivo, lo sensorial, y en cuanto a lo que generaba con otros creadores”. Ahora, con la guerra desatada en Gaza, se duele de la situación porque “sigo teniendo a mi familia allí. He vivido conflictos, no tan graves como lo de ahora pero sí oír sirenas, tener que meterte en un búnker o parar una actuación porque están tirando bombas. Es desagradable, sufres por los dos lados. Y lo que está en conflicto son fuerzas muy separadas de lo que de verdad existe en los dos países. Todo el mundo se ve arrastrado por ello”.

A la vuelta de las fiestas navideñas, Mario Bermúdez confiesa que su carta a los Reyes Magos estaba llena de “muchísimas”, peticiones. “Este es un trabajo que desgraciadamente necesita mucha ayuda, mucha visibilidad y mucho tiempo, y ese es el mejor regalo que le pueden dar a un artista de danza. Que seamos bien tratados, que nos posicionemos donde tenemos que estar. Y que los cachés suban, sí. No tenemos que tirar nuestro trabajo, queremos que nos valoren. No queremos ayudas porque tengamos una gira deficitaria, sino que nos apoyen en nuestro día a día”, pide para este 2024.

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