Aragón se mira en el espejo electoral de Extremadura: las encuestas dibujan el mismo patrón para los comicios del 8F
Extremadura ha abierto este mes el carrusel de elecciones autonómicas en España, que tendrá como siguientes capítulos Aragón, Castilla y León y Andalucía. Y, al menos en el caso aragonés, los sondeos de cara a los comicios del 8 de febrero dibujan un patrón con grandes similitudes: un PSOE que se arriesga a caer a su suelo histórico, un Vox disparado y un PP que, salvo sorpresa, solo podrá pactar con la extrema derecha.
Lo llamativo es que ambas comunidades presentan modelos electorales diametralmente opuestos: frente al equilibrio provincial en Extremadura y una barrera de entrada más alta para los partidos (5%), en Aragón se mezcla una circunscripción –sobre tres en total– con el 70% de los electores y casi la mitad de los diputados, y una barrera del 3%, lo que facilita el acceso a partidos de carácter local.
Y, pese a estas premisas, los resultados a los que apuntan las encuestas más recientes en los comicios aragoneses no se alejan mucho de lo que dejó este 21 de diciembre.
Así, el PP subiría porcentualmente en voto de forma destacada, por encima del 40%, aunque como en Extremadura la traducción en escaños sería menos acusada: la media de los sondeos prevén que el presidente aragonés, Jorge Azcón, pase de los 28 diputados actuales a 30, lejos de los 34 que marcan la mayoría absoluta –las Cortes están compuestas de 67 escaños, frente a los 65 en Extremadura–.
Enfrente, el PSOE de Pilar Alegría se arriesga a caer hasta su suelo histórico, los 18 representantes que obtuvo Javier Lambán en 2015, aunque entonces el contexto era muy diferente, con Podemos en su punto álgido y 14 diputados. Las encuestas otorgan a los socialistas una media de 19 escaños (y un 26,2% de votos), aunque las horquillas abren ya la puerta a que una mala campaña le pueda llevar hasta los 17.
El más beneficiado por el adelanto electoral en Aragón sería sin ninguna duda Vox, que aumentaría su representación en más de un 50% al pasar de los siete diputados actuales a una media de once (y un 15% de los sufragios). La extrema derecha se convertiría de este modo en un actor político clave para cualquier acuerdo que quieran impulsar los populares en la comunidad. Como ha sucedido en los dos últimos años, pero ahora con mucha más implantación en las tres provincias.
A continuación, un partido progresista y aragonesista como CHA, que mantendría los tres escaños que tenía en la legislatura pasada, y además con un porcentaje de voto en torno al 5%, como en 2023. Aliado entre 2015 y 2023 de los socialistas en el Gobierno regional de Javier Lambán, en este caso la suma se quedaría muy lejos de cualquier aritmética política.
En quinto lugar figuraría Aragón-Teruel Existe, también en parámetros similares a hace dos años y medio: tres diputados y algo menos de un 4% de voto, aunque concentrado en la provincia meridional. Este resultado cerraría la puerta al acuerdo soñado por Jorge Azcón: un pacto entre el PP y A-T Existe que libre a los populares de tener que negociar con la ultraderecha.
Izquierda Unida doblaría su representación y pasaría de un escaño a dos, aunque penalizado por capitalizar el voto en la provincia de Zaragoza, donde más esfuerzo se necesita para obtener un diputado. Finalmente, Podemos mantendría su escaño, aunque con una caída porcentual que le dejaría al borde de perderlo.
Y aquí es donde entran las cábalas sobre un posible acuerdo entre estas dos últimas formaciones, ya que el último de los sondeos hechos públicos, el de A+M para el grupo Henneo, otorga a la eventual coalición –la misma que se ha dado en Extremadura– hasta cuatro diputados, uno más que por separado.
Lo que nadie contempla ya, y más tras las últimas declaraciones, es un gran pacto entre CHA, Izquierda Unida, Podemos y Sumar –que no tiene implantación en Aragón–, con lo que es una incógnita el rendimiento que podría tener ante las elecciones del 8 de febrero.
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