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Los socios ven insuficientes los gestos de Sánchez y le reclaman una reacción ante la debacle en Extremadura

Pedro Sánchez y Yolanda Díaz en la foto de familia tras los cambios en el Gobierno.

Irene Castro

23 de diciembre de 2025 21:53 h

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El Gobierno respiraba con alivio este martes ante el horizonte de un parón navideño al que llega sin fuerzas, agotado ante su debilidad parlamentaria y derrotado en las urnas en Extremadura, donde PP y Vox han sumado un 60% de los votos. Aunque en Moncloa sostienen que esos resultados no son extrapolables a otros comicios, justo cuando continúa el ciclo electoral en Aragón, Castilla y León y Andalucía sin expectativas para la izquierda, la alarma ha sonado en las federaciones socialistas y también ha puesto en alerta a los socios de la coalición, que exigen a Pedro Sánchez que reaccione. Todo lo contrario a lo que creen que está haciendo.

La relación en el seno del Gobierno estaba tocada antes de que se abrieran las urnas en Extremadura. La concatenación de casos de corrupción y la suma de denuncias de acoso contra dirigentes del PSOE llevaron a la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, a dar un golpe en la mesa. La líder de Sumar en el Ejecutivo exigió una remodelación del Gobierno que Sánchez descartó de inmediato bajo la premisa de que está contento con la gestión de todos sus ministros. Ante esa negativa, el PSOE y los partidos de Sumar mantuvieron una reunión el viernes pasado en la que no llegaron a ningún acuerdo concreto, pero el socio minoritario lanzó una advertencia: “La persistencia en este bloqueo a la legislatura pondría en riesgo el acuerdo de investidura”.

Además de un cambio de caras, Sumar reclamaba un impulso a la acción del Gobierno, con iniciativas como la prórroga de los contratos de alquiler que vencen en 2026 o la prestación por crianza. El Gobierno ha aprobado un macrodecreto en su último Consejo de Ministros del año para prolongar el escudo social, pero ha dejado fuera la exigencia respecto a los alquileres, aunque en Moncloa no descartan que en un futuro puedan llegar a un acuerdo.

En Sumar ven cosmético el cambio de Gobierno que Sánchez ha llevado a cabo para relevar a Pilar Alegría, que concurrirá a las elecciones en Aragón. La exacaldesa de Toledo, Milagros Tolón, se ha estrenado en la reunión del gabinete este martes y también lo ha hecho Elma Saiz como portavoz. “Estamos en un momento político excepcional y lo que hemos visto es que se prefiere optar por una respuesta rutinaria”, dijo la portavoz de Movimiento Sumar, Lara Hernández, sobre el nombramiento de Saiz: “No es una decisión de lectura política del momento, es una huida hacia adelante. No es ningún cambio de rumbo, sino que, para nosotras y nosotros, tiene toda la pinta de ser negación de la realidad”.

“Tras unos comicios en los que el PSOE ha perdido casi quince puntos y ha firmado su peor resultado histórico en la región, parece ser que el presidente decide actuar como si no hubiera pasado nada”, agregó Hernández, que sentenció: “Resistir no puede ser una estrategia, resistir es una renuncia”. En términos muy parecidos se expresó el coordinador general de IU, Antonio Maíllo, que advirtió a Sánchez de que “no es hora del manual de resistencia”, en referencia al libro del presidente, que ilustra su estrategia de supervivencia desde que está en política. “El inmovilismo no sirve”.

Alberto Ibáñez, diputado de Compromís en Sumar, también apuntaba este martes a que el cambio de caras era insuficiente: “Me hubiese gustado que relevasen a algunas ministras a las que yo llevo agenda”. Ibáñez, vicepresidente segundo de la comisión de Vivienda en el Congreso, es el mismo diputado que pidió la dimisión de Isabel Rodríguez en octubre.

Un giro es lo que esperaban en ERC tras al batacazo en Extremadura y no ocultaron su sorpresa ante la decisión de Sánchez de no hacer ni un solo comentario al respecto en la comparecencia sin preguntas en la que anunció los cambios quirúrgicos en el Ejecutivo.

“Pedro Sánchez y el PSOE no están entendiendo nada”, dijo el portavoz de Podemos, Pablo Fernández, que también cuestionó que Sánchez omitiera referencias al “batacazo” en Extremadura en una comparecencia que calificó de “absolutamente infame y lamentable”. “Demuestra que el PSOE no va a hacer absolutamente nada. Ya está arrojando a este país a los brazos de PP y Vox”, apuntó Fernández, que consideró que el PSOE “está muerto”.

Desde EH Bildu, Oskar Matute pidió este martes a la coalición que “se atreva a hacer políticas que las mayorías populares” perciban como medidas que “blindan sus derechos” frente “a las élites”. Sobre el futuro de la legislatura, Matute repitió que su formación “ha dicho por activa y por pasiva” que no permitirá “ni por acción ni por omisión” que la extrema derecha alcance el Gobierno.

Falta de autocrítica

Sánchez, eso sí, dejó claro su intención de seguir adelante. “El Gobierno de coalición progresista afronta esta etapa con ganas, con energías renovadas, con las pilas cargadas y dispuesto a pelear por sacar adelante cada iniciativa con voluntad de diálogo y humildad”, fue el mensaje que dejó. A puerta cerrada, en la reunión de la ejecutiva del PSOE, admitió la falta de movilización del electorado progresista, que atribuyó en buena medida al “juego sucio” de la derecha, y se mostró capaz de recuperar los votantes perdidos en unas generales.

Así, el mensaje de Sánchez a los suyos es que “son más necesarios que nunca” para frenar el crecimiento mundial de la ultraderecha. “Creemos que es importante que el Gobierno de España sea un bastión contra esa ola”, explicaban el martes fuentes gubernamentales. Y a la pregunta de por qué entonces Vox se dispara elección tras elección –y no en detrimento del PP, como hasta ahora confiaban los socialistas–, la respuesta es que “quizás los ciudadanos no están sufriendo las consecuencias de la involución” de esas políticas todavía. “El Gobierno está saliendo al rescate”, dicen en Moncloa sobre asuntos como el aborto o el mantenimiento de servicios públicos, como los bomberos forestales.

Pero el Gobierno se encuentra en una suerte de círculo vicioso en el que pretende combatir el crecimiento de la ultraderecha con un impulso de la agenda social –este mismo martes aprobaron una prórroga del escudo social, el aumento de las pensiones mínimas o el abono de transporte– que vende precisamente como medidas que no serían posibles con PP y Vox en el Gobierno al tiempo que tiene cada vez más difícil sacarlas adelante por su debilidad parlamentaria.

A la espera de un giro de guion de Junts

“Todos los partidos nos miramos y decimos: aquí ni un error, no vamos a desdibujarnos ideológicamente”, admitió el sábado en La Sexta el líder del PNV, Aitor Esteban, que asumió que Sánchez puede pulsar el botón nuclear de convocatoria electoral en cualquier momento. “Desde lo de [Santos] Cerdán, verdaderamente no sabemos cuándo puede haber unas elecciones. Está explorando la demoscopia para ver cuándo convocar. Esto puede pasar”, dijo tras recordar que ya ocurrió en 2023, cuando la derrota del PSOE en las municipales y autonómicas tuvo como consecuencia inmediata el adelanto de las generales. Aquella jugada le salió bien porque pudo mantener el poder contra todo pronóstico.

Sánchez consiguió aguantar en Moncloa gracias al apoyo de Junts por la aprobación de una ley de amnistía que para muchos socialistas supuso un trago difícil y más ahora que Carles Puigdemont ha roto y amenaza con bloquear la legislatura. Sin embargo, en el Gobierno aún confían en que la aplicación judicial de esa medida una vez que se pronuncie el Tribunal de Justicia de la UE, sumado al acelerón que han dado a los compromisos pendientes, puede dar un giro en el guion.

Sin embargo, los socios son cada vez más escépticos y el temor se ha instalado en las filas socialistas, donde contienen el aliento conscientes de que se avecinan varios golpes electorales.

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