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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

Políticos, técnicos y animalistas: encuentros en la tercera fase

Vitoria-Gasteiz ha acabado con las tradicionales y crueles carreras de burros. Foto: ATEA

Kepa Tamames

Con frecuencia se nos pregunta acerca de cuál es la fórmula más eficaz para la lucha cotidiana en favor de los animales. Siempre respondemos lo mismo: no lo sabemos con absoluta certeza. Pero nuestra experiencia (de varias décadas) nos apunta que el cambio de mentalidad resulta crucial en todos los sentidos. Y quizá de manera particular si se da en el ámbito administrativo-gestor: políticos + técnicos.

Acaso en una primera fase haya que hacer visible la escalofriante problemática animal, a través de los medios de comunicación (gratis total) y de cuantas vías tengamos a nuestro alcance. Cuando advirtamos que la 'cuestión de los animales' ha madurado lo suficiente, y que ya no es entendida por muchos como una excentricidad emocional de cuatro chiflados, podemos pensar en la segunda.

Consideramos que ha de hacerse un especial esfuerzo por crear espacios comunes compartidos por las distintas administraciones públicas (sobre todo ayuntamientos) y entidades animalistas. Hay quien las denomina 'mesas de trabajo', y la etiqueta parece apropiada. Son dichos escenarios donde mejor se trasladan pareceres, disconformidades y propuestas. Seguro que al principio todo serán discrepancias (¡o no!), pero el manejo de los recursos y de las estrategias de cada cual hará sin duda avanzar el proceso, y se percibirán luces más pronto que tarde, con los beneficios que ello reportará a los animales.

El ejemplo de Vitoria-Gasteiz es paradigmático. Se comenzó con una de esas 'mesas de trabajo', y de ahí salió una Ordenanza Municipal consensuada que, entre otras cosas, prohíbe la presencia de animales silvestres en los circos, así como la amputación estética en los animales. También la exhibición de animales en los escaparates de las tiendas del ramo (por evitar la nefasta compra compulsiva) o su uso en eventos urbanos. Y, como digno colofón, el Consistorio se comprometió, negro sobre blanco, a crear un Consejo de Convivencia, Protección y Defensa de los Animales (hoy se llaman Elkargunes: espacios de encuentro), donde ya participan numerosos representantes políticos, técnicos y sociales. Ahí estamos los animalistas, por supuesto, evaluando si conviene ir por aquí o por allá, o si en determinadas situaciones merece la pena dejarse algunos 'pelos en la gatera' para salvar el pellejo completo. Porque nadie dijo que esto fuera sencillo.

Dicho foro de debate (y acuerdos) es la 'tercera fase' del recorrido. Ahí aprendemos todos, y por ello tienen bien merecida mi particular etiqueta: 'encuentros de coaprendizaje'.

Gracias a este contexto se logró recientemente acabar con una carrera de burros con más de medio siglo a sus espaldas (las de los pobres pollinos), o la eliminación definitiva de animales vivos durante el Mercado Medieval. Y las corridas de toros en la ciudad agonizan lenta pero inexorablemente.

Políticos y técnicos saben ahora que 'los animales importan', y que cada vez importan más a un sector mayor de la sociedad. ¡Empieza a resultarles normal oír hablar de derechos animales! Supongo que no es poco…

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

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