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Algunos políticos se preguntaban qué podían hacer para atraer nuevamente el interés, mientras que a bastantes ciudadanos nos preocupaba cómo soportar la próxima temporada electoral.
Parecía difícil aguantar el tedio de una nueva campaña tan orquestada por la prensa. Otra vez los mismos protagonistas –nos decíamos- con los mismos collares. ¿Repetirían los “constitucionalistas” su mantra contra la pretendida ruptura de España? Y el partido más aislado, ¿se limitará de nuevo a decir que ha ganado las elecciones? Temíamos ver el mismo “teatrillo”, en ese escenario que discurre por toda España, como parte del gran teatro del mundo.
Pero el primer movimiento ya les ha conmovido, obligándoles a cambiar las estrategias o perecer. La inminente convergencia de Podemos e IU puede desbancar al PSOE, que se encuentra merecidamente entre la espada y la pared. La derecha obligada a utilizar la artillería pesada o sus bombas, supuestamente inteligentes, contra una poco probable alianza del PSOE con la nueva formación.
Los líderes políticos interpretarán su papel, pero con un guion abierto. Sería erróneo pensar que son libres de actuar como quieran. Eso conduce sólo a análisis psicológicos o individualistas. Pero también erraría quien creyese que la actuación de los líderes no es importante y que todo se cuece detrás de las bambalinas. Pues los guionistas y directores de escena marcan líneas rojas, pero dejan un margen a la creatividad del protagonista. Más aún, tras el tanteo de posiciones y fuerzas que ha supuesto esta corta legislatura, incluso los guiones tienen que abrirse a otros posibles desenlaces.
Las instrucciones, consejos y advertencias que acotan la espontaneidad de los actores, provienen de diferentes esferas. A veces son cercanas y bien conocidas, como las que el Comité Federal del PSOE dio a Pedro Sánchez y que el equipo negociador, nombrado por ese comité, cumplió al pie de la letra. ¡Qué mal papel le hicieron representar intentando llevar al huerto a Iglesias! No fue por ingenuidad, sino una jugada perdida.
Más allá de las ejecutivas están los militantes, cuya opinión se valora, ya de manera explícita (con votaciones) ya intuitivamente. Y más allá son las expectativas de los electores las que fijan las línea rojas; y con ellos las fuerzas fácticas nacionales e internacionales. Así el BCE, el FMI, las empresas del Ibex, la CEOE… opinaron e hicieron reflexionar a Rivera quien olvidó la alternativa entre la “nueva” y la “vieja” política para poner primeramente su abstención a disposición del PP y empujar luego hacia la gran coalición.
Volveremos, pues, a presenciar y comentar mil veces el “teatrillo” que protagonicen los líderes. Pero no olvidemos que detrás de Podemos está el mundo de los indignados y del 15M, cuya energía política pretende canalizar ese partido. Y detrás de IU la tradicional alternativa de izquierdas al PSOE.
La alianza electoral Podemos-IU cumplirá las expectativas de gobierno o quedará en la oposición. Pero obliga a los demás partidos a modificar sus guiones. Y habrá suspense, pues parece que las dos Españas están de nuevo equilibradas, con un centro indeciso.
El equilibrio es dinámico y antagónico, pues el aumento de la desigualdad ha agravado las tensiones, junto con la ineptitud para resolver el problema territorial. Si no ponemos remedio, el teatro español representará un drama en el que todos podemos perder. Sólo el bloque de izquierda tiene posibilidades e intención seria de hacerlo. Pues, paradójicamente, sólo luchando por una mejor distribución del trabajo y de la riqueza se podrá recuperar la cohesión social y llegar a los consensos que ahora añora el PP, un patrimonio que ha dilapidado ciegamente.
*Alberto Carreras, miembro de GAO (Gentes de Apoyo y Opinión)
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