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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Y además, estos canallas nos roban el tiempo

José María Izquierdo

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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Hasta la palabra es fea. Y no podemos despegárnosla de la piel, porque todas las mañanas nos despertamos con una náusea nueva provocada por un mismo sentimiento: el asco. ¿Qué otros sentimientos pueden producirnos esos cargos socialistas que se dirigían a las mujeres de su entorno echando mano a la bragueta? Burros rijosos, sucios y zafios, gente a la que hay que expulsar de inmediato de cualquier organización que, simplemente, quiera considerarse decente. Y si en ellas ha habido personas que han mirado para otro lado, los máximos dirigentes solo tienen una obligación: echarlos a la calle, arrancarles los galones y someterlos al oprobio de gritar sus nombres a los cuatro vientos. Nunca, jamás, os queremos a los canallas, pero tampoco a vosotros, sus cómplices.

Qué decir de esos tipos corruptos que han engordado sus cuentas corrientes y se han pagado sus caras juergas con el dinero recaudado con los sistemas mafiosos de delincuentes despreciables. ¿Decimos presuntos? Digámoslo. Pero espanta lo que ya sabemos y lo que vamos sabiendo de poco a poco, como si nos castigaran con una taza de acíbar diaria. Tenían poder, unos sueldos abultados, coches oficiales, gastos pagados y casa gratis, y gozaban del respeto de todos sus votantes, que los aclamaban allá por donde iban. ¿De qué oscuras covachas han salido estas gentuzas, en qué nido de buitres han crecido, cómo han caído hasta esas bajezas, sin que sus vecinos de tienda de campaña, por cierto, hayan olido su fetidez hedionda?

Y todos estos especímenes dignos de acabar en el vertedero han acarreado, además, otro daño colateral que conviene destacar. Cuando es obvia y escandalosa la guerra emprendida por los jueces, hay quien cree que en pinza de sangre con una parte de la dirección de la Guardia Civil, los desmanes de esa piara de socialistas, su corrupción o sus abusos, empañan la defensa de la izquierda ante esa evidente cacería contra el gobierno de coalición. Decimos paladinamente la UCO, sí, porque si ponemos en tela de juicio la imparcialidad de los ilustrísimos señores jueces del Supremo, un suponer, ya me dirán por qué no podemos hacer lo propio con algunos miembros de ese ejército dentro del ejército que es la Guardia Civil, pero también con los miembros de la llamada policía patriótica que tan ricamente utilizó el gobierno de Mariano Rajoy. ¿Acaso no sería de temer un equipo formado por un juez militante de la derecha más procaz que encarga la investigación sobre un acusado de izquierdas a un guardia civil que bebe los vientos por Vox o a un policía muy patriota que acusa de traficar con drogas a un dirigente de Podemos? Ah, ya, que ustedes no se creen que existan esos comandos de ataque. ¿Cómo van a existir jueces que condenan sin pruebas, o guardias civiles que dejan pasar años sin investigar determinados expedientes que afectan a la derecha, mientras se vuelcan en atender con suma diligencia las ansias chocarreras de ciertos jueces que piden más y más investigaciones y papeles absurdos en procesos contra socialistas iniciados por organizaciones de ultraderecha, estos sí, corre que te corre, aunque confundamos nombres o números?