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Una montaña en el ecuador

16 de enero de 2024 12:42 h

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La segunda montaña más alta de África, el monte Kenia (5.199 metros), se localiza muy cerca del centro geográfico del país del mismo nombre, en la confluencia de las provincias Central y Oriental, y a 150 kilómetros de Nairobi, la capital. Se trata de un estratovolcán extinto formado por rocas basálticas y su altitud es considerablemente inferior a la del vecino Kilimanjaro (5.891 metros). Esta diferencia obedece al período en el que se formaron y a la erosión ocasionada por el hielo, los elementos y el paso del tiempo en cada uno de ellos. Mientras que el primero tiene una edad aproximada de 3.000.000 años, el segundo apenas alcanza los 600.000. Por otra parte, es preciso subrayar que esta montaña cuenta con una cima principal llamada Batian (5.199 metros) y una constelación de cumbres subsidiarias entre las que destacan Nelion (5.188 metros), Coryndon (4.960 metros), Lenana (4.985 metros) y Thomson (4.955 metros). La más frecuentada es la punta Lenana porque su ascensión no requiere conocimientos específicos ni el uso de material de escalada.

El monte Kenia no solamente preside las tierras altas de Kenia, sus dominios e influencia se extienden por el norte, hasta Etiopía; por el oeste, hasta los grandes lagos y las montañas Virunga y Ruwenzori; por el sur, hasta la frontera tanzana y el Kilimanjaro y, finalmente, por el este, hasta el Índico. A sus pies residen varias comunidades indígenas entre las que destacan los kikuyu, embu, masai y akamba. Cada una de ellas emplea un término diferente para referirse a él. Los kikuyu le llaman Kirinyaga; los embu, Kirenia; los masai, Ol Donyo Eibor y, finalmente, los akamba, Kiinyaa. Estas diferencias son más aparentes que reales porque todos estos topónimos, salvo el utilizado por los akamba, aluden a su blancura o brillantez, es decir, a la nieve que ocasional o permanentemente cubre sus laderas. Otro tanto sucede con el significado que le otorgan. Todos ellos sostienen que el monte Kenia es la residencia de Ngai – Enkai, el dios supremo, el creador de todo cuanto existe sobre la faz de la Tierra.

La biodiversidad existente en sus laderas se debe tanto a su ubicación junto a la línea del ecuador como a los ocho hábitats diferenciados que pueden apreciarse en las mismas y que son fruto de la orientación y la altitud. Para proteger esta riqueza, en 1949, las autoridades coloniales decidieron demarcar un espacio de 715 km2 con el fin de crear un parque natural, el Parque Nacional del Monte Kenia. Más tarde, la UNESCO delimitó 705 km2 adicionales para convertirlos en Reserva de la Biosfera y, finalmente, en 1997, el mismo organismo unificó ambos espacios declarándolos Patrimonio de la Humanidad.

La primera ascensión al Batian, la cota más alta de todo el conjunto, se produjo en agosto de 1899. Fue protagonizada por un geógrafo británico llamado Halford John Mackinder y dos guías profesionales naturales del valle de Aosta, Cesar Ollier y Joseph Brocherel. Tres décadas después, en 1929, los inefables Eric Shipton y Bill Tilman se anotaron la travesía de la arista que separa la cumbre principal de la punta Nelion. Sin embargo, la mayor gesta de cuantas han tenido lugar en sus laderas se produjo durante el invierno de 1943 y fue protagonizada por una cordada italiana compuesta por tres miembros: Felice Benuzzi (Viena, 1910 – Roma, 1988), Giovanni Balletto (Génova, 1906 – Moshi, 1972) y Vincenzo Barsotti (Lido di Camaiore ¿?).

El valor de su ascensión apenas guarda relación con el hecho en sí; lo verdaderamente significativo fueron las circunstancias tan especiales en las que produjo ya que los tres integrantes del grupo formaban parte de un contingente de reclusos italianos que a la sazón se hallaba confinado en un penal británico enclavado en Nanyuki, a los pies del monte Kenia. Al parecer, el responsable o instigador del plan fue Felice Benucci que, a pesar de contar con cierta experiencia montañera, jamás se había enfrentado a una cima de semejantes dimensiones. Los preparativos de la fuga se prolongaron durante varios meses, hasta que lograron reunir suficientes provisiones y fabricar el equipo que pensaban utilizar en la escalada (crampones, piolet, cuerdas, material de acampada…). La huida se inició la noche del 24 de enero de 1943 y finalizó dieciocho días después, el 10 de febrero, cuando los evadidos regresaron a su lugar de detención para entregarse al comandante del campo. Ése fue el tiempo que emplearon en cubrir la distancia que les separaba de su objetivo y regresar al punto de partida en donde fueron castigados con 28 días de confinamiento en solitario que más tarde quedaron reducidos a 7. Ni su sacrificio ni su aventura fueron en vano porque tanto Benucci como Balletto lograron hollar la punta Lenana en la que, por cierto, depositaron una botella con su correspondiente mensaje como prueba de su hazaña.

La carrera de Benucci no se detuvo, ni mucho menos, en ese punto. Tras su repatriación en 1946 desarrolló una fecunda carrera como abogado y diplomático, y en 1947 publicó un libro titulado Fuga sul Kenia en el que describe con todo lujo de detalles las peripecias que rodearon su accidentada expedición. Algunos años después, en 1952, la obra fue traducida al inglés bajo el nombre de No picnic in Mount Kenya: the story of three P.O.W.s' escape to adventure y, más tarde, en 1994, se convirtió en la película The Ascent (La ascensión) dirigida por Donald Shebib y protagonizada por Vincent Spano, Ben Cross y Rachel Ward.

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