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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

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Ciudades polinizadas: la producción del común

Nociones Comunes

Tal y como estaba previsto en los programas, el arranque de los dispositivos electorales ciudadanos que han alcanzado posiciones de gobierno está siendo poner en marcha las medidas de emergencia que palíen las urgentes necesidades sociales que han causado la crisis y las duras políticas de austeridad.

Pero igual de importante nos parece, para no quedarse atascado apagando un fuego que no deja de crecer, hacer frente a las causas económicas de la crisis que nos han traído hasta esta dramática situación. Es decir, si desde fuera y dentro de las instituciones no nos ponemos pronto a producir e implementar políticas públicas innovadoras y transformadoras que nos lleven a un nuevo modelo productivo, a una nueva economía sostenible construida democráticamente y fundamentada en los derechos sociales, la justicia social y el respeto al medioambiente, difícilmente podemos ver un camino de salida que escape a un deterioro cada vez mayor o como mucho una hipotética nueva generación de burbujas inmobiliarias y financieras como inútilmente intenta la deteriorada máquina neoliberal.

Parece conveniente por tanto para esta tarea, analizar las transformaciones que en esta última época se han producido ya en las ciudades y comprobar en qué medida pueden servirnos para orientar e impulsar estas políticas innovadoras.

En este sentido, es interesante prestar atención a la ciudad desde el punto de vista de la productividad: intentar observar, como si viéramos la ciudad desde fuera, cómo se trabaja, cómo se produce riqueza y cómo se distribuye. Uno de los cambios importantes que podemos constatar hoy es la dificultad de delimitar la actividad laboral a un espacio concreto como antes era la fábrica. Es más, tal y como varios autores y autoras han explicado ya en distintas ocasiones, las ciudades son la fábrica actual en la que se trabaja hasta el punto que ni siquiera podemos distinguir las actividades productivas de otras actividades que no lo fueran. Por tanto el trabajo y la producción de riqueza excede por completo el ámbito del intercambio mercantil en el que suelen quedar reducidos según los códigos que manejamos habitualmente.

En las ciudades encontramos una producción difusa que no tiene como principal cometido la producción de mercancías sino que está basada y utiliza aquello mismo que produce: conocimiento, lenguajes, códigos, afectos, hábitos, etc.

A menudo los economistas o los sociólogos usan metáforas, incluso fábulas para construir, explicar y transmitir modelos económicos de los que se pueden deducir también moralejas o valores sociales y que intervienen de forma definitiva en las elaboraciones teóricas.

Es el caso de Bernand Mandeville que en su obra de 1714 elaboró una fábula con las abejas para demostrar que la avaricia, el interés individual, el egoísmo son las bases de una economía de mercado efectiva, y que una sociedad sin vicios se desmorona, apuntalando de esta forma la defensa moral de la economía liberal. Según Mandeville, en una colmena, cada abeja mira por lo suyo y el resultado de todos esos trabajos individuales es un panal de rica miel. Así, la mano invisible que regula el mercado actúa cuando cada abeja mira por su interés y se olvida de las demás.

Pero resulta que esta fábula de las abejas se puede invertir y el resultado es un modelo que puede explicar mejor esta forma difusa en la que la gente produce y se organiza hoy en las ciudades a la que nos hemos referido arriba.

Las abejas producen miel en la colmena con el polen que recogen de las flores en el exterior. Pero mientras se trasladan de una flor a otra y a la colmena, las abejas recogen y dejan caer (trasladan) el polen de las mismas llevando a cabo la importante función de polinización. De forma que si, como apunta Yann Moulier Boutang, en lugar de obcecarnos con la miel y la cera como productos de la actividad de la abeja en la colmena, prestamos atención a la polinización y a su valor económico, resulta que la polinización que las abejas llevan a cabo representa la tercera parte del PIB agrícola mundial. En comparación, la polinización de las abejas representa anualmente entre 790 y 5000 veces el valor comercial de la miel y la cera que producen. Y entonces la situación de fábula cambia por completo: ahora tenemos unas abejas que, lejos de pensar cada una en lo suyo, llevan a cabo una actividad de elevado valor basada en la cooperación y en el apoyo mutuo, totalmente implicada en las necesidades de la flor de la que también se beneficia.

De la misma forma, al igual que la fábula se centraba la producción de miel y cera y no veía la producción de riqueza de la polinización, los discursos y análisis económicos actualmente vigentes que responden también al diseño institucional claramente desfasado, conciben la producción en la ciudad de forma restringida al ámbito del mercado laboral. Trabaja quien tiene un contrato y una nómina, o como mucho quien cobra por una actividad aunque sea de forma irregular en la economía sumergida.

La idea de polinización en la ciudad nos invita a pensar en una producción socializada, una producción del común en la que el polen, la sustancia que se acumula en los sujetos individuales y colectivos y que enriquece y permite que la ciudad florezca, es esa sustancia inmaterial propia de la actividad humana y compuesta de conocimiento, de lenguaje, de afectos, de códigos, de imágenes, etc. Es la vida al completo en la ciudad la que se ha vuelto productiva y sujeta por tanto también a la explotación.

Muchas son las consecuencias de este nuevo paradigma productivo que hay que tener en cuenta para llevar a cabo ese cambio en la matriz productiva hacia una Economía Social del Conocimiento: las nuevas formas de explotación del capitalismo cognitivo, el paso de una renta individual a una renta colectiva (renta básica), los diferentes modelos de propiedad de la producción inmaterial, etc. Pero nos parece que esta perspectiva de las transformaciones acontecidas nos va a permitir orientar las políticas y el trabajo institucional y de gobierno para salir del pozo de la crisis del neoliberalismo y del gobierno de la finanzas, avanzando hacia un modelo de economía democrática y ecológicamente sostenible.

Guillermo Valenzuela - @llermo

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