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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Prostíbulos, inmigrantes y catalanes: más gasolina para el fango

El presidente de Vox en la Región de Murcia, José Ángel Antelo. EFE/Vox/ Daniel Sabiote
14 de julio de 2025 22:20 h

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Está pasando delante de nuestras narices, nuestros ojos y nuestro entendimiento y hay quien no quiere verlo. Es la conjunción orquestada, compartida, encadenada, programada, estructurada de todas las fuerzas de la derecha mundial pero también de la española, más casposa, insultante y pirata con pata de palo y parche en el ojo. Están al abordaje y no quieren prisioneros. Cuentan, además, con el viento de popa del populismo o neofascismo mundial, algún día acertaremos con el adjetivo, que empuja y empuja, Pero sobre todo, porque la granizada cae sobre nuestras cabezas, entendamos lo que ocurre aquí, en aquesta pell de brau. Cuando un jefe nombra al Arropiero como su edecán en el campo de batalla, auxiliado en las bandas por el Sacamantecas y la envenenadora de Pollensa, de todos es sabido cuál será el nivel de ética y moralidad de la banda en su conjunto.

Veamos, primero, el frente de las derechas políticas patrias, esa división acorazada que cuenta con sus tanques, su infantería y hasta el apoyo aéreo. Va a ser inasequible al desaliento de hoy hasta las próximas elecciones, sean cuando sean. Así que si la izquierda quiere sobrevivir, si pretendemos que esta ola reaccionaria no nos aplaste, habrá que articular una defensa extrema, pero distinta y personalizada para los ataques feroces de esas piezas perfectamente ensambladas de la maquinaria de guerra implacable que han ejercido desde el momento en el que Sánchez asumió el poder, pero que se ha agudizado hasta el fanatismo y el odio en los últimos meses. La resistencia puramente política es la más obvia de todas. De portavoz a portavoz, elíjase el armamento para el duelo a primera sangre: la palabra, el puñal, el kalasnikov o la bomba atómica. El PP –¿qué esperar de Vox, qué de Abascal y sus tigres de Bengala?- ha decidido moverse entre las armas semiautomáticas y las bombas de racimo. Deberá mirarse bien en el espejo el PSOE y examinar con lupa si tiene en sus filas a equivalentes sicarios de la violencia más extrema, capaces de las mayores infamias como demuestra, día a día, ese canallita encubierto que es Núñez Feijóo, piloto descarado de la infamia ya practicada en Galicia, y sus aguerridos gurkas. Porque a lo mejor conviene emprender la tocata y fuga ante la salvajada continua y elegir la vía de los oídos sordos ante las palabras soeces, o bien utilizar el arma de la ironía o, quizá, del sarcasmo. Hay que tener una cuadra muy bien dotada para responder con pujanza a las coces de los adversarios.

Respecto al ámbito judicial, las respuestas son más difíciles. La izquierda tendrá que reforzar su equipo de abogados y tratar de taponar, con mil recursos, las vías que han decidido abrir a diario los excelentísimos señores justicieros de las togas. Van a dosificar y a dispersar los ataques. No va a haber semana sin una nueva filtración de la UCO y el juez Puente, ya sea con Cerdán, con Ábalos o Koldo García. Y cuando no sea Peinado el que ataque a la esposa del presidente o al ministro Bolaños, será el juez Hurtado al fiscal, a la espera de la espectacular entrada en escena del juez Marchena para intentar descarrilar la amnistía a los responsables del procés catalán, guerra a muerte contra el Constitucional. ¿Respeto a las leyes? Dejen al Ojo que se carcajee. Será durante meses la bota malaya, que no gota, o la gota, ésta sí, china. O sea, golpe de estado blando, por llamarlo de alguna manera, que es de esperar que no haya balaceras.

¿Y qué decir de los medios de comunicación? Se ha extendido la especie de que la violencia y la indignidad extrema emanan exclusivamente de los llamados seudomedios digitales. Inexacto. El ataque sin freno, la virulencia de los opinadores, la permanente tergiversación de los hechos proviene, también, de los medios más convencionales de la derecha, como el Catavenenos se ha hartado de reproducir aquí mismo. El ABC del jueves pasado, por ejemplo, mantuvo como primera gran noticia y en el lugar más destacado este titular: “Los ‘prostíbulos’ de la familia de Begoña Gómez que atormentan al PSOE”. No se trata de un panfleto digital: es el diario que llevan bajo el brazo las buenas familias –la gente decente- que van a misa los domingos. Los mismos Luca de Tena que regalaron un avión a Franco para poner en marcha la cruel Guerra Civil. Ocurre algo parecido con El Mundo, propiedad del Grupo italiano Rizzoli, magníficas relaciones con Giorgia Meloni. Sumen la agresividad sin freno de Carlos Herrera y sus tertulianos en la COPE, la emisora de esos obispos desvergonzados que piden elecciones anticipadas, los canales de televisión al servicio de la extrema derecha -¿qué opinan de la Trece, vuelven los obispos al trigo?- los feroces analistas que pueblan Antena 3, Telemadrid o Canal Sur, por ejemplo, amén de Telecinco, Cuatro -¿decimos algo de Iker Jiménez?- o la Sexta, sin olvidarnos de la 1. No se trata de digitales de medio pelo –por cierto, ¿alguna vez sabremos el nombre de sus dueños?-, es el tuétano podrido de los medios de comunicación más sólidos y considerados –qué risa- como serios y rigurosos.

Ése es el drama que vivimos actualmente: el apogeo del disimulo, la mentira y la falsificación. Esa prensa deleznable revestida de respetabilidad vive alineada, íntimamente unida, a los políticos que aparentan ser moderados o templados, pero que en realidad son fieras corrupias, junto a numerosos señores togados, representados por una equilibrada balanza, que venden objetividad pero que hacen de sus autos una persecución de jauría depredadora contra la presa elegida, siempre de izquierdas, qué casualidad, o que redacta panfletos en lugar de sentencias. ¿Decimos aquello del lobo y la piel de oveja? Todos juntos son las huestes de Atila o la Wehrmacht y las Schutzstaffel. Miedo no, pánico es lo que dan.

Y cuando acabe la infamia de los prostíbulos, preparémonos para una campaña despiadada, brutal y bárbara contra la inmigración. Vox, pura voz de sus amos, en la mejor estela de los neofascistas franceses, italianos o húngaros, sin olvidar las redadas trumpianas, ya ha iniciado de frente su ataque sin freno con la propuesta de expulsión de ocho millones de extranjeros. Y han comenzado, de nuevo, las broncas y las manifestaciones contra los inmigrantes, las redes sociales desatadas llenas de bulos y mentiras espoleadas por los dirigentes de Vox: “Los españoles tienen que mantener con sus impuestos a los violadores de sus hijas”, en palabras de Abascal, o “más muros y menos moros” de Jorge Buxadé. Y ahí están los gravísimos disturbios de Torre Pacheco, Alcalá de Henares o de cualquier pueblo o ciudad, roído por la extrema derecha. Y todo ello, pésima deriva, con la criminal complacencia del Partido Popular y su mirar hacia otro lado, cuando no la colaboración explícita en la xenofobia y siempre, siempre, jaleada por la cheerleader Isabel Díaz Ayuso, presta a todas horas para vocear el exabrupto más grosero, como decir que fomentar la inmigración es una maniobra de Sánchez “para reventar el país”. ¿Tampoco aquí, en esta vergüenza, podemos contar con una derecha digna? ¿Echar de España a los extranjeros, dicen? ¿Y quién va a limpiar el trasero de tu abuela, llevar la silla de ruedas de tu papá anciano, lavar tus pantalones de Carolina Herrera, subirse a los andamios, cavar zanjas, recoger la fresa, reparar tu teléfono móvil o atender a los pacientes en el centro de salud? Gentuza estúpida, además de racistas de medio pelo.

Al tiempo, vamos a chocar inmediatamente, ya lo estamos haciendo, con la financiación autonómica, Cataluña mediante. Suelo lleno de peligros, como atravesar las brasas con los pies descalzos en la noche de San Juan. Y ojo, dice el Ojo, con agraviar a algunas comunidades, estén presididas por nacionalistas, el PSOE o el PP. Es terreno muy delicado y nadie como la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para entender que habrá que dar a Cataluña lo que le corresponda, tapar la cabeza, pero no quitar la manta de los pies a Andalucía, su Ítaca soñada. El Gobierno lo sabe muy bien, claro, y tendrá que volver a ejecutar ese ejercicio circense de los platillos chinos. Imprescindible el apoyo de ERC y Junts para el objetivo, difícil, pero no imposible, de aprobar los Presupuestos, pero con la obligación de no crear agravios comparativos. Hay que exigir transparencia y equidad. A tope.

Y con este panorama encima, ¿qué hacer? Hasta aquí hemos visto que se ha montado con moderado acierto el círculo de caravanas ante la permanente y abundante lluvia de flechas. Pero además, y de manera decidida y enérgica, cabeza alta, pecho fuera, cogidos de la mano de uno en uno somos mucho más que dos, tendrá el Gobierno que tirarse al campo político con medidas sociales, con propuestas vivas y eficaces para la ciudadanía, llenando ese espacio libre de ideas y proyectos que deja vacío una derecha que nunca, jamás, propone un plan para nada, una solución para ningún problema, Ni tan siquiera han sido capaces, obnubilados por afilar las navajas, de articular propuesta alguna para luchar contra la corrupción. Era difícil, cómo dar ideas para luchar contra ellos mismos, el partido más sucio de Europa. Ya hemos repetido aquí una y mil veces la necesidad de ofrecer soluciones palpables y visibles, dotadas de las leyes y la memoria económica que se necesiten para arrancar, ya están tardando, la lucha contra la precarización de la vivienda y otros problemas sociales de importante calado.

Decíamos de los Presupuestos. También hay que trabajar con la izquierda, con Sumar en primer lugar, tarea factible, como se ha visto con el embargo de armas para Israel, pero también con Podemos, heroicidad que ahora mismo se antoja imposible aunque habrá que intentarlo. Que sean ellos –Iglesias, Montero, Belarra- quienes insistan en ni siquiera hablar con el Ejecutivo, pero el Gobierno está obligado a tratar de ablandar hasta el hormigón armado. ¿Ley mordaza, más y más medidas sociales? Añadir los votos de los morados a los de PP y Vox para desgastar al Gobierno es una táctica, además de deprimente, de alto riesgo para ellos mismos.

¿Saben aquel cuento de la lechera? Pues ahí tienen un futurible: están Feijóo y García Page, que se ha hecho con los mandos del PSOE tras asesinar políticamente a Sánchez, toda indignidad será bienvenida, sentaditos ante una mesa para repartirse las carteras de un goloso gobierno de coalición, tuya mía, la gran derecha de toda la vida al poder, si es que la opción de Vox se derrumba por cualquier imprevisto.

¡Qué desgracia, se ha roto la jarra en una pedanía cercana a Toledo y la leche se ha derramado por el camino!

Adenda. La presidencia de Trump es aborrecible. Ni tan siquiera hay que enumerar sus desmanes, suficientemente explícitos y publicitados por él mismo, déspota analfabeto y ególatra. Sus fechorías más conocidas, apoyo a Netanyahu en la masacre criminal de Gaza, redadas de emigrantes, aranceles tan arbitrarios y soeces como los impuestos a Brasil por juzgar a su amigo Bolsonaro, qué desfachatez, qué injerencia en la justicia de un país soberano, no debe ocultarnos la oscura ejecución de una política social demoledora contra los derechos de los menos favorecidos, la cultura o la destrucción de las mejoras sociales que lograron los miles y miles de norteamericanos que lucharon para imponer el avance de la democracia. Trump es un salvaje, un malhechor violento que destroza todo lo que toca. Hay que luchar contra él y contra todos los que le apoyan y vitorean, en Texas, pero también en Madrid o Murcia.

Al pozo de los indignos.

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