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La España de pico y pala

Mariano Gistaín

6 de septiembre de 2023 23:36 h

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Ya no hay pico y pala, todo es RRRrrrrrrrrrrrrrrrrr, máquinas y ruido. Ya no queda pico y pala, por suerte. Pero hay repartidores agotados en cada esquina, fuente, plaza, o microplaza. No sobran los bancos públicos para que reposen los repartidores con sus enormes bolsas que nunca se sabe si van llenas o vacías: son invisibles. La batería para la bici, para el  móvil, para la moto, para la propia dudosa alma: la batería es un básico esencial. La batería debería entregarse de serie al nacer, ya cargada, supercharger, para toda la vida o más.

La batería al nacer podría llevar aparejado el derecho a recarga gratuita en cualquier enchufe público, privado o misceláneo, al menos unos voltios o watios u ohmios. Lo que sea al cuerpo. Se acaba el empleo-verano de repente y arrecia el reparto septembrinal, el trasiego de libros y el rodar de carteras. ¿Cuánto pesan esas mochilas gigantescas que ya no vemos? Se han disparado los créditos instantáneos que exigen interés de usura. Este verano había que vivirlo a tope. Y la vuelta al cole y al TAE. Antes era el TAO ahora es el TAE. El psiquiatra, experto en arte y coleccionista Javier Lacruz, autor del sorprendente tratado “El juego espontáneo”, diagnosticó hace décadas el salto de las omnipresentes siglas PC –Partido Comunista– a PC, ordenador personal. Unas cosas quitan otras y el pico ya no es el mismo. Ahora es un beso rápido en los labios, prodigio del lenguaje y la metáfora popular. 

Todo esfuerzo ha sido eliminado de la conciencia del que no lo sufre. El dolor ajeno es invisible. Hemos conseguido ese blindaje. No existe si, a fuerza de verse, deja de verse. Esta obviedad es un progreso íntimo social, una defensa ante el mundo en derrumbe por abajo e indiferente exuberancia por arriba. 

La España de pico y pala ha desaparecido porque hay otras herramientas más eficaces pero la precariedad arrastra carros enormes. Carros, carretillas portapalés, enormes maletas. Este verano hubo que vivirlo aun a costa del futuro al 6% TAE. Todo venía siendo demasiado. 

Mejor que no haya pico y pala, ni picos de los de Eloy de la Iglesia, el pico uno y dos, el pico va a Alemania, a la vendimia a Francia, a traer algo. España ya no tiene picos y palas, los justos para el museo de aperos local. 

Luego están las jergas vivas. al desaparecer el pico original y casi la jeringuilla el pico pasa a ser un beso rápido que, si no es de mutuo acuerdo, desnuda a todo un país y a un mundo rancio que sigue teniendo el poder, aunque haya perdido el valor. La España de pico abusador se ha llevado una tarascada pero aguanta una vez más en su búnker blindado. Y hasta esa hermosa expresión ornitológica ha sido mancillada. 

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