Un bombero grancanario, en medio de la tragedia
Fernando García tiene 34 años y nació en Moya (Gran Canaria). Desde hace 9 años es bombero de AENA en distintos aeropuertos españoles. Su último destino, Barajas. El día 19 de agosto volvió de sus vacaciones y el 20 se incorporó al trabajo, en concreto, al parque satélite de bomberos que se encarga de dar cobertura a las pistas de despegue, situado justo al lado de la T4.
Cerca de las tres de la tarde sonó la sirena. Los ocho efectivos de la estación se prepararon para asistir a un nuevo incidente, ninguno de ellos pensó que se podría tratar de un accidente aéreo de tales dimensiones. “Comenzamos a ver la columna de humo; algunos pensaron que no se trataba de un accidente real sino que era un simulacro”, relató García.
Una vez que esta primera dotación de bomberos llegó a la zona de la tragedia, “lo primero que pensé es que no podía sobrevivir nadie”. Actuaron con rapidez. Una valla les impedía llegar hasta el avión, la cortaron con una cizalla y con los camiones tiraron sus postes. “Nos dividimos en tres grupos, mientras algunos apagaban el fuego, yo y dos compañeros más nos dirigimos hacia la zona del río”. En ese triste camino lo primero que vieron fue una turbina incendiada del avión entre los árboles, “y a medida que nos acercábamos a la aeronave comenzamos a escuchar voces de auxilio; eso nos impactó muchísimo”. Fernando García se fue directamente a sacar a la gente y aunque había mucho fuego se quitó el chaquetón y el casco para trabajar a brazo descubierto, con mayor agilidad.
“Aunque estaba viendo barbaridades, no pensé en nada de lo que veía, sólo quería sacar a esa gente que estaba pidiendo ayuda”. Les cortaban el cinturón, les desatascaban las piernas, los ponían en una camilla y la línea de atrás los sacaba; “y otro”.
“Al decirme un pasajero tengo fatiga supe que eran canarios”
Fernando dice que cuando llegó al lugar no sabía ni de qué aerolínea se trataba, “no parecía ni un avión”. Vio retazos de la imagen corporativa de Spanair esparcidos por el suelo. Vio aletas y gafas de buceo y la imagen de una playa invadió su mente. “Pensé en las veces que había cogido un avión para ir a Canarias”. Por sus brazos pasó un joven que le dijo: “tengo fatiga”; en ese momento, supo que el avión se dirigía al Archipiélago, “ese acento es típico de Gran Canaria”, pensó.
Durante tres horas ese primer grupo de ocho bomberos, de la misma forma que el resto de efectivos que se incorporaron minutos después, trabajaron a destajo para poder salvar alguna vida. Por sus brazos pasaron esos 18 heridos que ahora están hospitalizados en distintos centros sanitarios de Madrid. Pero no pueden borrar de sus cabezas lo que vieron. Según el relato de Fernando, algunos que mantenían la consciencia estaban noqueados, otros gritaban de pánico. “Me llamó la atención una chica que estaba consciente pero no decía nada, sólo nos miraba y esperaba que le quitáramos otros cuerpos de encima, sólo cuando la pusimos en la camilla gritó de dolor”. Era una de las azafatas.
No querían abandonar el lugar del siniestro, a pesar del cansancio y de los refuerzos de AENA y la Comunidad de Madrid, la unidad de bomberos, los primeros que llegaron al maldito lugar, no querían marcharse. Al final cedieron y regresaron al parque satélite pero antes pasaron a repostar los vehículos ya que “a veces las desgracias no vienen solas”. Esta dotación de bomberos terminó su turno a las siete de la mañana del día 21 de agosto, después se marcharon a sus casas.
El desconcierto de Fernando
“Estoy caminando sobre un alambre, por momentos estoy bien, pero cuando me salgo de ese alambre, me echo a llorar”. De esta forma describe Fernando sus sensaciones. Sus palabras entrecortadas denotan la confusión en la que está inmerso este bombero que nunca pensó vivir una situación tan dramática. “Me siento peor cuando me acuerdo que son paisanos míos, esa gente no estaba allí para aquello, tuvieron muy mala suerte”.
Fernando ha tenido que solicitar una baja médica, tiene una contractura lumbar y dorsal. El lunes regresará a su puesto. Se siente orgulloso de pertenecer al cuerpo de bomberos de AENA, de su trabajo y el de sus compañeros, por eso ha contado a los medios de comunicación su historia.