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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Dejemos de tensar la cuerda

Gentes de Apoyo y Opinión

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Es habitual ahora culpar del fracaso para formar gobierno a la ineptitud y al ego de los líderes. Sobre todo al de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, aunque sin olvidar el de Albert Rivera y el de Pablo Casado.

Sin embargo, conviene tener en cuenta que estos egos están respaldados por gentes con objetivos que parecen irreconciliables. Y que todos somos responsables por jalear este enfrentamiento.

Durante los últimos años ha ido aumentando el antagonismo derechas/izquierdas, haciendo imposible a ningún líder una política moderada de cooperación y diferencia.

La crisis fue, quizás, el desencadenante de esta escalada. Las fuerzas de derechas, aterradas ante la posibilidad de perder poder económico, incluso a ver hundirse sus negocios o, en el caso de las grandes empresas, de verse sobrepasados por la competencia internacional, impulsaron la política de sólo recortes.

Aclaremos que se trataba de recortes para los trabajadores, para sus pensiones, para su seguridad médica y social, para su educación y, sobre todo, con una reforma laboral añadida que  les privaba de muchos derechos, rebajaba sus salarios y acababa con su estabilidad. Todo ello con tal de salvar “La” economía, que era fundamentalmente su economía.

No eran sólo las derechas españolas; éstas venían hostigadas también por las multinacionales europeas, que temían disminuir su influencia frente a los bloques internacionales: USA, Rusia, China y países emergentes.

Esta política de antagonismo fue curtiendo su agresividad en contra de Zapatero y culminó bajo el reinado de Rajoy.

Como reacción a ella, las izquierdas comenzaron a radicalizarse simétricamente, lo que llevó en 2016 a Podemos y aliados a obtener 71 diputados, amenazando la primacía de una fuerza de izquierda moderada o de componendas como era el PSOE. Si este partido se recuperó y Podemos descendió en abril de este año fue debido al triunfo de Pedro Sánchez contra el equipo de viejas glorias y de su rival Susana Díaz. Todos percibíamos que este triunfo era debido a su deriva hacia la izquierda, cada vez más acentuada, pareciendo que Pedro Sánchez defendía las tesis de Podemos y que utilizaba el mismo lenguaje.

La crisis catalana tensó más aún el enfrentamiento derechas vs izquierdas, con agresividad e insultos, e hizo que el partido de Rivera cayese de lleno en el campo derechista por su obsesiva lucha contra el independentismo. Matizamos, no era sólo una obsesión personal. El hecho es que la obstinación le acarreaba votos, lo que quiere decir que estaba apoyada por un número considerable de ciudadanos de toda España.

La lucha entre Ciudadanos y PP por liderar la derecha vino a enfrentarlos todavía más a cualquier política de izquierda. Antagonismo que no han sabido o no han podido frenar.

Si la derecha rechazaba cualquier alianza con el PSOE, este estaba obligado a aliarse con Podemos, tal como lo había dicho el mismo Pedro Sánchez.

Pero ¿ha sido solamente el ego de los dos líderes el causante del fracaso? No sólo. Pedro Sánchez se arriesgaba a verse arrastrado a la política izquierdista de Pablo Iglesias. Mientras que éste, que había ido rompiendo lazos con muchos de los fundadores de Podemos quedándose con el núcleo duro, no podía ceder. Pues entonces perdería a sus seguidores más radicales sin por ello recuperar a los sensatos. ¡Y es a estos radicales a quienes él representaba! Mejor seguir siendo intransigente, aunque perdiese bastantes votos y escaños, que perder a sus seguidores y el liderazgo de Podemos.

El PSOE siempre ha evitado enfrentarse radicalmente con los poderes fácticos, económicos, religiosos, militares, etc. Pero esto, que lo presenta como un partido ambiguo, con “dos almas”, ha evitado la ruptura de España. No sólo la famosa “ruptura” de los independentistas, sino la no menos famosa de las dos Españas; por decirlo de forma esquemática, la de los ricos y la de los pobres.

El PSOE es un partido de ricos (algunos muy ricos) y pobres (mucho más numerosos). Un partido que mira a derecha e izquierda antes de ponerse a andar, intentando contentar a unos y a otros para evitar la contienda abierta.

Nos podemos preguntar si ha sido mejor esta política de evitar una ruptura, que viene de mucho antes de la Guerra Civil, o si hubiese sido preferible abrir las heridas de una vez para que pudiesen cicatrizar bien y no como estamos ahora todavía con republicanos enterrados en cunetas desconocidas, aumentando el desprecio y la desconsideración de los unos a los otros y el odio de los otros a los unos.

Pero sea cual sea la respuesta a esta interrogación, Pedro Sánchez, teniendo que formar gobierno, no ha podido y no ha querido enfrentarse radicalmente a la otra media España, como le hubiera exigido la alianza con un Podemos de Pablo Iglesias.

Dejemos de tensar la cuerda unos y otros y no echemos la culpa únicamente a los líderes.  Que los ricos tomen en cuenta a sus hermanos pobres y que la izquierda acepte que no podemos suprimir ni prescindir de los ricos, que nos necesitamos todos. Limitémonos a impedir los abusos.

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