Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Esperanza Aguirre, la ideóloga de un modelo sanitario que hace negocio
El PP usa el “sentido común” para disfrazar su renovado negacionismo climático
OPINIÓN | 'Privatizacionitis sanitaria: causas, síntomas, tratamiento', por Isaac Rosa
Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Todos, todos, con un ataque de nervios

José María Izquierdo

76

Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Un poquito de memoria, que pareciera que una nube negra nos hubiera borrado de la caja de los sesos todo lo que ha sucedido en el mundo, y sobre todo en España, en los últimos años. Exactamente el domingo 3 de diciembre de 2023, el Partido Popular, con Núñez Feijóo y la polímata Isabel Díaz-Ayuso en el frontis, reunía en la plaza de Debod madrileña a miles y miles de ciudadanos para protestar, fíjense qué cosas tan extraordinarias ocurrían hace solo dos años, contra la amnistía a los líderes catalanes del procés. Anteayer, mismo escenario, misma cabecera de la concentración, mismas banderas y quizá mismos manifestantes, pero ahora, hay que ver qué cosas, ya no es contra la amnistía, allá arrinconada, que mejor no nos mencionen a la bicha.

Porque aquello, como la aplicación del artículo 155, como los mamporros de la policía en las calles de Barcelona, el encarnizamiento judicial, jaleado hasta el éxtasis por los dirigentes del PP y los insultos -gruesos, brutales, zafios- a los Puigdemont, Junqueras y demás ralea, peste de independentistas que querían romper nuestra sagrada España, esta España mía, esta España nuestra. A la cárcel con ellos, métanlos en la celda y tiren la llave, clamaban aquellas gargantas enrojecidas por el ardor guerrero provocado por una dirección del PP con sangre en los colmillos confiados en que aquello - ¡qué traición tan horrenda! - acabaría con la tiranía insoportable de Pedro Sánchez. Anteayer, en la manifestación, también lucían palmito en primera fila Mariano Rajoy, el mismo incompetente que no supo qué hacer en aquel 2017, o el justiciero Aznar, el de que quien pueda hacer que haga. Que ya se sabe que “lucharemos todos juntos, todos juntos en unión, defendiendo la bandera de la santa tradición” (Oriamendi) (1). Con nuestros camaradas de Vox, como ya veremos más adelante. 

La gracia de la cosa viene dada porque justo la semana pasada, apenas 48 horas antes del aquelarre de Debod, bello lugar evocador de faraones y momias, el mismo Feijóo que fungía de verdugo de separatistas en aquel diciembre de hace dos años, se postraba de hinojos ante los empresarios catalanes para pedirles, como un desarrapado mendigo, una limosnita, por amor de dios, sean buenos y digan a Puigdemont y demás señores honorabilísimos -cuán noble es su aspiración a la independencia- que me presten unos cuantos votos, pelillos a la mar, que aquello que dije de ponerles cadenas y otras gracias semejantes solo eran unas bromas simpáticas, que a veces se nos va la mano en eso del humor negro. ¿Dicen ustedes que fue una imagen patética, el pretendido gran líder de todas las Españas arrastrándose por las moquetas ante quienes ha insultado y ellos han hecho lo propio con él? Pues aciertan.