La campaña electoral de Madrid ha saltado por los aires. Desde que Rocío Monasterio intentara humillar a Pablo Iglesias por unas amenazas de muerte que dijo no creerse del todo, ya nada es igual. Durante el fin de semana ya no ha girado todo alrededor de la frase de “comunismo o libertad” sino alrededor de otro dilema: ”fascismo o democracia”. O suma la izquierda o Vox está en Gobierno.
Pablo Iglesias se levantó del debate de la SER, se fue y con ese sencillo gesto le ha dado a la izquierda la única oportunidad de recomponerse antes del 4M. Ahora, PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos han pasado a la ofensiva.
Ángel Gabilondo decía ayer en una entrevista en elDiario.es: “PP y Cs han acogido a Vox, sin escrúpulos”. Mónica García (Más Madrid), decía en otra conversación el sábado: “Ayuso es la autora intelectual de la escalada de odio e intolerancia”.
A Ayuso, que tenía el 4M en la mano con su estrategia de prometer lo prohibido, se le ha complicado la campaña.
El PP, Ciudadanos y los periódicos de derechas tratan ahora de desviar la atención intentando igualar a Vox y a Podemos, decir que los extremos se tocan, que la extrema derecha es igual que la extrema izquierda, que hay que renunciar a la polarización. Es una lógica contradictoria, porque mientras usan esa premisa para atacar al PSOE por gobernar con Podemos, no la usan para pedirle al PP que no cruce la línea roja de gobernar con Vox.
Este es el memorable titular de la portada de El Mundo de ayer: “Gabilondo se lanza a la desesperada a la polarización y Ayuso se queda en el centro”. Gabilondo polariza y Ayuso se centra. Se centra pero ha roto un gobierno de Ciudadanos porque las encuestas les decían que podían cambiarlos por Vox.
Puede que haya gente un poco sorprendida por la reacción tan contundente que ha provocado la actitud de Monasterio en el debate de la SER. Como si no hubiéramos visto esta misma actitud amenazante antes con menores migrantes, con mujeres feministas, con periodistas, con personas LGTBI, con progresistas de todo tipo.
Todo esto ya se sabía. Supongo que la diferencia es que lo vimos en un debate en directo en una gran cadena, con una candidata con opciones de gobernar despreciando algo con tanta reminiscencias en España como una amenaza terrorista, manteniendo una actitud fulminante mientras el resto, almas demócratas desorientadas, intentaban saber cómo reaccionar ante su desafío. Esa duda no es nueva.
Y entonces nos acordamos del vídeo de un hombre dispararando en un campo de tiro contra dianas con la cara de varios miembros del gobierno, nos acordamos del atentado con explosivos en la sede de Podemos en Cartagena, nos acordamos de los atentados contra políticos progresistas, contra feministas, contra medioambientalistas, contra migrantes, en Reino Unido, en Noruega, en Países Bajos, en Brasil, en EEUU. El supremacismo blanco, la xenofobia y el machismo reaccionario están inspirando acciones violentas que el sistema no acaba de asimilar como terrorismo.
Con el “lárgate” y el “cara de amargada” de Rocío Monasterio, algo se nos agarró por dentro. Y creo que ese algo fue una intuición, se nos activó un instinto: el miedo. Y el miedo tiene casi siempre que ver no con lo que vemos, que se puede parecer a otra cosa que ya hayamos visto antes, sino con lo que creemos que está por venir.
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Cambiamos de tema, aunque no de partido, con una exclusiva que hoy publicamos en elDiario.es. Vox está pidiendo a cargos de su partido en otras comunidades que viajen a Madrid para llenar los mítines. En chats internos vemos cómo se les incita a que se busquen un “justificante laboral” para burlar los cierres perimetrales.
Aquí lo tienes:
“España está jugando en la Superliga de las vacunas”, me dijo con ironía el viernes mi compañera Icíar Gutiérrez. Me gusta la analogía. Una competición controlada por las grandes farmacéuticas, a la que hemos accedido por invitación de la UE. España acelera el ritmo y ya tiene inmunizado a más de la mitad del grupo de 70 años.
Fuera de esta Superliga donde estamos los países europeos, Reino Unido, Israel, EEUU, Emiratos Árabes… está la realidad de un mundo que no puede ni pagar el precio que han puesto las farmacéuticas por las dosis ni aunque lo puedan pagar pueden garantizar el suministro. Les hemos prometido donarles millones de vacunas. Aquí contamos que no es suficiente.
Lo de India es muy alarmante. Hay imágenes durísimas de cadáveres ardiendo en la calle, donde se van acumulando las víctimas ante un sistema totalmente colapsado. Te contamos lo que sabemos sobre la nueva variante detectada en ese país.
Vacuna española. Si te has preguntado qué pasa con las vacunas contra la Covid-19 que se estaban desarrollando en España, en esta entrevista con uno de sus investigadores, Mariano Esteban, encuentras respuestas y varios datos escandalosos sobre la precariedad de la ciencia en España.
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Esta semana es decisiva. Mañana nos leemos de nuevo, y además vendré con una propuesta que espero que te guste.
Un abrazo,
Juanlu.
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