Digresiones en torno al PP

El subsecretario de Fomento, el jaqués Mario Garcés, presentó el pasado viernes en la Diputación Provincial de Zaragoza su segundo libro de ficción, Episodios extraordinarios de la historia de España, 24 relatos que, con ilustraciones de Javier Ballester, van desde el siglo XV al XX, desde la tortura de un judío por la Inquisición a la caza de un maquis pasando por un claustrofóbico episodio de la peste del XVII en Daroca.

Un expresidente de Aragón, Santiago Lanzuela, y el actual, Javier Lambán, presentaron al alimón y con una saludable empatía el libro ante un auditorio en el que no había ningún dirigente del PP aragonés.

Mario Garcés tiene un discurso fluido y torrencial, como buen liberal abierto al diálogo con los rivales políticos, y una buena puesta en escena. Por tener tiene hasta similitudes físicas con el jefe de campaña de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, el alquimista que el pasado verano buscó los consejos de Jim Messina, el asesor experto en redes sociales que colaboró en la reelección de Obama en 2012 y en la sorprendente, la que está buscando Rajoy, de Cameron en el Reino Unido en 2013.

Para Messina, la fórmula del éxito son las redes sociales, la última es snapchat a la que están conectados millones de jóvenes que reciben imágenes y mensajes que se autodestruyen en segundos, y pisar la calle. Véase cómo en las últimas semanas Rajoy está yendo de inauguración en inauguración, sale a correr antes de empezar la jornada laboral y se apunta a mover el arroz de la paella donde toque, subrayando experiencia y recuperación económica, intentado apropiarse del futuro, intentando dar seguridad, a pesar de que el 29 % de los españoles están en riesgo de pobreza o de exclusión social, según la agencia estadística europea Eurostat, y a pesar de que estamos perdiendo población activa y talento joven, según la Encuesta de Población Activa (EPA).

Hago esta digresión porque creo que Mario Garcés, a pesar de la espantada que le dio a la presidenta Rudi con la que convivió poco más de cuatro meses como consejero de Hacienda y Administración Pública, sería un buen activo político para el PP aragonés, un poco más despegado de los grandes poderes y nombres de la economía, de los que sabrían venderla sin tantos números y con más alma como reclama la nueva guardia conservadora.

Después de su fichaje por Ana Pastor, llegarían dos consejeros de Hacienda más al Gobierno de Aragón y los objetivos de déficit sin cumplir y la deuda disparada a pesar de los recortes en los servicios públicos esenciales.

Si algo está caracterizando al PP aragonés en los últimos tiempos es la falta de iniciativa. Rudi tiró la toalla la misma noche electoral, se refugió en el Senado, y está deseando con toda su alma tener un sustituto al frente del partido en Aragón cuanto antes pero los congresos de renovación los bloqueó Génova hasta después de las elecciones generales.

El PP está funcionando con una gestora en Navarra, con presidentes interinos en Cataluña y Baleares, y con renovaciones pendientes en otras seis autonomías, entre ellas Aragón, donde, salvo que lo apañen los que influyen desde la sombra, el pacto con el PAR está muy cuesta arriba y más después de que los “populares” tumbaran en el Senado 68 enmiendas de los aragonesistas. Con el permiso del presidente del PAR, Arturo Aliaga, tanto José Ángel Biel como Manuel Pizarro, los puentes con el PP, tendrán que sudar la camiseta en esta ocasión.

El PP sigue siendo un partido de ordeno y mando. Se comprobará en los cabezas de lista al Congreso y al Senado en Aragón donde todo apunta, salvo novedad en Huesca de donde puede salir el futuro líder del partido, a más de lo mismo: Eloy Suárez y Octavio López por Zaragoza y Manuel Blasco, alcalde, y Carmen Pobo, expresidenta de la Diputación, por Teruel.

Y, hablando de similitudes, el título del segundo libro de ficción de Mario Garcés, Episodios extraordinarios de la historia de España, evoca Los momentos estelares de la historia de la humanidad de Stefan Zweig, el gran escritor judío del periodo de entreguerras cuyo universo literario tan bien se recogió en la película Gran Hotel Budapest, donde el sueño de una Europa unida se desvanece por el avance de la xenofobia y de los totalitarismo.

Oportuna la analogía por el momento histórico y porque un hotel, en este caso de Berlín, que está siendo investigado por la Oficina Nacional de Investigación del Fraude como presunta lavadora de dinero negro de Rodrigo Rato, que lo promovió tras salir de Bankia por el buen precio del edificio en el centro de la capital alemana y por los bajos tipos de interés, se puede convertir en un ejemplo clarificador del funcionamiento y del roce del poder político y económico en España.