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Diego Luna, actor y director mexicano: “Hemos desatendido la relación entre España y México y hay que recuperarla”

El mexicano Diego Luna, este sábado en Huesca.

Miguel Barluenga

Huesca —

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El actor y director mexicano Diego Luna se encuentra estos días en Huesca, donde ha recibido un premio a su trayectoria artística en el marco del Festival Internacional de Cine de la ciudad aragonesa, que se celebra desde el viernes hasta el próximo sábado 18 de junio. Cumple 50 ediciones y lo celebra por todo lo alto; primero, con la presencia del autor, del que se proyecta además su ópera prima, Abel (2010). La ciudad aragonesa aparece intrínsecamente unida a su trayectoria. Con solo dos años se puso delante de las cámaras en la cinta Antonieta (1982), del oscense Carlos Saura.

Su madre, la diseñadora de vestuario británica Fiona Alexander, falleció en un accidente de tráfico cuando trabajaba en esa misma película. Cuarenta años más tarde, Diego Luna ha recogido el galardón que lleva el nombre del veterano director y este sábado ha ofrecido sus impresiones y reflexiones de una profesión que le ha permitido conjugar el cine de autor y las grandes superproducciones con su presencia en series de televisión como Narcos: México o en una de las secuelas de Star Wars, Rogue One. También ha participado en Andor, que pertenece a ese mismo universo cinematográfico y se estrena el 31 de agosto en Disney +.

El mexicano ha ofrecido una rueda de prensa acompañado por el director del certamen, Rubén Moreno, y de Luis Alegre, escritor, cineasta y la persona que le acompañó cuando se dio a conocer en España con Y tu mamá también (2001), la película que le puso en el mapa cinematográfico mundial junto a Gael García Bernal y Maribel Verdú dirigidos por Alfonso Cuarón. En Huesca ha cerrado una “preciosa simetría”, como la ha definido Alegre, y proclamado su amor por el cine. Todo empezó con aquella road movie, que le demostró que “con un trabajo muy específico conseguimos una gran repercusión. Nuestro trabajo se volvió popular por las razones correctas y nos recordó de qué somos capaces”.

Ha reflexionado acerca de esa relación que se convierte en una brecha abierta entre el cine local y el comercial y la manera en que los autores mexicanos miran a sus todopoderosos vecinos del norte. “Cuando éramos más jóvenes, la sensación era que había que irse a EE UU y perder el acento. No era suficiente con ser quien eras. Y tu mamá también se tuvo que ver en España con subtítulos, es un México muy específico”. La cinta les llevó a concluir que “podíamos seguir haciendo lo que nos gustaba y seguir conquistando público y espacios. Trabajar fuera sin dejar de ser quien era fue revolucionario”.

La trayectoria de Luna, de 42 años, también le ha situado encima del escenario de los teatros y detrás de la cámara. Uno de los primeros cortometrajes en que participó, El último fin de año (1991), de Javier Bourges, fue premiado en el Festival Internacional de Cine de Huesca. Recordaba con precisión el día en que el director le trasladó que habían ganado y ha aseverado que este certamen es “un referente para muchísimos cineastas latinoamericanos. Un festival como este es fundacional para cineastas de todo el mundo que comparten una lengua pero no un mercado. Hay una fractura brutal y nuestro cine no viaja. Nos pensamos en términos territoriales. Festivales como este nos recuerdan que si formamos un bloque somos más fuertes y que la diferencia nos hace interesantes”.

En el palmarés del concurso de cortos aparecen nombres que después se consagraron en el formato largo y Diego Luna lo calificaba de un “gran augurio”. El premio le “pega” por “el amor por mi madre, por el cine que crecí viendo y por España. Todavía me falta mucho por construir que me sigue uniendo a este festival. Tendré ganas de venir a contar todo lo que ha significado para mí desde que hice un corto en mi país que pensaba que solo vería mi papá. Este premio me ha conmovido”.

Cree que puede retomarse una relación fructífera entre España, “que tiende a mirar a Europa”, y México, “que lo hace al norte”: “Crecí viendo mucho cine español y siento que hemos desatendido esa conexión. Parece que con las plataformas estamos más cerca pero no es tan cierto. Si hacemos cine no es para coleccionar estatuillas, hablaría muy mal de nosotros; es para coleccionar experiencias”.

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