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Médica de “mes en mes”: así es la rotación 'infinita' de los contratos de Beatriz López en la sanidad andaluza

Beatriz es una de las sanitarias andaluzas que no consiguen estabilizar su posición laboral

Álvaro López

Andalucía —

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“A partir de ahora, los contratos del Servicio Andaluz de Salud (SAS) tendrán una duración mínima de seis meses para dar estabilidad laboral al conjunto de profesionales sanitarios”, decía el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno en marzo de 2019, apenas tres meses después de hacerse con el Gobierno regional.

Cinco años después, su Gobierno de mayoría absoluta forcejea con todos los sindicatos sanitarios, que le reprochan no haber cumplido su compromiso. La Consejería de Salud acaba de renovar los 7.000 contratos del personal de refuerzo que fichó en plena pandemia -algo que no han hecho otras comunidades-, pero en muchos casos lo ha hecho por una duración de meses, con rotaciones de destinos constantes que han terminado por desesperar a los sanitarios. El sector pide estabilizar la plantilla, pero la Junta se resiste. Y profesionales como Beatriz López lo padecen en primera persona.

López es una doctora de 31 años, natural de Mérida aunque actualmente está en Sevilla, que no ha tenido nunca un contrato de “más de dos meses” desde que empezó a trabajar en el SAS hace ahora un año, tras acabar la residencia (MIR) que empezó en 2018. “Empecé haciendo contratos de dos meses en un centro de salud, luego he estado muchos meses haciendo contratos de un mes y ahora en un acto único cogí una interinidad de una sustitución de una compañera que está en comisión de servicio y esta señora se ha jubilado en un mes, con lo cual mi contrato finalmente ha sido de un mes y lo que me han vuelto a hacer es de mes a mes”.

La pandemia de coronavirus trastocó los planes de la Consejería de Salud por la emergencia sanitaria, pero los sindicatos de la mesa sectorial denuncian que las contrataciones esporádicas no tienen razón de ser, porque el sistema necesita más personal. Andalucía tiene pendiente abordar la estabilización de sus sanitarios. La Cámara de Cuentas acaba de publicar un informe en el que reprocha a la consejería el alto nivel de rotación que sufre el colectivo, y que termina provocando que muchos de ellos se marchen a otros países o comunidades en busca de mejores condiciones laborales.

La institución pide agilizar los contratos fuera de la bolsa del SAS, evitando así una excesiva movilidad de plantilla que acabe afectando al sistema. En esa tesitura, la inestabilidad laboral que sufren los sanitarios de todas las categorías es muy acusada, según explican ellos mismos. Un galimatías que Beatriz López lamenta porque genera “problemas para conciliar, porque no sabes si vas a estar en el mismo sitio en unos meses, aunque suelen decir que sí, luego finalmente no se sabe”. La dificultad para vivir con tranquilidad es máxima, relata: “No puedes hacer muchos planes porque, claro, te pueden cambiar a las tardes o puede ser que las necesidades de la planilla del centro de salud no encajen con las tuyas”.

López es temporal, como lo son los 7.000 contratos de refuerzo recién renovados y que llegaron a ser 20.000 por la crisis sanitaria de la Covid-19. Tras el final de la misma, argumentando que no hay tanta necesidad de personal, Salud ha ido mermando el número de contrataciones hasta quedarse en las 7.000 que el pasado 1 de febrero se renovaron por diferentes periodos de tiempo. No es posible determinar exactamente por cuánto, pero sí se sabe que se han firmado vinculaciones de entre uno y cuatro meses, pero en ningún caso, de acuerdo con los sindicatos, se han firmado de once meses como el SAS prometió en mesa sectorial el año pasado.

A la falta de estabilidad, según denuncian los sanitarios, algunos centros ni siquiera les dan la posibilidad de acumular días para las vacaciones, sino que tienen que pedírselas en cuanto firman. “Eso también es una faena. Muchas veces cuando va a haber traslados o cambios no te queda otra que liquidarte esos días porque no sabes si, de repente, te van a cambiar de distrito, y en el siguiente ya no te guardan los días de vacaciones que hayas generado antes, a pesar de estar en la misma provincia”, asegura Beatriz López.

La consejera de Salud, Catalina García, ha prometido esta semana que a final de año el 94% de la plantilla del SAS (alrededor de 100.000 profesionales) tendrá un puesto fijo. García asume la postura de la Cámara de Cuentas a la hora de estabilizar al personal y desde su gabinete aclaran que se está haciendo a través de “los procesos selectivos que hay en marcha”. Es decir, de las Ofertas de Empleo Público (OPEs) de estabilización de interinos, de las que quedan fuera los 7.000 contratos de refuerzo.

Vivir “pendiente del móvil”

María Villalba es otra de esas personas que está viviendo de lleno el “caos” en el que está sumergida la contratación de personal eventual en la sanidad pública andaluza. Desde que finalizó la carrera, en 2017, no conoce la estabilidad laboral y ha encadenado multitud de contratos e interinidades.

En 2021 empezó a trabajar en los llamados “vacunódromos” de Málaga, provincia en la que ha seguido trabajando hasta hoy. “Esto es una tómbola muchas veces”, dice, “y así es imposible hacer ningún plan que no sea mes a mes”. Además de que los contratos son cortos, los 7.000 sanitarios sin plaza no saben qué destino tendrán hasta horas antes de que se lo adjudiquen. Al ser enfermera, María Villalva pertenece a la categoría profesional más expuesta a esta precariedad ya que constituyen la de mayor número de profesionales y también en la que más rotan los trabajadores. Tanto que una simple llamada telefónica puede marcar su destino inmediato.

“Tienes que estar todo el rato pendiente del móvil”. Tras una de sus experiencias laborales más estables, que duró ocho meses, cuando llegó el último día, un 30 de diciembre, le llamaron para ofrecerle “un contrato de un mes a partir de enero”. Tenía guardia asignada ese día, por lo que no tuvo tiempo de “ir al sitio de nueva contratación, conocer dónde estaban los recursos que tenían o cómo se planificaban”. En su caso, se vio obligada a coger una interinidad de ocho meses a media jornada que le limita económicamente “bestialmente” porque se le recorta un 33% del sueldo que tendría a jornada completa.

“La única ventaja que tiene y por la que nos aferramos a esto es porque puntuamos cada mes lo mismo que si trabajáramos el 100%, pero a costa de estar intentando cubrir turnos extras, que en realidad constituyen la jornada de un contrato nuevo que el SAS no hace. Esos turnos al final se hacen con la gente que estamos en jornada reducida, y que complementamos con otro trabajo en la privada para llegar a un sueldo completo”, explica María.

Inestabilidad cerca de la jubilación

Esta situación no es exclusiva entre los sanitarios más jóvenes. Aquellos que se acercan a la edad de jubilación tampoco se ven exentos de esta inestabilidad. Ramón Marco tiene 61 años, trabaja como celador en el SAS en Dos Hermanas, y es un ejemplo paradigmático de que la precariedad está afectando a todos los profesionales que tienen contratos temporales. “Empecé en diciembre del 2019 con un contrato de 15 días para suplir las navidades y llegó la pandemia y ante la falta de personal me llamaron y he ido encadenando contratos hasta hoy en día”.

“Me he presentado a las convocatorias de oposición aprobándolas pero sin obtener plaza”. Como explican sus compañeras, con respecto a los contratos, “llaman a última hora y los ofrecen de poca duración”. Además de las dificultades de planificar una vida personal y familiar, denuncia que “las horas extras no las pagan o prometen que darán días libres que nunca te dan”. A los problemas para ser contratado se suma el hecho de que Ramón es discapacitado y “muchas veces” le saltan en la bolsa “y llaman a personas que tienen menos puntuación”.

“La incertidumbre de saber si me darán contrato y para cuanto tiempo hace que viva en un continuo estado de estrés, lo cual afecta a mi vida familiar y social por no decir a mis planes de futuro”, relata Ramón. Una vida laboral tan compleja como la que cuenta Pepe Carmona, otro celador. Con 56 años, lleva desde 2019 en el SAS y conoce cómo estaba el panorama antes de la pandemia de la Covid-19. “La única vez que tuvimos estabilidad fue en aquel momento porque nos hacían contratos largos con el dinero que llegaba de la UE”.

“Ahora te das cuenta de que hay más carencia en el sistema con los contratos temporales porque antes no había tanto personal de baja ni jubilado”. Carmona tiene actualmente una interinidad, pero ha encadenado multitud de renovaciones, siempre en Sevilla, de poco tiempo de duración. “Tengo compañeros que dependen totalmente de ese sueldo, generando ansiedad y precariedad laboral. Algunos han tenido que dormir en el coche porque les llamaban horas antes de empezar su nuevo contrato y no les daba tiempo a organizarse”.

“La disponibilidad total e inmediata que exigen para la bolsa es complicada. No sabemos con certeza si nos renovarán hasta el último momento”, apunta Pepe. Al tiempo que denuncia que “el sistema de puntos para la estabilidad laboral no siempre refleja la realidad ya que a veces se dan contratos de larga duración a personas con menos puntos”. Con esa “inestabilidad”, argumenta, es imposible organizarse una vida y personas de su edad han tenido que renunciar a tener hijos por no tener un futuro claro.

“La promesa de estabilización laboral se diluye cuando se reducen los contratos de once meses -como prometió el SAS en 2023- a tan solo uno o dos meses, impactando negativamente en la seguridad laboral”. Un panorama que, lejos de lo que prometía Moreno Bonilla en 2019, no ha mejorado en el último lustro. Todos los grupos de la oposición al Gobierno andaluz cuestionan la gestión sanitaria y tienen a la consejera en el punto de mira, después de que toda la cúpula de su departamento haya dimitido o ha sido cesada.

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