Un paseo por Canary Wharf, la nueva milla de oro de Londres
El Río Támesis deja atrás el centro de Londres y describe dos grandes curvas en forma de ese antes de empezar a morir en su estuario marino. El trozo de tierra que queda en medio de este enorme meandro recibe el poco poético nombre de Isla de los Perros. El origen del nombre es confuso: algunos dicen que se debe a las horcas que se instalaban a orillas del río a modo de ejemplo para los que remontaban el río camino de la city o los que la abandonaban (una costumbre que se mantuvo hasta finales del XIX en la vecina Greenwich. Otros aseguran que se debe a que en estos terrenos, antes pantanosos y cubiertos de árboles, se criaban los perros de caza del rey inglés. Sea como sea, la Isla de Los Perros fue, hasta hace pocas décadas, un lugar poco atractivo lleno de instalaciones portuarias, almacenes y escombreras dónde se mezclaban marineros, mendigos, prostitutas y personajes siniestros como el mítico Jack el Destripador, que tenía en la cercana Whitechapel el macabro escenario de sus crímenes. Esta fue siempre una zona portuaria y los viejos ‘Docks’ aún marcan la fisonomía de un lugar que hoy es la más densa y exclusiva zona residencial y de negocios de Londres.
Canary Wharf (el muelle canario) ocupaba el extremo norte de la isla y fue, durante siglos, el eje de comunicación por mar de Inglaterra y las Islas Canarias. Los afamados vinos canarios, elogiados por el mismísimo Shakespeare, fueron el primero de los productos que vincularon a la capital británica y las islas españolas: plátanos, tomates, cochinilla… hasta los primeros turistas que llegaron a las islas en el XIX para descansar al sol salían de estos muelles. El Museo de los Muelles de Londres (Warehouse 1, West India Quay; Tel: (+44) 20 7001 9844) es uno de los mejores de toda la ciudad. El eje de su discurso es el río y su relación con la ciudad: desde la fundación de Londinium por los romanos al comercio atlántico pasando por la esclavitud y hasta por Jack el Destripador. Visitarlo es imprescindible para entender el espacio: porque nada tiene que ver el Canary Wharf de nuestros días al que era antes de los años 90 del pasado siglo.
Subir a la superficie desde Canary Wharf Station.- La mejor manera de llegar a la zona es a través del ‘tube’ (Línea Jubilee –color gris-) o el DLR (Docks Ligth Railway con conexión desde Tower Gateway). La estación del metro es ya toda una declaración de intenciones: un espectacular recinto a casi 40 metros de profundidad diseñado por el famoso arquitecto Norman Foster conectado con el exterior mediante una escalera que sube rodeada por una espectacular estructura de acero y vidrio. Es brutal. Saldrás a la calle por Jubilee Place, un pequeño jardín de carácter vanguardista rodeado de enormes rascacielos que no es otra cosa que el techo de un enorme centro comercial. Canary Wharf es, junto a la City, el centro de negocios de la capital. A dos pasos de la salida del metro se encuentra Canada Square; aquí se yerguen tres de los edificios más altos de Europa: el One Canada Square; la sede del HSBC y el City Group Center. Los edificios están destinados, en su mayor parte, a oficinas y centrales corporativas, pero hay también tiendas, restaurantes y pubs que se llenan cuando termina la jornada laboral.
Arquitectura en mayúsculas. Para nosotros, el lugar más impactante de todos es el Crossrail Place Roof Garden (Acceso desde Canada Square por Upper Bank y Adams Place) una verdadera proeza de madera, acero y cristal que ‘flota’ sobre las aguas de North Dock y alberga un jardín botánico en su interior y que se hizo sobre un antiguo cruce de vías ferroviarias. El lugar también lleva la firma del genial Norman Foster y es otro gran templo de la city destinado al consumo; el jardín (especializado en especies tropicales) es sólo la corteza de un enorme complejo que incluye cines y tiendas. Este es un lugar centrado en los negocios. Y no es de extrañar que precisamente Canary Wharf se haya convertido en un verdadero templo del capitalismo: desde aquí se comerció con medio mundo desde el siglo XV: aquí se forjó la potencia comercial británica. El barrio cambia a cada rato. Ya verás como las grúas dominan el cielo levantando nuevos iconos a una velocidad brutal. Si eres un amante de la arquitectura ándate hasta la costa de Blackwall y alucina con los edificios de New Providence Warf.
Camino de Greenwich.- el extremo de la Isla de Los Perros apunta a la otra orilla del Támesis. Al norte, los docks de la Londres del libre comercio alrededor del mundo; al sur la academia histórica de la Royal Navy, la otra pata del poder global inglés. Si te gustan las excentricidades puedes visitar Mudchute Park and Farm (Pier Street; Tel: (+44) 20 7515 5901), una granja de 13 hectáreas en medio de la ciudad dónde puedes ver animales y huertos. El DLR llega hasta el extremo sur de la isla en la estación de Island Gardens. Toma Ferry Street hasta la orilla del río para ver una de las maravillas de la ingeniería londinense de principios del siglo XX: los foot tunnels. Esta pasarela subterránea se construyó en 1902 y permite cruzar el río (la longitud es de casi 400 metros) bajo el cauce. La salida del túnel se encuentra junto al Cutty Shark (King William Walk; Tel: (+44) 20 8858 4422), uno de los tantos barcos míticos convertidos en museos que pueden visitarse a lo ancho y largo de este país que tan bien mima su historia. No es un mal sitio para iniciar una visita al barrio de Greenwich, pero eso ya es otro cuento.
Fotos bajo Licencia CC: John Mason; Winniepix; chas B; David Skinner
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