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Un tesoro cultural perdido sobrevive en los viejos álbumes de fotos familiares de Aragón

Grupo de amigos con Sestrica al fondo (1920). Colección de Pinilla-Miguel-Sancho.

Madalina Panti

3 de septiembre de 2021 23:13 h

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Clasificadas en álbumes de fotos, colgadas en cuadros o apiladas en cajas olvidadas, las fotografías representan la manera más efectiva de guardar recuerdos y se convierten en una tradición. Pilar Alcolea heredó el archivo familiar tras el fallecimiento de su madre, que a su vez guardó el de sus padres y abuelos, y lo ha custodiado durante años hasta que comenzó a desempolvarlos e interesarse realmente por los personajes que se escondían detrás: “Las valoraba como algo íntimo pero no sabía el aspecto cultural que escondían hasta que me puse a investigar sobre los Miguel, unos antepasados míos que fueron artistas en Zaragoza, de los que siempre he tenido curiosidad en saber más”, recalca. 

Con una investigación a trompicones, ha logrado conocer datos curiosos de la historia de estos artistas y contemplar una posible publicación. A raíz de las fotografías de sus antepasados también encontró el proyecto de ciencia ciudadana, Aragón Photo, encargado de recopilar verdaderos tesoros fotográficos en todo el territorio aragonés para el que ha aportado 135 fotografías pertenecientes a sus distintas raíces, conformando la colección Pinilla-Miguel-Sancho, una de las más considerables del proyecto. 

Esta iniciativa comenzó a desarrollarse en el año 2019, aunque no tomó forma hasta febrero del año pasado de la mano de investigadores de la Agencia para la Investigación y el Desarrollo (ARAID) como el historiador José Antonio Hernández Latas o el físico David Íñiguez. Aunque realmente se hizo realidad en febrero del año pasado, “el objetivo es hacer aflorar el patrimonio fotográfico histórico oculto o desconocido, conservado en legados y colecciones familiares, es un patrimonio muy frágil, que en gran parte permanece inédito, y que debemos poner en valor”, explica José Antonio Hernández, investigador principal.

La fotografía como arte nace en 1839, aunque en la comunidad aragonesa sólo se conservan archivos desde finales de la década de 1850. Es la fecha que ha servido como partida para la recopilación de material del proyecto con un margen hasta 1950. Hasta ahora han podido recoger 1.306 muestras gracias a la colaboración de la ciudadanía que ha compartido un total de 18 colecciones. Su participación y conciencia sobre el valor que esconden esos tesoros ha sido crucial para que pueda llevarse a cabo el proyecto, “algunos las tiran porque no saben quiénes aparecen o porque son muy viejas y eso pasa por el desconocimiento. Pero son importantes porque a lo mejor sale un edificio histórico que ya no está, una vestimenta inédita o un oficio desaparecido que nos dan idea de la historia no tan pasada”, expresa Pilar. 

Hacia la digitalización

Los investigadores también se han nutrido de la tecnología para crear la aplicación gratuita para el móvil llamada Aragón Photo y lograr facilitar el primer intercambio de información con los propietarios. Rellenar un formulario con los datos de contacto y adjuntar algunas fotografías son los primeros pasos hasta llegar a la futura visita, que puede ser en sus domicilios o en la Universidad de Zaragoza, a los investigadores miembros del Observatorio Aragonés de Arte en la Esfera Pública, sección de Cultura Visual, encargados de esa fase del proyecto. 

Alcolea se apuntó en julio del año pasado sin mucha esperanza de poder encontrar algo de valor, “pensaba que solo servirían tres o cuatro pero te explican cómo están hechas las fotografías, quién las hizo y te trasladan a esa época con las realidades y las vicisitudes de la época”, destaca. Asimismo remarca que lo mejor es poder conservar esos recuerdos intactos a pesar del paso del tiempo, “lo escanean y te dan un pequeño disco duro con una calidad que no tenía porque hasta retocan algunas que estaban un poco estropeadas y te las dejan como nuevas, es un regalo verlas así”, afirma. Los archivos no solo se digitalizan para las familias sino también a través de su web y de los repositorios del Sistema de Información del Patrimonio Cultural de Aragón (SIPCA), pudiendo elegir si ofrecer los datos o conservar el anonimato. 

El valor de lo oculto

Considerado un bien cultural de gran valor, el patrimonio fotográfico ayuda a preservar la memoria colectiva sacando a relucir diferentes curiosidades de carácter documental, histórico o artístico, “la gran sorpresa y alegría para el proyecto ha sido el reciente hallazgo de un daguerrotipo de hacia 1859, la técnica fotográfica pionera, de la que apenas se conservan testimonios en nuestra comunidad. Además, el retratado en dicho daguerrotipo será con el tiempo un ilustre obispo, Mariano Supervía Lostalé”, explica Hernández.

Aunque la gran parte de los descubrimientos se ubican en la capital aragonesa, los lugares más emblemáticos de la capital turolense también se encuentran reflejados en la colección Teruel T.P. donde se puede observar el paso del tiempo sobre la estación o la plaza del mercado. Los distintos pueblos oscenses también están presentes en la colección Coarasa Barbey, que además presenta algunos archivos inéditos durante la época de la Guerra Civil española con la toma de Siétamo en el frente de Aragón. 

La colección perteneciente a Pilar Alcolea también ha permitido confirmar anécdotas familiares, “he escuchado que un hermano de mi abuelo estuvo trabajando con el pintor Marcelino de Unceta y colaboró en pintar la cúpula del Pilar y es más, para hacer a Santo Dominguito de Val tomaron como modelo a mi bisabuelo, es una cosa que gratifica”, declara Alcolea. Los investigadores también destacan que en esta colección se encuentra “uno de los primeros retratos a la albúmina, insertos en unos gemelos de hueso, para lucirse en las mangas de una chaqueta o levita y un temprano ejemplo de fotografía con movimiento, con el efecto lenticular sobre vinilo”, aclara el investigador principal. 

Aunque la pandemia de la Covid-19 ha ralentizado el desarrollo del proceso, esperan volver a retomar el trabajo de campo y seguir aumentando la colección también en los próximos años, “es un proyecto de largo recorrido que constantemente va recibiendo solicitudes. Tenemos solicitudes de colaboración de hasta 21 colecciones y la cifra de las digitalizadas pronto superará las 1.300 piezas”, indican desde la iniciativa. 

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