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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

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Batallas y dispersión en la izquierda

Plácido Diez / Plácido Diez

Casi al mismo tiempo que advertía en las Cortes de Aragón al Gobierno PSOE-Cha de los poco más de cien días que está en el aire la aprobación del primer Presupuesto de la izquierda, las encuestas, tanto la del CIS, realizada a caballo entre mayo y junio, como la de Metroscopia en la Comunidad Valenciana, elaborada entre el 5 y el 7 de octubre, trasladaban que los cambios de gobiernos en ayuntamientos y autonomías, tachados de radicales por el Partido Popular, cuentan con amplio respaldo ciudadano.

Como también los nuevos rostros de la política municipal, Manuela Carmena en Madrid, Ada Colau en Barcelona y Joan Ribó en Valencia, aunque el suspenso en Aragón, también entre los líderes autonómicos, es generalizado, Echenique incluido, a pesar de que las nuevas formaciones que han roto con el bipartidismo continúan subidas con su tabla en la ola de lo nuevo, de lo no contaminado por los privilegios y las malas prácticas de las élites políticas.

En concreto, en Aragón la encuesta del CIS revelaba que el mayor porcentaje de los consultados, un 35 por ciento, preferían un Gobierno PSOE/Podemos/Cha. Recordemos que Podemos tiene 14 diputados, solo cuatro menos que el PSOE, una suma que, contando con los dos de Cha, daría consistencia a un Gobierno en un momento de extrema dificultad por la emergencia social, por la lucha contra la corrupción, y por la mala situación económica de la comunidad autónoma.

Bueno, pues fue que Echenique dijera que el Gobierno de Lambán no está a la altura, que solo vende humo, cartas a Mas y fotos con expresidentes, para que a las pocas horas el consejero de Hacienda, Fernando Gimeno, nos sacudiera con un informe de Intervención General que dice que a finales de año el déficit casi triplicará el límite legal, 690 millones de euros, que el “agujero” económico por ingresos sobredimensionados y gastos sin consignación presupuestaria, sobre todo en sanidad, alcanzará los 920 millones de euros, que el pago a proveedores alcanza los 86 días frente a los 60 legales, y que la deuda se ha duplicado en la última legislatura alcanzando los 6.657 millones de euros.

Vamos, una fotografía para echarse a temblar pero, a pesar de ello, Gimeno destacó que, a través de la retención de créditos, se están pagando las nóminas, atendiendo las deficiencias del Ingreso Aragonés de Inserción y de la dependencia, de la Universidad de Zaragoza, que pronto recibirá 3,4 millones de euros, y se ha refinanciado la deuda para ahorrar en intereses.

Un mensaje del Gobierno para que tome nota el líder de Podemos de que no se pueden hacer milagros, ni presionar con decálogos con cuenta atrás, tic, tac, tic, tac, que recuerdan al “programa, programa” de Anguita, y una llamada también a la responsabilidad de quienes con sus 14 diputados podrían remangarse más con la gobernabilidad, con la aplicación de su programa desde el Ejecutivo, y con el interés general de los aragoneses.

Que nadie olvide que, a pesar de todos los esfuerzos y escenificaciones de los tradicionales y nuevos partidos, primarias y votaciones presenciales y “on line”, la encuesta del CIS revela que la mayoría de los encuestados continúan viendo la política con desconfianza, indiferencia y aburrimiento.

Volviendo al consejero de Hacienda, hay que decir que Gimeno, cómo no, se guarda ases en la manga para remontar la crítica situación como una nueva política fiscal que permitiría ingresar cien millones más de euros tocando sólo patrimonio, sucesiones, impuestos medioambientales y a las hidroeléctricas, a los que habría que sumar otros 180 millones de euros más de ingresos que llegarían de la Administración General del Estado por la mejora de la actividad económica.

Con lo cual se despejarían algunos nubarrones a medio plazo y, a juicio del consejero de Hacienda, se podrían conciliar estabilidad presupuestaria y políticas sociales y de servicios públicos como la educación y la sanidad. Con Gimeno, Dios aprieta pero no ahoga.

En todo caso, después del toque de atención de Cataluña, la tensión electoral es más fuerte que nunca para Echenique y para Podemos, porque, aunque cada vez más señales, incluidas las inauguraciones y las desinhibiciones inducidas, estén apuntando a que el presidente Rajoy está políticamente quemado, al cambio de ciclo, los socialistas no despegan en las encuestas, porque el partido de Iglesias y Errejón busca reverdecer el mensaje del giro hacia el centro, de lo nuevo y lo viejo frente a la izquierda y a la derecha.

Una táctica que, en Aragón, hasta ahora no les ha servido para superar al PSOE en las últimas consultas electorales, con la excepción de la ciudad y la provincia de Zaragoza. Tensión que se explica también porque la maquinaria electoral de Podemos, con logotipo y nombre propios incluidos, eso ya es innegociable, tiene que dejar las cosas definitivamente claras a las otras candidaturas a la izquierda del PSOE con las que no habrá coalición, no habrá nada en común sino van por detrás en las listas.

Una decisión, la de cortar la confluencia, que forzará a los nueve concejales de Zaragoza en Común, cinco de ellos afiliados a Izquierda Unida, a elegir en la campaña de las generales entre el mitin de Pablo Iglesias o el de Alberto Garzón. Y una táctica que, por la dispersión, puede penalizar a la izquierda en provincias, como Huesca y Teruel, donde sólo se eligen tres diputados en cada una de ellas.

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