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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

Frenen, hagan el favor, a ese salvaje que se llama Donald Trump

Detalle de un cartel en la jornada de protestas antigubernamentales contra la Administración Trump y denominada "No Kings" ("No queremos reyes"), este sábado, 18 de octubre, en el centro de Chicago (Illinois, EE.UU.). EFE/Cristóbal Herrera
20 de octubre de 2025 21:53 h

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Por fin, suenen pífanos, bombos y platillos, que el domingo traían los periódicos una noticia que levanta el ánimo y nos devuelve la color al rostro, ay, tan macilento que lucíamos como resultado de las miserias que nos acongojan. Esto decían papeles y digitales: “Cientos de miles de manifestantes toman las ciudades de Estados Unidos para protestar por la deriva autoritaria de Trump”. Bueno, se dice uno a sí mismo un punto satisfecho, parece que algo se mueve y el monstruo naranja va a tener que andar con algo más de cuidado. La respuesta de Trump, un video hecho con inteligencia artificial en el que él mismo, autocoronado rey, lanza toneladas de mierda –tal cual- sobre los manifestantes. En The New York Times, M. Gessen lo ve con nitidez: “El presidente Trump está rehaciendo el país a su imagen: tosco, duro, innecesariamente cruel”.

Ocurre que como es lógico, a nosotros nos interesa más el Trump que ha irrumpido en la política internacional como un burro desbocado. ¡Hay tantas y tantas brutalidades que citar en tan poco tiempo de mando en la Casa Blanca! Tomemos Venezuela y la ejecución porque sí, porque a él se le antoja, de tripulantes de lanchas que vaya usted a saber si son narcotraficantes o pescadores de corvina, camarón o payara, que ninguna prueba han aportado los sanguinarios militares estadounidenses del grado de delincuencia de los abatidos. Por no hablar de la autorización a la CIA de practicar misiones clandestinas en el interior del país sudamericano. Y ahora, además, Colombia, que el señorito ha decidido llamar narcotraficante a su presidente Gustavo Petro y amenazarle con penas sin cuento como un matón de barra de bar. ¿Otra vez la muerte, los asesinatos, la desestabilización en su patio trasero de regímenes que no gustan al tío Sam? ¿Arbenz y Guatemala? ¿Cuba y bahía Cochinos? ¿Nicaragua de Somoza, Chile de Pinochet, Argentina de Videla? Qué vergüenza, qué tipos salvajes, esa terrible vuelta a tiempos negros como el carbón que ya creíamos olvidados. 

Permitan al Ojo una inocente pregunta: ¿dónde está la solemne Organización de Estados Americanos, tan celosa siempre de que los gobiernos de izquierdas aparezcan limpios como patena, so pena de enviarles al infierno, como hizo con Venezuela, a la que expulsó con deshonor? Les cuento los fines de esta importante Organización que reúne a 34 países miembros, donde están Estados Unidos, Canadá, México o Brasil; “Trabajar para fortalecer la paz, seguridad y consolidar la democracia, promover los derechos humanos, apoyar el desarrollo social y económico favoreciendo el crecimiento sostenible en América”. Y ahora, les informo de su Secretario General: Albert Ramchand Ramdin, de Surinam, antigua Guayana Neerlandesa, el país más pequeño de América, apenas 164.000 kilómetros cuadrados, con una población de 630.000 personas, menos que la ciudad de Zaragoza.  

Más cerca. Cómo no referirnos a sus groseras amenazas a España por la contribución a la OTAN. ¿Cómo se atreve este ridículo fantasmón multimillonario, ebrio de egolatría, a chantajear a países soberanos, o pones el dinero que a mí se me antoja en gasto para comprar armamento a Estados Unidos, la pela es la pela, o te subo los aranceles a La Española, una aceituna como ninguna, rellena de rica anchoa? Es un gánster y un bocazas. Bien es verdad que puede serlo porque hay países en Europa, muchos, no nos engañemos, de los que conforman la UE, esa vergüenza que preside la inane Von der Leyen, ayudados por el secretario general de la OTAN, el limpiador de zapatos de Trump, Mark Rutte, incapaces de plantar cara a esa deriva neofascista. Claro que tampoco aquí el PP o Vox, tan patriotas, tan de envolverse en la bandera de España, España, España, tienen la decencia de decir mu, por ejemplo, al de las griferías de oro. ¿Apoyar al Gobierno? Antes muertos que sencillos, que tanto les da si se pisotea la dignidad de la nación española, tan idolatrada por ellos, que siempre será mejor pasar ese amargo trago que hacer un gesto que alguien pudiera interpretar como que Feijóo o Abascal, vade retro, se acercan a Sánchez. 

Decíamos que a los españoles, a los europeos, nos preocupa más la política exterior de este pato Donald sin gracia, pero los destrozos en el interior son aterradores. Las redadas de emigrantes, por ejemplo, superan cualquier acto xenófobo que podamos imaginar. Un juez federal, William Young, que fue nombrado por Ronald Reagan, ya me dirán ustedes su izquierdismo, dictó una sentencia la semana pasada de 161 páginas sobre el hecho de que los agentes del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU.) vayan enmascarados a efectuar esas redadas. Es demoledor. Se cubren, dice el juez, “por una única razón: aterrorizar a los estadounidenses para obligarlos a callar”. Y sigue: “En toda nuestra historia nunca hemos tolerado una policía secreta armada y enmascarada”, y comparó a los agentes que envía Trump con “cobardes forajidos y el despreciado Ku Klux Klan”. 

Como ustedes saben, los desmanes internos se multiplican. Persecución judicial de sus enemigos personales, intento de ahogo de las universidades más prestigiosas del país, ocupación de ciudades regidas por dirigentes demócratas, injerencia en los medios de comunicación o, dato terrible, ver cómo su fortuna personal, utilizando todos los recursos de la Casa Blanca, se dispara: de 4.400 a 7.700 millones de dólares desde que es presidente. Y más, y más, y más. Por eso no es de extrañar que medios como la CNN, The New York Times o Associated Press hayan rechazado de forma tajante la nueva política restrictiva del Departamento de Defensa de Estados Unidos impuesta por el loco secretario de la Guerra Pete Hegseth, aquel que no se lavó las manos en diez años. Para matar los gérmenes, aducía el muy animal.

Aplaudíamos una buena noticia, pero la alegría dura poco en la casa del pobre: Netanyahu –¡ay, la idiosincrasia del alacrán!- ha vuelto a ordenar bombardeos de Gaza y cortes de material humanitario utilizando un motivo nimio. Sabíamos, y así lo escribimos aquí la semana pasada, que la pomposa paz de esos delincuentes, Trump y Netanyahu, Netanyahu y Trump era pura farfolla. Esto ni tan siquiera es una tregua, es una mentira a la que nunca se pondrá fin sin la unión real y efectiva de los países que aún creen en la decencia, porque ese debilísimo alto el fuego lo romperá Netanyahu una y otra vez según le venga en gana por intereses internos. Al tiempo. La cuerda es mía y tiro de ella cuando me da la gana. 

¿Echan de menos que hablemos de nadas como Feijóo, de gentes de malos adentros como la polímata Díaz Ayuso, conocida en sus tiempos como la reina del vermú, de arrojados y pintureros como Abascal, Santiago y cierra España, de chuscos amigotes como Ábalos y Koldo? Pues verán, es que el Ojo anda hoy muy cansado de estos atrabiliarios personajes que nos comen demasiado seso, demasiado tiempo. Sí podemos confirmar que esta semana ningún juez –de esos que no hacen política, ¿cómo pueden pensar tal cosa?- ha encontrado asuntillos punibles y dignos de ser arrastrados hasta el banquillo entre los primos, segundos y terceros, de Pedro Sánchez, y ni siquiera de Begoña Gómez, una vez pasados por el escáner cuñados, tíos, padrinos y asistentes a su boda, que si allí estaban sería por alguna oscura razón. Pero no se desanimen, que ellos siguen buscando. Con determinación.

Fíjense, en cambio, que parece interesante, ya sé, ya, el último movimiento del PP de oponerse a las nuevas medidas propuestas por el Gobierno para los trabajadores autónomos, casi tres millones y medio. Son muchos. Y digo que me place esta posición del PP porque quizá signifique que a partir de ahora se van a interesar por las cosas de verdad, por las que afectan a los ciudadanos, por los que una oposición política seria y responsable debe pedir cuentas a cualquier gobierno que tenga enfrente. Y ese Gobierno, responder con datos y razones a los motivos por los que ha hecho esa nueva propuesta de cotizaciones. Y por qué la ha variado después, en la táctica señera del globo sonda. Es una pena, por cierto, que este tema de los autónomos se haya encerrado en una absurda guerra protagonizada por la derecha extrema como banderín de enganche liberal contra los impuestos y el gobierno, cuando su voto interesa a todos. También al PSOE, obviamente. Pero en fin, es ahí, en las cosas de comer, donde queremos ver pelearse a Feijóo y a Sánchez y que gane el mejor. Por cierto, para que no le cuenten milongas sobre este pretendido aumento confiscatorio, lean el artículo de Ignacio Escolar. Así que señores del gobierno y la oposición, salgan del lodo, del estiércol, abandonen el insulto y la degradación democrática y ocúpense de la realidad de los ciudadanos. Como la vivienda. O el IPC. O la sanidad –esos cribados asesinos de la Junta andaluza- o tantas y tantas cosas que hay que solucionar. 

No crean que el Ojo se ha vuelto monjil y de pronto, quizá por milagro de la paloma, cree en la buena voluntad de unos y otros y que confía en que Tellado, un suponer, deje de comerse los niños crudos. Qué va. Era una ensoñación, que este otoño viene como viene y hasta nos trae una inmensa obra literaria de Juan del Val, cuánta inteligencia derrochada en El Hormiguero.

Adenda. Resulta que los accionistas del Banco Sabadell han rechazado la OPA del BBVA, ese banco surgido de un conglomerado creado por aquel inefable señor que se llama Francisco González y al que Aznar le regaló el Banco Hipotecario para que desde allí, privatización de Argentaria primero, maniobras sutiles contra el Banco de Vizcaya después, se hiciera inmensamente rico, aunque ya tenía sus buenos cuartos ganados en FG Inversiones Bursátiles. Bien. Cómo dudar de la importancia de la noticia, pero uno no deja de ver a esos ciudadanos que cogen el metro todos los días a las siete de la mañana abrir los ojos ante esos grandes titulares y, estupefactos, no dejan de preguntarse: ¿Y a mí qué carajo me cuentan Torres y Oliu? ¿Es esa la gran noticia que más interesa a las damas y caballeros que aún compran el periódico en el quiosco o abren su suscripción en la tableta o el teléfono? 

Deberíamos hacérnoslo mirar. Los periodistas, digo. 

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