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Un “populismo” propio de Trump que usa el hartazgo de la pandemia para prometer lo prohibido: la clave del éxito de Ayuso

La presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, en un acto de campaña.

Iñigo Aduriz

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Hace dos años, en las elecciones autonómicas del 26 de mayo de 2019, Isabel Díaz Ayuso logró el peor resultado de la historia del Partido Popular en la Comunidad de Madrid –30 escaños de 132– y solo consiguió mantener el Gobierno regional pactando con Ciudadanos y con el apoyo de Vox. Desde su llegada a la Puerta del Sol, su Ejecutivo solo ha logrado aprobar una ley y no ha conseguido sacar adelante ningún presupuesto. Y en el balance de gestión de la pandemia Madrid encabeza todos los rankings negativos: desde contagios a muertes, pasando por el escándalo de las residencias.

Con los datos actualizados hasta el 21 de marzo de 2021, Madrid ha sido la autonomía con un mayor exceso de mortalidad. Un 43% más respecto a los años anteriores, según las cifras de vigilancia diaria –2020 y 2021– del Sistema de Monitorización de la Mortalidad (MoMo), del Instituto de Salud Carlos III.

En las residencias de mayores de la región, con competencias exclusivas en la materia intactas durante toda la pandemia, en Madrid fallecieron más de 8.000 ancianos en solo dos meses, los primeros de la emergencia sanitaria. Y la orden que impedía el traslado de mayores enfermos con la COVID-19 de los geriátricos a los hospitales partió de la Consejería de Sanidad de su Gobierno. Con sus políticas de minimizar las restricciones sanitarias, manteniendo bares y comercios abiertos incluso en el interior de los locales, a diferencia de otras comunidades incluso aquellas donde también gobierna el PP, Ayuso no ha impedido que crezca el paro en la comunidad en un 21% en solo un año, de marzo de 2020 al mismo mes de 2021.

Ayuso ha basado su campaña –cuyo lema central es “Libertad”– para las próximas elecciones del 4 de mayo en numerosas afirmaciones falsas, partiendo de que adelantó los comicios asegurando que su ya exsocio Ciudadanos iba a presentar una moción de censura que siempre ha negado el partido de Inés Arrimadas.

¿Por qué entonces, pese a ese balance objetivamente tan negativo, la presidenta y candidata a la reelección parte ahora como favorita en todas las encuestas? Los sondeos –como el último del CIS, hecho público esta misma semana– auguran que el PP podría doblar los escaños logrados en 2019 y que podría mantener el Gobierno autonómico, si bien también apuntan a que tendría que pactar con la extrema derecha de Vox o con Ciudadanos, en el caso de que esta última lograra entrar en la nueva Asamblea –algo que no está garantizado, según esas mismas encuestas–.

“Vivir a la madrileña”

Los analistas consultados por elDiario.es coinciden en señalar que el éxito de Ayuso en las elecciones del 4M, en caso de serlo, no tiene nada que ver con su gestión de los últimos dos años sino con una “estrategia populista” similar a las del expresidente estadounidense, Donald Trump, o la del brasileño, Jair Bolsonaro. Sus mensajes llamando a “tomar cañas”, celebrar corridas de toros y sus constantes apelaciones a “vivir a la madrileña” se dan en un contexto de hartazgo generalizado de la ciudadanía tras meses de restricciones por la pandemia.

En ese contexto de una sociedad en shock, Ayuso logra la simpatía de una gran parte de los ciudadanos apelando a los sentimientos y las ilusiones, la “libertad” frente a las restricciones, aunque ello suponga en parte negarle gravedad a la pandemia, que en la cuarta ola vuelve a atacar especialmente a Madrid, la tercera comunidad de España en incidencia acumulada, solo por detrás de Euskadi y Navarra. La región es la única que permaneció abierta en Semana Santa y la presidenta culpa al Gobierno de España, básicamente por mantener cerradas las otras. Gracias a su discurso, emergen bares que hacen camisetas con la cara de Ayuso o ponen el nombre de la presidenta a algunos platos de su carta.

José Juan Verón, profesor de Periodismo e investigador en Comunicación Política de la Universidad San Jorge de Zaragoza, explica que “el discurso emocional positivo” que defiende Ayuso “cala en una sociedad que está hartísima” de la pandemia. “Desde el punto de vista irracional necesitamos sujetarnos a algo que nos dé esperanza y tener a alguien a quien echar la culpa”, añade. En el caso de la presidenta madrileña, esa figura en la que centrar los ataques es el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que se asocia con las restricciones de la pandemia por su papel de mando único durante el estado de alarma.

“Ayuso ha logrado tener un discurso oportuno porque es todo profundamente irracional. Tomamos las decisiones por impulsos y más en el momento de fatiga pandémica, lo que se ve también en actitudes irresponsables como las de las fiestas ilegales”, concluye.

“En el actual contexto de tanto estrés y cansancio, que emerja una voz que te diga 'sal a la calle, toma unas cañas o ve al circo', de entrada puede tener éxito”, resume, por su parte, Carme Ferré-Pavia, profesora de Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona. “Las políticas populistas son populistas porque son populares, independientemente de que sean objetivamente buenas o malas, en este caso para nuestra salud. Lo importante es que las propuestas sean agradables para los oídos y tengan la aceptación popular”, añade. A su juicio, en medio del “cansancio social existente” cuando “alguien te dice algo agradable”, como permitirte irte de cañas o a eventos masivos, “aunque en el fondo sepas que es peligroso, se antepone el placer a la seguridad”. 

La “simplificación” del discurso político

Esta lectura la comparte también Jose Rama, profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), profesor invitado en el King's College de Londres y autor del primer libro en lengua inglesa sobre el auge de la derecha radical en España: VOX. The Rise of the Spanish Populist Radical Right (Routledge, 2021). “Cuando se simplifican los discursos la movilización puede ser mayor porque los ciudadanos, en política, siempre buscamos atajos que nos permitan entenderla. Ayuso ha buscado un atajo maniqueo, que divide a la sociedad y la enfrenta en dos polos antagónicos: uno que está a favor del comunismo, la falta de poder adquisitivo y otro, en el que ella sitúa a los 'buenos', que prioriza la libertad”, asegura él.

En opinión de Rama, la presidenta madrileña ha logrado determinar “el marco de competición” de las elecciones porque, a su juicio, “ha ganado la batalla en torno a lo que se va a debatir” dado que “el resto de los líderes han comprado ese discurso” y también hablan de términos como el de la libertad en sus mítines y comparecencias. “Todo ello”, asegura este profesor de la UAM, “auspiciado por el trumpismo, las teorías de Steve Bannon –gurú de la ultraderecha mundial, también de Vox en España– y el populismo transnacional”. Ayuso, recalca Rama, “habla del sentimiento madrileño, la política 'a la madrileña'”, lo que constituye “un discurso casi nativista de la derecha radical”.

Coincide en este análisis José Juan Verón, que habla de la tradición española del “neoliberalismo” que vincula la figura de la libertad con el “localismo”, todo ello relacionado siempre con una política de bajada de impuestos, una de las propuestas estrella de Ayuso, y grandes proyectos inmobiliarios. “El PP había utilizado hasta ahora el localismo en la Comunidad Valenciana durante la época de Eduardo Zaplana. Ahora también lo hace Ayuso cuando habla de 'vivir a la madrileña' tratando de decir que 'nosotros somos mejores'. Es el nosotros contra ellos”, resume. “La tradición política neocon o neoliberal que empieza en los años 80 con Ronald Reagan se explota con Trump de forma zafia. En España también se ha hecho. En los años 80 y 90 del siglo pasado lo hacía primero Jordi Pujol en Catalunya y luego Zaplana en Valencia, aunque ambos eran más cautelosos. Ayuso se suma a esa forma zafia del expresidente estadounidense”, insiste.

El principal mensaje de campaña de la presidenta madileña es, de hecho, todo un clásico del neoliberalismo internacional: el de la reivindicación de la “libertad” frente a una supuesta opresión de sus oponentes, que al principio de la campaña el PP identificaba con el “socialismo”, que cuando el exvicepresidente Pablo Iglesias anunció su candidatura fue el “comunismo” y que, más recientemente, se limita al “sanchismo”, para confrontar con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

“Libertad” y propaganda

“La apelación a la libertad es el uso del discurso propagandista, que tiene unas características, como el maniqueísmo, la ambigüedad y la simplificación. La palabra libertad se puede utilizar para cualquier cosa y Ayuso la emplea de una manera populista muy efectiva”, asegura Carme Ferré. José Juan Verón añade que la presidenta madrileña acuña el término de libertad “muy a su conveniencia”, con “un uso perverso del término”, pero que funciona: “Todos queremos ser libres, abrazar a amigos y tomar cañas. Nos gusta a todos. Pero la libertad no se puede entender a golpe de impulso, debe ser desde la conciencia y la reflexión, no puede ser caprichosa”, advierte, para concluir: “La libertad también es tener salud”.

Los analistas consultados alertan de los peligros de la estrategia de la presidenta madrileña. Para Jose Rama, experto en el crecimiento de la extrema derecha en toda Europa, los mensajes de Ayuso tienen “consecuencias terribles” porque propugnan “altos niveles de polarización política, que es lo que se está viviendo en Madrid”. “Estas estrategias generan dinámicas de competición centrípeta, por lo se va a los extremos. Y quien más posibilidades tiene de ganar es el más histriónico, el más radical. Además se genera una inestabilidad política y una tensión que puede hacer en un momento que quiebren las democracias”, advierte.

“En EEUU la separación de poderes ha permitido que el trumpismo y el asalto al capitolio no terminen en un quiebre de la democracia. Pero con estas mismas dinámicas, en países latinoamericanos hay muchos estados fallidos. Además, la polarización hace más probable que se fracturen Gobiernos”, añade. La fragmentación se ve en Madrid, a su juicio, en que hay tres partidos “en cada ideología”, lo que genera “altos niveles de polarización”. “En este escenario, podríamos ver llamadas a elecciones de forma continua y una política que descuide los intereses de los ciudadanos en favor de los políticos, que es una dinámica muy perjudicial para los electores”, resume.

Para Carme Ferré también, “cuanto más polarizados están los sistemas políticos la calidad de la democracia disminuye” y “la falta de necesidad de pactos lleva a políticas muy escoradas” frente a las sociedades “en que se debe pactar, que todo se matiza un poco”. “Pero ninguna institución es eterna”, vaticina. “La COVID puede ayudar a Ayuso a ganar por la conjunción del cansancio generalizado y sus políticas supuestamente positivas, pero esto pasará. Lo de la libertad para hacer lo que nos dé la gana se le va a acabar”, zanja.

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