Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

El “efecto dólmenes” ya se nota en Antequera

Dolmen de Menga. Foto: Javier Pérez González. Archivo del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera

Néstor Cenizo

En Antequera, este verano, hay chinos y japoneses que cualquier otro mes de julio no se habrían atrevido a poner un pie a 36 grados a la sombra. Por eso dicen los hosteleros de Antequera que el “efecto dólmenes” es un hecho, no una ilusión o un invento político: “Eso no se había visto nunca”. También lo dicen los datos: la semana en que Unesco incluyó el sitio de los dólmenes (Viera, Menga, El Romeral, La Peña de los Enamorados y El Torcal) en su lista de patrimonio de la humanidad, 3.256 personas visitaron el conjunto arqueológico. La misma semana del año pasado los visitantes fueron unos 700. Ser Patrimonio de la Humanidad es una llamada a los turistas del mundo, y algo más.

Bartolomé Ruiz, director del conjunto arqueológico, explica que la declaración abre un sinfín de posibilidades a la conservación del entorno, la investigación o a la inversión en infraestructuras. Dos proyectos aclararán un poco más la relación de los dólmenes con el entorno, el Ministerio de Fomento estudiará la reconversión de parte de la línea de tren abandonada Málaga-Sevilla en vía verde que una cuatro de los cinco sitios del conjunto, y deberán plantarse miles de árboles que disimulen el parque industrial que rodea el tholos de El Romeral. Se trata, dice, de “hacer los deberes”, porque en 2019 Unesco evaluará si se ha cumplido lo prometido. Para ello tendrá que aprobarse, cuanto antes mejor, un Plan Especial de protección.

Además, la ciudad y la comarca esperan como el maná un trozo del inmenso pastel turístico. Tiene fama Antequera de haber vivido un poco de espaldas al turismo y, particularmente, a los dólmenes. Sobre Menga y Viera había antes un parque al que acudían a jugar los niños y El Romeral era incluso menos conocido porque fue parte de una finca privada hasta 1986, cuando la Junta de Andalucía la compró por cuatro millones de pesetas. “Los antequeranos hacíamos hincapié en las iglesias, y El Torcal y los Dólmenes era algo que estaba. Veníamos a escondernos y ahora resulta que es patrimonio mundial”, explica Silvia Castillo a la puerta del centro de recepción. Ha venido con unos amigos de Valladolid: “Este año me dijeron que tenían que venir sí o sí”.

Dos matrimonios de Pamplona se han animado por la presencia recurrente de los dólmenes en los medios de comunicación. “El hecho de aparecer en Arqueomanía y en Cuarto Milenio, fíjate que programas tan distintos, provocó un efecto llamada impresionante”, explica Victoria Pérez, la coordinadora del centro de recepción. También ha contribuido éxito del símbolo identificativo (la palma de una mano sobre el puño de la otra, en forma de T) y la proyección pública con la visita de Mariano Rajoy (de quien se recuerda la dificultad que tuvo para ejecutar el gesto). En 2015 los dólmenes recibieron 106.583 visitantes, récord por ahora; en lo que llevamos de 2016 las visitas superan los 85.000. Cada mes de 2016 ha sido el mejor de la serie histórica, que arranca en 2000, y el crecimiento ha sido continuado desde que en 2014 se tomó la decisión definitiva de presentar la candidatura.

Ha faltado tiempo para que surjan previsiones de impacto económico, pero en esta ocasión, el optimismo con el que se despliegan los políticos parece ir de la mano de los primeros datos. Según las estimaciones de Turismo Costa del Sol, basadas en un estudio sobre el impacto del sello Patrimonio de la Humanidad, la declaración atraerá a 80.000 visitantes más de aquí a 2019, que generarán un impacto económico directo de 10,9 millones de euros y permitirán la creación de 139 empleos directos y 116 inducidos.

“Aquí llega el sábado y todo se cierra”

“Aquí llega el sábado y todo se cierra”Con la inclusión del lugar en la lista del patrimonio mundial, Antequera pretende acceder a una parte del gran pastel de los turistas extranjeros de la Costa del Sol. “Mucha gente hace el viaje para ver el patrimonio distinguido con el sello de calidad de la Unesco”, explica Victoria Pérez. José María Úbeda, toda su vida trabajando en el sector turístico, cree que ahora hay que fidelizar a los turoperadores extranjeros que hasta ahora desconocían el lugar y abrir los domingos: “Aquí llega el sábado y todo se cierra”.

Rogelio Pascual, dueño de un hotel junto al tholos de El Romeral, lo confirma: recibió dos grupos de turistas chinos el pasado domingo, que con las mismas se volvieron a Málaga porque los dólmenes estaban cerrados. Inmediatamente llamó al alcalde para contárselo. Pascual cree que su negocio (hotel, restaurante, sala de celebraciones) ha crecido entre un 5 y un 8% este verano, pero espera más a partir de septiembre. “Esto para Antequera es un puntazo. Ha estado abandonado, pero ahora sí hay interés”. Pascual, cuyo hotel se llama Los Dólmenes, no había visitado el sitio hasta hace poco.

El dueño de Adarve, una pequeña tasca familiar en el centro de la ciudad, asegura que el efecto es palpable desde la reapertura del Caminito del Rey, en abril del año pasado. “Antequera es la gran desconocida y echábamos en falta que en la costa no se promocione. Pocos vienen en autobús desde los hoteles”, opina Juan Antonio Peláez, que así se llama. Aquí el 80% de la clientela es extranjera, en parte porque es el restaurante más valorado en TripAdvisor. “Gente de Nueva Zelanda, Canadá, Sudáfrica, Rusia (que dejan propinas increíbles)... Aquí nunca se ha visto eso”, explica refiriéndose a los turistas y no tanto a las propinas.

“¡Tuvo que venir un inglés a descubrírnoslo!”

“¡Tuvo que venir un inglés a descubrírnoslo!”Más de 6.000 años estuvieron Menga, Viera y El Romeral, mirando al Torcal y a la Peña de los Enamorados. “¡Y tuvo que venir un inglés a descubrírnoslo! Si no fuera por él seguiríamos igual…”, comenta Peláez. Se refiere a Michael Hoskin, el investigador británico que en acertada definición del periodista Antonio Javier López, “puso los dólmenes en su sitio”. Fue él quien se dio cuenta de que El Romeral y Menga se orientan hacia donde ningún otro conjunto megalítico funerario en el continente europeo: en lugar de mirar a la salida del Sol, Menga mira a la Peña de los Enamorados y El Romeral a El Torcal. Eso los hace únicos.

La inclusión entre los 1.060 bienes patrimonio de la humanidad plantea también nuevos retos. Desde 2004, Bartolomé Ruiz ha trabajado por hacer ver a todos, desde las administraciones a Unesco, pasando por taxistas y conserjes de hotel, que el lugar era especial y merecía ser tratado como tal. A los periodistas nos explicó con paciencia y entusiasmo el valor de aquellos túmulos. El día en que los 21 miembros del comité de la Unesco, reunidos en Estambul, aprobaron por unanimidad la inclusión del sitio de los dólmenes en la lista del patrimonio mundial, su móvil colapsó. Ahora advierte que aún hay mucho por hacer.

Lo primero que señaló Margaret Bowen, la evaluadora de Unesco, es el sinsentido de que El Romeral sea un tholos encajonado en un polígono industrial y logístico levantado en 1973, entre la línea del tren, una nave de aluminio extrusionado y un palacio de ferias de reciente construcción del que nadie se hace cargo. Ahora la solución pasa por reforestar la zona para disimularlo y que la superficie por construir, 115 hectáreas, pase de suelo industrial a agrícola en el nuevo PGOU.

También la Junta de Andalucía tendrá que rehacer lo hecho: al museo que levantó le sobra una planta, que deberá ser recortada. Y Fomento, por su parte, deberá desafectar la vía de tren antes de que se ejecute el proyecto de trazar una vía verde entre los distintos puntos del conjunto. “Los compromisos adquiridos con Unesco son importantes. Esto no ha hecho nada más que empezar”, concluye Ruiz.

Etiquetas
stats