Un Gobierno sin control

La imagen del asiento vacío del ministro Morenés en la Comisión de Defensa es una de las imágenes más vergonzosas de cuantas se han visto en el Congreso en las últimas décadas. Esa imagen simboliza, mejor que nada, el respeto que ha tenido el Gobierno, ahora en funciones, a los grupos parlamentarios y, por tanto, a los ciudadanos. 

Aprovecharse de estos tres meses sin Gobierno para no rendir cuentas a la ciudadanía amparándose en que su Ejecutivo sólo cumple labores administrativas por la situación actual, no es solo oportunista, sino que demuestra el verdadero sentido que tiene para el PP el control parlamentario, quizá una de las funciones más importantes de cualquier cámara democrática. 

A nadie nos gusta la situación actual. Todos consideramos que es muy necesario que haya un Gobierno constituido cuanto antes. Pero mientras eso no suceda, el reloj de la democracia no se para, a pesar de que con la negativa del Gobierno a comparecer y dar explicaciones, lo intenten a toda costa. Ese sillón vacío de Morenés es un desprecio grave a la ciudadanía. Esperemos que sea uno de los últimos desprecios de un Gobierno que gobernó cómodo en su mayoría sin escuchar a nadie y sin dar muchas explicaciones. 

Que una vicepresidenta de Gobierno, como es el caso de Soraya Sáenz de Santamaría, indique en twitter que no se comparece porque el Parlamento es un instrumento de campaña electoral de los partidos, es un motivo más que suficiente para dimitir. En cualquier país normal tendría que haberse marchado. En España, indica cuál es el sentido y el respeto que los populares tienen por la primera institución de la ciudadanía. La más soberana, la que les representa. Y eso no es campaña electoral. Eso se llama hacer uso de la democracia. El Gobierno no quiere control. Prefiere seguir sin rendir cuentas.

No es casual que estos últimos cuatro años –ya cuatro y medio—de gobierno popular, el decreto-ley haya sido la fórmula preferida para tramitar iniciativas, evitando así el debate y las aportaciones de los grupos. No es casual que Rajoy haya sido el presidente que menos ha comparecido en el Parlamento, y lo haya intentado evitar hasta en cien ocasiones. 

Ahora dice que no hay gobierno. Pero sí hay Gobierno, aunque esté en funciones. Hay ministros que viajan a cumbres de la OTAN y luego hurtan el elemental principio democrático de explicar qué se ha tratado ahí y cuál ha sido la postura española. 

No hay un Gobierno en funciones cuando nuestro presidente viaja a Bruselas a adoptar una decisión tan importante como vergonzosa respecto a la política europea de refugiados. Queremos saber, exigimos saber, qué dijo ahí y qué se trató. Y para eso no nos valen las cuentas de twitter ni los cortes de televisión. Un Gobierno en funciones no es un Gobierno de vacaciones. Porque el resto de ciudadanos no lo estamos. Y queremos saber. Es nuestro derecho. Aunque ustedes sigan en funciones.