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Aragón integra 200 vestigios de la Guerra Civil española en rutas de senderismo para recuperar la historia

La ruta Orwell, en la sierra de Alcubierre, que recuerda los pasos del escritor británico en la Guerra Civil española

Marta Salguero

Zaragoza —

Aragón fue línea de frente durante la Guerra Civil española y, como tal, quedó profundamente marcado. A lo ancho y largo del territorio, pasando por sus tres provincias, todavía quedan marcas de la contienda, vestigios que, en muchos casos, pasan desapercibidos y que ahora se quieren poner en valor.

Recorrer el territorio y rememorar su historia es lo que busca una iniciativa impulsada por Turismo de Aragón, en colaboración con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMHA), que propone rutas de senderismo por algunos de estos puntos. Y son muchos, porque Aragón quedó dividido y fue territorio de batalla como evidencia también la cantidad de fosas repartidas por la Comunidad, la segunda en número después de Andalucía.

Para ello se preguntó a los 731 municipios aragoneses sobre la presencia de vestigios de la Guerra Civil y el franquismo en sus términos municipales. Con esa información, más toda la documentación recopilada por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMHA) procedente de otros estudios hechos hasta la fecha, se han señalizado cerca de 200 puntos distribuidos por las 33 comarcas aragonesas. Enlazando todos ellos, Turismo de Aragón ha configurado rutas para ponerlas al servicio del ciudadano y del conocimiento de la historia.

Parte de estos vestigios son conocidos, como el pueblo viejo de Belchite; la ruta Orwell en la sierra de Alcubierre, que recuerda los pasos del escritor británico en la guerra española e incluye representaciones en trincheras o la visita teatralizada al Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Robres (Huesca).

Pero hay vestigios, algunos bien conservados, otros no tanto, que son más desconocidos. Hoy todavía puede vislumbrarse lo que fue la línea fortificada del Cinca, menos popular pese a ser la principal resistencia construida por el bando republicano en Aragón durante el conflicto y que tuvo un alto valor militar. Se extendía desde las inmediaciones del Pirineo hasta Gandesa a lo largo de 120 kilómetros repletos de numerosos nidos de ametralladoras y refugios para las tropas, trincheras, caminos cubiertos, polvorines o pistas militares.

Además, en Fonz se ubicó un emplazamiento artillero para cuatro cañones y Monzón fue uno de los puntos fuertes de esta línea con 66 emplazamientos para ametralladoras y atrincheramientos para 4.000 soldados en una línea que seguía hasta Selgua, y que, en cambio, apenas fue obstáculo para el ejército nacional.

La Línea P fue construida tras la II Guerra Mundial

También en Huesca se encuentra otra de las construcciones defensivas que mejor se han conservado en la frontera con los Pirineos. La Línea P fue construida por orden del dictador Francisco Franco entre 1944 y 1948 para defender la frontera desde el Cantábrico hasta el Mediterráneo ante el miedo a una invasión tras la II Guerra Mundial.

De todas las regiones por las que atraviesa esta línea, Aragón es la que menos núcleos fortificados tiene, probablemente porque las altas montañas del Pirineo aragonés ya hacían de muro de contención, asegura Mercedes Sánchez, de ARMHA, quien ha coordinado este proyecto. Aun así hay muchos asentamientos, uno de ellos en la conocida estación de Canfranc, donde hay más de 12 búnkeres en el interior del bosque.

En Zaragoza, una de sus rutas lleva hasta Caspe, donde se trasladó el Consejo de Aragón. Allí, en el Teatro Goya, se celebraron las sesiones de debate del Estatuto de Autonomía que la guerra acabó frustrando. Estos itinerarios históricos llevan también al campamento maqui de La Codoñera y a Alcañiz, donde cada 3 de marzo tiene lugar una recreación histórica en memoria del bombardeo de la aviación italiana en 1938. En menos de dos minutos, murieron entre 300 y 1.000 alcañizanos.

Y, en Teruel, prácticamente todos los municipios tienen vestigios de la Guerra Civil. “Aragón estuvo dividido y tuvo muchos frentes, en prácticamente todos los lugares hubo trincheras y batallas”, explica Sánchez.

Un producto turístico similar a otros en Europa

Con estas huellas de lo que fue España desde 1936 hasta 1975 se ha creado un “producto turístico” similar al que existe en otros países de Europa para conocer la historia más reciente con una inversión por parte del Gobierno de Aragón que ronda los 6.000 euros.

“La historiografía entiende que la guerra española es el preludio de la II Guerra Mundial, porque aquí estuvieron los nazis y los fascistas italianos. Por eso, queríamos hacer un producto similar a lo que ya existe en Europa, y que aquí lamentablemente no hay porque no existe una memoria democrática afianzada, para alimentar nuestro conocimiento histórico” indica el director gerente de Turismo de Aragón, Jorge Marqueta.

Es, además, un proyecto pionero en España por la cantidad de rutas turísticas que incluye y por presentarlas de forma ordenada distribuidas en comarcas y provincias. Y es, además, una iniciativa que se actualizará progresivamente conforme los municipios detecten y señalicen sus vestigios.

Este es el caso de El Pueyo de Araguás en la comarca del Sobrarbe, donde se están recuperando tres cuevas en las que se alojaban los maquis, y una trinchera en zig-zag. Esta zona del Bajo Peñas fue también muy castigada durante la Guerra Civil porque aquí hubo una línea de frente importante entre los nacionales y los republicanos, que hace que todavía hoy sea fácil encontrar restos de trincheras en el monte de Santa Engracia y en la sierra de Araguás. Ahora se trata de sacarlas del olvido.

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