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Vivir sin calefacción y con ratones que se comen el cableado frente a una de las playas más turísticas de Asturias

Viviendas públicas de El Agüil en Salinas, Castrillón

Raúl Ávarez

Salinas (Castrillón) —
7 de febrero de 2024 19:37 h

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Los servicios dejan de funcionar, los pisos se deterioran y, para cerrar el círculo de la desesperación de los inquilinos, nadie da respuestas, explicaciones ni remedios a sus necesidades y sus quejas. En los 92 pisos de promoción pública de El Agüil, en Salinas, los vecinos pasan el invierno sin calefacción ni agua caliente. La reparación de las dos calderas que les dan servicio, estropeadas a la vez, se retrasa de una semana para otra desde antes de Nochebuena. Pero la situación ya no les sorprende.

Su sensación es que Vipasa, el organismo autonómico de la vivienda pública en Asturias, dejó de escucharles hace ya mucho tiempo y que los mantiene estancados en unos edificios con garajes y trasteros inundados, ratones que mordisquean el cableado y arruinan frecuentemente la conexión a internet, desinterés general por la conservación de sus hogares y algún que otro ejemplo de apatía ante conductas que afectan a la convivencia.

Tanto se han torcido las cosas que parece una broma recordar los comentarios admirados de familiares y amigos al recibir los pisos. Salinas es una localidad muy codiciada para vivir en Asturias. Situada en el concejo de Castrillón, en la conurbación de algo más de 100.000 habitantes que forman la ciudad de Avilés y sus alrededores, es desde hace décadas una población residencial situada junto al mar Cantábrico.

Su playa, muy apreciada para la práctica del surf, es una de las más populares de la comunidad y cada verano el precio de los alquileres vacacionales se dispara con el trasiego de turistas. Asturianos y veraneantes llegados de otros lugares abarrotan sus calles. “Me decían: ‘qué bien, qué suerte tuviste’. Y yo contestaba muy contenta. Pero mira ahora”, lamenta una de las residentes, víctima de violencia de género y que, por tanto, pide no ser identificada en este reportaje.

Hace cinco años recibió un piso con una cisterna estropeada y con el retrete utilizado por los pintores que habían trabajado en él antes de su entrega sin vaciar. Ninguna de las ventanas del salón se abría. Pidió arreglos pero Vipasa se puso de perfil

La ilusión se evaporó pronto. Recibió un piso con una cisterna estropeada y con el retrete utilizado por los pintores que habían trabajado en él antes de su entrega sin vaciar. Ninguna de las ventanas del salón se abría. Al ponerse en contacto con Vipasa para solicitar esos arreglos, descubrió que la empresa pública se ponía de perfil. De eso hace ya cinco años.

Desde entonces, ha visto tantas otras cosas que no le extraña el desinterés por el arreglo de las calderas. Se ajusta al patrón habitual, dice. “Todo les da igual, nunca nos hacen caso. Se pasan la pelota con el administrador de fincas que lleva estos cinco portales. Pero nadie hace nada. Los encargados que pasan por aquí son muy déspotas. Y a veces los vecinos lo pagan con las chicas que atienden los teléfonos, que siempre son amables y no tienen la culpa de nada. Pero, claro, la gente se calienta y también es muy comprensible”, añade.

Sin calefacción más de dos meses

Manuel López Aranda, uno de sus vecinos, lleva semanas calentando agua cada vez que se afeita. En diciembre, la calefacción dejó de funcionar. Mientras llegaba la pieza necesaria para el arreglo de la caldera, Vipasa anunció que usaría la otra caldera de los edificios, la que habitualmente garantiza el agua caliente, para las dos finalidades. Eso significaría que no podrían tener calefacción y agua caliente al mismo tiempo. Pero las semanas pasaron, la primera caldera nunca se arregló y la segunda acabó por estropearse también, así que ahora no hay ni un servicio ni otro. Con suerte, el grifo suelta un chorro tibio.

Estoy enfadado, nos llevan engañando desde noviembre. Muchos carteles de disculpen las molestias, pero ni una acción. Yo vivo solo pero, cuando viene mi hijo, se acaba yendo a casa de su madre sin haberse podido duchar. Y las facturas siguen llegando

Manuel López Aranda Vecino de El Agüil

“Claro que estoy enfadado”, reconoce este vecino, “nos llevan engañando desde noviembre. Muchos carteles de disculpen las molestias, pero ni una acción. Eso no ayuda en nada a mi vecina, que es una chica con parálisis cerebral. Yo vivo solo pero, cuando viene mi hijo, se acaba yendo a casa de su madre sin haberse podido duchar. Y las facturas siguen llegando. Los vecinos nos las enseñamos unos a otros y no damos crédito. No sabemos por qué estamos pagando, qué es exactamente lo que nos están cobrando”.

El pasado lunes dejó una esperanza. Algunos vecinos descubrieron, sin previo aviso, que volvían a tener calefacción y agua caliente. “No lo comprobé. Todo esto es una vergüenza. Vivo en un primero y no da el sol. Algunos días la temperatura aquí bajó a 12 grados. Me han salido úlceras en la piel. ¿Dónde voy? ¿Lo denuncio?”, se pregunta Mercedes García Barranco, que este año cumplirá 11 como residente. Los vecinos, de su bolsillo, han recurrido a radiadores eléctricos, que encarecen la factura de la luz, a catalíticas o a estufas de queroseno.

“Somos 92 propietarios y en Vipasa, para darnos largas, nos dicen que siempre nos quejamos los mismos. No sé si eso es verdad y no me importa. Yo lo que quiero es que funcione la calefacción porque pago por ella y porque, si dejo de pagar, me echan”, añade Mercedes. A través de la mensajería móvil, los vecinos ya han empezado a organizarse para pedir una reunión de sus representantes con el director general de Vivienda, Jesús Daniel Sánchez, nombrado por Izquierda Unida. Dentro del gobierno de coalición asturiano, presidido por el PSOE, esas políticas recaen dentro de la Consejería que gestiona IU, la de Ordenación del Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos.

El espejismo del lunes puede deberse a que, tal y como responden a eldiario.es Asturias desde la consejería, ese día la caldera quedó reparada y se realizaron los ajustes y pruebas de funcionamiento necesarias, estableciendo un horario de calefacción de cuatro a ocho de la tarde hasta el próximo martes 13, cuando regularán ya el horario de invierno. Justifican el retraso de más de dos meses en la espera de una pieza, que tardó tres semanas en llegar y en el descubrimiento de una nueva avería, pero apuntan al una solución definitiva la próxima semana.

Del resto de desperfectos en las viviendas desde la dirección general de Vivienda aseguran que no tienen constancia. No obstante el titular de la dirección, Daniel Sánchez, no descarta reunirse con los vecinos la semana del 19 de febrero para comprobar si la reparación de la calefacción ha tenido éxito y recoger cualquier otra queja que los inquilinos le trasladen, adquiriendo con ellos el compromiso de solventar cualquier desperfecto. Sánchez asegura que su departamento tiene como prioridad dignificar la vivienda pública.

En el bloque de enfrente, que es privado, seguro que ya lo habrían arreglado. Les habría costado un dinero, pero no estarían esperando tanto. Y no sé, da la impresión de que en Oviedo nos ven muy lejos. Ya podían ellos venirse unos días aquí

Mercedes García Vecina de El Agüil

Mientras esperan, los vecinos han decidido exponer la situación en los medios de comunicación con la esperanza de que atraer la atención periodística sirva para resaltar su urgencia. “En el bloque de enfrente, que es privado, seguro que ya lo habrían arreglado. Les habría costado un dinero, pero no estarían esperando tanto. Y no sé, da la impresión de que en Oviedo nos ven muy lejos. Ya podían ellos venirse unos días aquí”, dice Mercedes.

El Ayuntamiento responde

Salir en los periódicos les sirvió en el pasado. Hace unos meses, para empeorar la situación general, en los bajos del edificio se generó un foco de menudeo de drogas. Era un local que el Ayuntamiento de Castrillón preveía habilitar como centro social para vecinos y personas mayores, pero el proyecto naufragó cuando la empresa adjudicataria de las obras, en plena crisis inflacionista en los precios de los materiales, desapareció de la noche a la mañana.

Todo quedó abierto y sin recoger y se generó un foco de insalubridad. “Teníamos que apartar a los niños. La gente venía a comprar sus cosas y se metía la coca ahí mismo, en los bancos de la plaza”, recuerda la vecina que no desea ser identificada. Una vez más, Vipasa, el administrador de la finca y el Ayuntamiento miraron hacia otro lado.

Después de las últimas elecciones municipales y de varias denuncias en la prensa, el nuevo alcalde garantizó que en una semana lo tendrían todo arreglado. Cumplió su palabra y operarios municipales levantaron muros de cierre, pero a los vecinos les queda la sensación de que, sin su movilización, nada habría cambiado. “Por un lado, hicimos ruido. Por otro, a diferencia de Vipasa, el alcalde vive aquí y la gente le pregunta por la calle. Nota la preocupación. En Oviedo les importa mucho menos”, asegura.

Esta vecina es escéptica sobre el resultado de esta nueva movilización, pero la apoya porque le gusta la idea de una actuación en conjunto de todos los vecinos. “Es que podría pasarme dos horas seguidas sin parar de contarte historias que no parecen verdad. Tengo que escuchar que en los trasteros nunca se filtra agua. Y luego abro el mío y me llega hasta el tobillo. O vienen de la empresa proveedora de internet a arreglarnos los cables un jueves. Y el sábado ya no funciona porque los ratones han vuelto a comérselo. Por no hablar del tamaño que tienen cuando te los encuentras en el portal, que podrías creer que son gatos. Esta podría ser una comunidad muy buena, pero ya ves”, resume.

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