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Teruel y su lucha contra la despoblación: del dicho al hecho y vuelta a empezar

Multiservicio rural de Torrijas.

Elisa Alegre Saura

Teruel —

Desde ofrecer trabajo y casa para familias con hijos con los que reabrir las escuelas hasta subvencionar a los emprendedores. Tener datos de desierto demográfico equiparables a Siberia ha hecho que en Teruel lleven años testando iniciativas para luchar contra la despoblación que, en algunos casos, parece que solo han servido para alargar la agonía de algunos pueblos: los pobladores que llegan rápido atraídos por el brillo del empleo, acaban desengañados cuando se acumulan las facturas en los largos meses de invierno. Y quienes tienen el empeño de quedarse en su pueblo no lo tienen fácil, a pesar de apoyos concretos de las administraciones más cercanas, que se afanan por dedicar recursos a crear empleo y ofrecer servicios para mejorar la calidad de vida en el mundo rural.

Una fórmula muy utilizada en los pueblos ha sido la de atraer a familias con niños para reabrir las escuelas, con la promesa de un trabajo seguro. En los tiempos de abundancia acudían a esta llamada de los pequeños pueblos sobre todo inmigrantes, cuya llegada consiguió romper una tendencia sostenida de caída de la población, “el paréntesis entre 2000 y 2008”, como explica Vicente Pinilla, catedrático de la Universidad de Zaragoza vinculado al Centro de Estudios sobre la Despoblación y Desarrollo de las Áreas Rurales. Antes, la emigración había mermado el censo de la provincia y cuando la población envejeció los nacimientos dejaron de enmascarar los datos porque no superaban a las defunciones.

En buena parte de los casos, la crisis económica se encargó de aclarar los números de quienes se hicieron cargo de hostales o tiendas en pequeños pueblos, en los que la población habitual no es suficiente para hacer un negocio viable, por barato que lo deje el Ayuntamiento.

Multiservicios rurales

Ni siquiera con proyectos aceptados como exitosos como los multiservicios rurales, que en algunos municipios no han podido salir adelante. Esta fórmula nació en Teruel, donde se encuentran la mayoría de los alrededor de 60 que hay en todo Aragón, y el modelo se ha exportado a otros lugares de España. Se trata de un local municipal en el que se concentran todos los servicios básicos para los vecinos de tienda, bar, restaurante o incluso hostal.

La Cámara de Comercio provincial y la Diputación de Teruel estudian la viabilidad de estos multiservicios rurales y apoyan a los Ayuntamientos para financiarlos.

Los gestores se suelen quejar del escaso margen de beneficios que tienen, aunque también paguen poco en concepto de alquiler, porque hay muchos gastos fijos como luz, o las cuotas a la Seguridad Social, que durante los meses de invierno de menos población no pueden cubrir.

“Los costes son los mismos que en Teruel o Zaragoza, tienen que comprar cámaras frigoríficas para los yogures igual que en otra tienda”, explica como ejemplo Carlos Julián, agente de empleo y desarrollo local de la comarca del Maestrazgo. Y eso pasa con los multiservicios y con cualquier otro negocio, sobre todo los agroalimentarios que tienen que cumplir estrictas normas de seguridad que encarecen todo el proceso.

También la Diputación ha estado implicada en los distintos programas europeos que han probado en Teruel distintas fórmulas, desde el programa Equal, uno de los primeros que promovía la creación de “antenas” a otros más recientes como el Philoxenia Plus, con el que la institución provincial buscaba fomentar el autoempleo, ayudando económicamente a autónomos que ofrecían sus servicios itinerantes por varios municipios, como de peluquería en el Maestrazgo.

Mundo agroalimentario y nuevas tecnologías

Ninguno ha sido la panacea como explica Julián, “no hay fórmulas mágicas”, y añade que abordar este fenómeno mundial, el de la despoblación de las zonas rurales, llega tarde para muchos municipios por ejemplo como los de su comarca, en los que apenas viven 20 personas. Su trabajo es ayudar a quienes quieren quedarse a vivir y trabajar en esa España rural y despoblada, tramitando el papeleo y ayudando con las subvenciones, que las hay, para apoyarles.

Cree que ese apoyo tiene que pasar por la “discriminación positiva en materia fiscal”, como ya se reclama, y con ayudas a los autónomos y las empresas porque sus costes son los mismos que en una ciudad pero no los beneficios. Pero hay que ir más allá: “La legislación no está pensada para el mundo rural”, especialmente la agroalimentaria, que llevó al cierre de mataderos que ahogaron muchos negocios y que dificulta mucho la instalación por ejemplo de empresas de elaboración de quesos. “Ahí deberíamos aprender de Francia, que allí también hay normativa europea como aquí, pero defienden el mundo rural” destaca.

El mundo agroalimentario es, junto a las nuevas tecnologías y la potenciación de las energías renovables, el camino para salvar los pueblos que estén todavía a tiempo, en opinión de Carlos Julián.

Las comarcas en Aragón, desde su origen, han dedicado muchos esfuerzos a ofrecer servicios a la gente que vive en sus pequeños pueblos: desde actividades deportivas, a transporte para los más mayores pasando por el servicio de podólogo, cubriendo con dinero público los números rojos que deja el limitado número de clientes.

Y la Diputación de Teruel ha hecho lo propio poniendo en marcha planes que otorgaban a los ayuntamientos dinero para dar trabajo en el municipio al tiempo que arreglan calles, plazas y jardines, e incluso para pagar las nóminas de sus trabajadores. También dedica parte del presupuesto a apoyar la prestación de servicios como la teleasistencia para los mayores, la educación de adultos y otros servicios sociales

A largo plazo

Antes de la puesta en marcha del proceso de elaboración de la estrategia estatal contra la despoblación y la directriz autonómica, el tejido social, económico y político de Teruel llevaba mucho tiempo moviéndose para que la despoblación no fuera un problema solo de unos pequeños pueblos de la España olvidada. Esta inquietud se ha canalizado a través de varias iniciativas que no han encontrado la manera de ir de la mano, entre otras cosas porque tienen distintos compañeros de viaje.

El proyecto de la Serranía Celtibérica agrupa a zonas de las comunidades autónomas de Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja, que han sido llamadas la Laponia del Sur. El nombre le viene por ser el único territorio de la Unión Europea que tiene una densidad inferior a 8 hab/km2, algunas como la Sierra de Albarracín menos de un habitante por kilómetro cuadrado, según explica su impulsor, el catedrático Francisco Burillo.

A partir del Instituto de Investigación y Desarrollo Rural Serranía Celtibérica con sede en Teruel, la iniciativa tiene como objetivo “convertirse en centro piloto y de excelencia de la Unión Europea para la transferencia de I+D+i al desarrollo rural de la Serranía Celtibérica y por extensión a otros territorios europeos y de terceros países”, explica Burillo, aunque el instituto actualmente carece de financiación.

Este catedrático defiende “una acción integral como la Unión Europea realiza en territorios de características determinadas, como las Canarias, territorio insular y transnacional”, y está pensando en cuestiones como “la máxima exención fiscal permitida, apoyo a empresas y a sus ciudadanos en fiscalidad y ayudas para desplazamientos”. Reclama además “una PAC y una política minera especial. Además, banda ancha ya, y cumplimiento de las promesas de infraestructuras viarias”, y lamenta que al Estado le preocupa, más que la despoblación, “el reto demográfico, que es el envejecimiento y el problema de las pensiones”.

Otra iniciativa es la del sector empresarial de Teruel, que ha trabajado intensamente en los últimos años para hacerse oír en Europa, con las organizaciones empresariales de Soria y Cuenca, para que el apoyo con fondos específicos para luchar contra la despoblación se lleve al papel y se haga oficial. Y lo hacen apelando al artículo 174 del Tratado de Lisboa que promulga la igualdad de los territorios, y con el estudio “Cuenca, Soria y Teruel y su encaje en un área meridional escasamente poblada”, y dando a conocer la situación de esta España interior ante las autoridades comunitarias.

Las entidades empresariales de las tres provincias se han puesto como objetivo conseguir en 2020 que exista una política europea de vertebración del territorio distinta para estas regiones escasamente pobladas, al estilo del acuerdo que tiene la Unión Europea para tratar zonas poco pobladas de los países nórdicos

Desde el punto de vista político, Aragón participa en un foro con otras comunidades autónomas, pero, concretamente en Teruel, el Programa Operativo del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) de Aragón 2014-2020 reconoce para la provincia una Inversión Territorial Integrada (ITI). Esto supone la llegada de 26 millones de euros desde Europa para proyectos generadores de empleo a los que el Gobierno regional debe sumar otros 26 millones de euros más, al tratarse de fondos cofinanciados por las comunidades autónomas al 50 %. Dinero que se está destinando al apoyo de las pymes y a la extensión de la banda ancha, según el Ejecutivo aragonés, aunque desde algunos sectores se ha acusado al Ejecutivo de gestionar con cierto oscurantismo esta figura, de la que no se sabe mucho más

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