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“Cuando interviene un profesional en el acoso escolar, ya es tarde”

Santiago Gascón es profesor de Psicología de la Universidad de Zaragoza en el Campus de Teruel.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

Santiago Gascón (Mallén, 1961) lidera la investigación “Detección de actitudes violentas en el aula (precursoras del acoso escolar)”, que ha sido distinguida con el XIV Premio Nacional de Investigación de la Fundación Lafourcade para el bienestar psicológico. Es profesor de Psicología de la Universidad de Zaragoza en el Campus de Teruel.

Enhorabuena por ese XIV Premio Nacional de Investigación de la Fundación Lafourcade para el bienestar psicológico.

Muchas gracias, porque además este premio nos ha supuesto repercusión en los medios y algunos permisos que llevaban atascados un año, de repente, se están desbloqueando. Hasta ahora, hemos hecho un estudio piloto en dos colegios. El dinero del premio lo destinaremos a extender el proyecto a todo Aragón. Seguramente no vamos a llegar a todos los colegios, pero sí a un número lo suficientemente significativo para saber que este método funciona, que es muy sencillo, que lo pueden aplicar profesores junto con psicólogos y que nos da información muy rica, no sólo para el tema del acoso.

¿En qué consiste exactamente esta investigación sobre “Detección de actitudes violentas en el aula”?

Tiene que ver con que el acoso escolar ha existido siempre. Con el desarrollo de las redes y de las nuevas tecnologías, ahora la situación puede ser más peligrosa y mucho más dañina. Incluso con casos más dramáticos en los que se ha llegado al suicidio. En el acoso, cuando puede intervenir un profesional, ya es tarde; porque hay que atender al chico o a la chica, también a la clase, pero la herida ya está hecha y el centro ya queda tocado. Queda siempre la sensación de que no hemos conseguido reparar todo. Por eso, queríamos trabajar en la prevención, pero los métodos que existen, que son cuestionarios, no son fiables. Si un adulto miente en un sondeo a pie de urna o en una encuesta sobre prácticas sexuales, imagínate un chico de 10 o 11 años. En realidad, no es que mientan, sino que aparece un fenómeno que en sociología llamamos la 'deseabilidad social', que consiste en responder cómo crees que quiere escuchar quien está preguntando. Entonces, nos topamos con una forma en la que, por medios indirectos, la persona no piensa que se le está evaluando sus actitudes, sino que su destreza a la hora de escribir, su imaginación. Vimos que se reflejaban muy claramente todas las actitudes, tanto las positivas como las negativas: tanto la solidaridad o la empatía, como la violencia o el rechazo al diferente… Hicimos un estudio piloto, vimos que resultaba muy bien en comparación con los métodos tradicionales. Lo presentamos incluso en la Organización Mundial de la Salud, en Ginebra, les gustó muchísimo. Pero ha sido un año sin presupuestos a nivel nacional ni a nivel autonómico, con lo que la investigación ha estado parada. Y, por otro lado, con los dichosos permisos, con la burocracia estábamos atascados. Por eso, a alguien del equipo se le ocurrió presentar el proyecto al premio. No pensábamos que fuéramos a resultar elegidos, pero nos ha venido como agua de mayo, por la dotación económica y porque ha aireado el tema. Es importante que lo tengamos presente porque es un problema de toda la sociedad, no sólo del niño que lo está sufriendo.

Sin cuestionarios, ¿cómo se detectan, entonces, las actitudes violentas?

No se puede revelar porque, entonces, los alumnos estarían avisados. Tiene que ver con que se hacen tareas durante todo el curso y, en un momento dado, en ciertas actividades, que pueden parecer más literarias o de acción narrativa, se hacen ciertos trabajos. Además, no llevan el nombre del alumno. Respetar el anonimato es muy importante, porque no nos importa tanto quién ha dicho qué cosa, sino qué actitudes hay presentes en el aula o en el colegio. En los resultados, no se va a indagar de dónde vienen las actitudes violentas: si es culpa de la televisión, de los juegos, de los videojuegos, sino que esto es lo que tenemos y tenemos todo un curso para trabajar sobre ello, sin agobios, escuchando. Además, no sólo trabajamos con los niños; también con los padres y con la sociedad en general: que los chavales tengan confianza con sus profesores, que la familia tenga confianza para comentar cosas que se escuchen en casa. Tiene que ver con romper tabús y con formas de actuar. Yo alucino, pero todavía sigue vigente esa frase de “tú no pegues; pero si te pegan, devuélvelo”. Eso es un error que todavía se comete; es fomentar en nuestros hijos la actitud de pegar puede estar justificado. O insultar. También, cuando se dice: “Tú no has hecho nada; no has pegado a nadie”. Claro, pero quizá tampoco ha defendido, con lo que también deberíamos corregirlo y fomentar que los chavales sean valientes.

¿Este tipo de consejos erróneos se dan porque en las familias todavía preocupa más que los niños sean acosados a que sean acosadores?

Sí, claro. Cuando una familia descubre, de repente, que su hijo ha ejercido acoso, se niega. Los padres suelen decir que sus hijos son maravillosos y no se lo pueden creer. Lo que hay que conseguir es hablar más en la familia, en los ratos de la comida, de la cena. Hay que hablar y dejar hablar, no acosar a preguntas. Si están diciendo que fulanita es tonta, hay que preguntar por qué, quién lo dice. Los propios padres pueden detectar y comentar con el profesor que ha escuchado algo a su hijo, aunque no sea él quien está acosando, pero puede haber un problema en la clase. Si logramos conversar sin culpabilizar, podríamos adelantarnos al acoso. Porque, insisto, cuando ocurre, el daño ya está hecho y normalmente se suele resolver con que el niño o la niña acosados se van del centro, algo que me parece que supone castigarles doblemente.

Por lo que han visto en sus investigaciones, ¿cree que hoy en día se suelen detectar los casos de acoso? ¿O siguen ocultos?

Sí se detectan, pero se ve el mal, la punta del iceberg, cuando el daño ha sido muy grande. Si el acoso es de menor intensidad, puede pasar desapercibido. Se ve cuando, por ejemplo, un chico que sacaba muy buenas notas, de repente, deja de sacarlas, está irritable, se vuelve retraído. Cuando ya el crío se atreve a confesarlo, el daño es ya muy grande. Se ha avanzado mucho, también en que es un tema que se conversa más. Se están haciendo experiencias muy bonitas Aragón de chavales más mayores que sirven como de mediadores o de 'hermano' o 'primo' mayor a los más que empiezan, a los más jóvenes. Se pueden hacer cosas muy bonitas y muy interesantes, pero todavía nos queda mucho por hacer.

¿Desde qué edades puede producirse el acoso?

Puede ocurrir en todas las edades, pero las más críticas suelen ser el último año de Primaria y Primero y Segundo de Secundaria. Estamos hablando de 11, 12, 13 años. El acoso ya no respeta género; antes eran más los chicos los acosadores, pero ahora lamentablemente hay acosadores chicos y chicas. Además, las formas de acoso son cada día más variadas, aparecen nuevas formas conforme avanzan las tecnologías. Antes, era un empujón en el recreo, que no era nada agradable, pero no pasaba de allí. Ahora, en esas edades, donde se está formando la personalidad, un mensaje, una fotografía que circula no sólo en el colegio sino en todo el barrio. Un adulto se puede reír de eso, pero a un chico o chica de 11 años les puede destrozar la vida.

Comentaba que no hay diferencias por género entre los acosadores, ¿y entre las víctimas?

Tampoco hay género. Quizá puede haber diferencias en las formas, pero hay víctimas chicos y chicas. Cualquier persona que sea un poco diferente puede ser víctima: más inteligente, con más interés por los estudios, extranjero, algo más gordo, ser un poco más sensible. Lo que vemos es que el acosador se mantiene porque hay un público, hay espectadores. Cuando los espectadores dejan de colaborar, desaparece la conducta. El acosador necesita tener un público que le jalee.

¿Y hay diferencias entre ciudades y municipios pequeños?

No me atrevería a decir; existe acoso en colegios de alto nivel económico, de bajo nivel, en el medio rural y en la ciudad. Seguramente es un fenómeno más urbano que rural.

¿Los profesores están suficientemente formados?

Muchos profesores están pidiendo ayuda. Dicen que tienen una clase con 30 alumnos, que tienen que dar su materia, les pasa esto... y no saben qué hacer. Es necesario que muchas disciplinas trabajemos juntos. Al empezar con este estudio, en la subdelegación del gobierno en Teruel nos invitaron a acudir a reuniones con profesionales de educación y de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.. Estamos viendo que trabajando entre diferentes profesiones somos mucho más eficaces.

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