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Ayerbe y el Obispado de Huesca: pugna más allá de los tribunales por la propiedad de la ‘Capilla Sixtina’ del Alto Aragón

Protesta de los vecinos de Ayerbe ante el Obispado de Huesca.

Miguel Barluenga

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La localidad de Ayerbe y el Obispado de Huesca mantienen un litigio por la propiedad de la ermita de la que se conoce como ‘Capilla Sixtina’ del Alto Aragón por sus bellas pinturas murales, el monasterio de Nuestra Señora de Casbas. Levantado en el siglo XII, es una joya del cisterciense declarada Monumento Nacional en 1979. La jueza dio la razón a la sede episcopal y el ayuntamiento de esta población ha recurrido la sentencia. También ha llevado su reivindicación a las calles, con protestas incluso delante de la sede del Obispado y el lema “Lo que ha pagado el pueblo, que sea para el pueblo”.

El Obispado de Huesca y la parroquia de Ayerbe presentaron una demanda contra el consistorio después de que éste inscribiera la ermita a su nombre en el catastro. Este lamenta que en el fallo se entienda que las inversiones hechas con dinero público en la ermita para su mejora por más de 600.000 euros respondan al precepto de conservación del patrimonio, puesto que este consideraba que era de titularidad municipal. La sentencia está recurrida ante la Audiencia Provincial.

La Plataforma Ciudadana en defensa de la propiedad de la Virgen de Casbas lidera esta corriente de opinión y se muestra convencida de que la razón le asiste. Argumenta que la ermita de Casbas fue construida por el concejo a principios del siglo XVIII, como consta en un documento de 1750, y por eso aparece el escudo de Ayerbe en el retablo y en el frontal del altar. Está registrada en el inventario municipal desde los años 70. En el año 2017, al finalizar las últimas obras, cuando el Ayuntamiento intentó la inmatriculación y el obispado lo demandó.

Así, señalan que desde su construcción, todos los gastos de reconstrucción y mantenimiento, incluidos agua y luz, han sido pagados por el ayuntamiento. Los ayuntamientos de Ayerbe y de la localidad vecina de Biscarrués se han sumado a la plataforma, que ya ha recogido cerca de mil firmas de apoyo. Mantienen que se han destinado en ayudas públicas más de 600.000 euros y que “si no hubiera invertido el ayuntamiento ese dinero, no estaríamos hablando de la propiedad de la ermita de Casbas porque sería una ruina y nadie la querría. No entendemos por qué ahora el obispado viene a reclamar algo de lo que nunca se ha acordado”.

El Obispado de Huesca, por su parte, ha replicado que se ha buscado “en todo momento” evitar una confrontación entre vecinos e instituciones y para ello se sometió la cuestión a enjuiciamiento judicial en el que el Ayuntamiento expuso su versión y “presentó cuantas pruebas creyó que le asistían, como lo hizo este obispado y la parroquia”. Entiende que el consistorio haya utilizado “su justo derecho a recurrir el fundado pronunciamiento judicial y ha presentado las alegaciones que considera que le asisten y que han sido refutadas en el escrito de oposición a tal recurso, pendiente ahora de sentencia en segunda instancia”.

Son los tribunales quienes “actuarán conforme a derecho” y, entre tanto, el Obispado desea “que se mantenga la concordia habitual que debe presidir para cuanto conviene a los integrantes de las parroquias y habitantes de la Comarca y sea, como hasta ahora lo ha sido, un lugar de referencia en la convivencia y devoción a la Virgen de Casbas, a la vez que siga ofreciendo espacio para eventos culturales compatibles con el lugar sagrado”.

La Plataforma tilda este comunicado de “curioso” puesto que a su parecer el Obispado “quiere ignorar las dudas de la propia jueza al respecto, pese a su sentencia, y manifestadas en esta”. Se trata de una afirmación “muy precipitada” a sabiendas de que “dicha sentencia no es firme: ”Resulta chocante que quienes iniciaron el pleito por la propiedad del santuario -por desgracia la propia parroquia de Ayerbe y el obispado- se presenten ante la opinión pública como víctimas cuando en realidad no lo son, dado que ellos dieron el paso adelante, y resulta curioso y llamativo a la vez que mientras duraron las obras de restauración y rehabilitación del santuario se estuvieron bien calladitos y que una vez terminados tales trabajos, con cargo al dinero público aportado por los impuestos pagados por todos los contribuyentes, entonces saltaran a la palestra diciendo que era suyo“.

Una actitud que “carece de toda fuerza ética y moral a la par que resulta sospechosa, dado que eso quiere decir que ya pensaban hacer esto antes de comenzar la obras que salvaron de la ruina este santuario, verdadero corazón y centro espiritual de la zona”.

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