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Sobre este blog

Legado Cantabria es un proceso de construcción de la memoria oral a través de las historias de vida de las personas mayores. Tiene como objetivo poner en valor las experiencias, el éxito de la longevidad y el arraigo en el territorio. Participan personas mayores de 70 años que relatan su experiencia vital para ponerla a disposición de las generaciones actuales y venideras.

Este blog recoge en elDiario.es los testimonios audiovisuales que integran el Proyecto Legado Cantabria, impulsado por el Patronato Europeo de Mayores (PEM) y UNATE, La Universidad Permanente.

Ernesto Bustio, memoria de un cura-obrero en el movimiento vecinal de los años 70

El sacerdote Ernesto Bustio.

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Ernesto Bustio Crespo, de 84 años, pertenece a una estirpe de curas-obreros que se forjó en la lucha vecinal y en la solidaridad de los años 70. A cualquiera que se le pregunte en el barrio del Grupo San Francisco, en Santander, cualquiera que tenga ya cierta edad, todo hay que decirlo, no hará falta explicarle qué hizo el padre Ernesto.

Este sacerdote nacido en Güemes, formado en Solsona y que ha trabajado también como pastor y obrero de la construcción, llegó un buen día a la parroquia del barrio San Francisco después de haber pasado por las de Tresviso y Somahoz.

Mala suerte para una constructora que había incumplido sus compromisos con el barrio, mala suerte para un Ayuntamiento que no quería complicarse la vida enfrentándose al sector del 'ladrillo' y mala suerte para el Ministerio de Educación que tuvo que soportar la vergüenza de ver cómo otros, los vecinos con el cura al frente, construyeron la escuela con sus manos, como hicieron antes con la parroquia y como 'okuparon' después locales vacíos de la constructora que destinaron a múltiples actividades ciudadanas.

Ernesto es uno de los protagonistas que ponen voz y rostro a esas vidas de dedicación y constancia que transmiten su experiencia vital a las generaciones actuales y venideras a través del Proyecto Legado, un repositorio de testimonios personales que son vida registrada en soporte audiovisual y custodiado por la Filmoteca de Cantabria y la Fundación Patronato Europeo del Mayor (PEM). Esta última, junto con Unate-La Universidad Permanente, son las impulsoras de una iniciativa que cuenta con la financiación y colaboración de la Consejería de Universidades, Igualdad, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria y de diversos ayuntamientos de la comunidad.

Bustio, que aún sigue en activo en las parroquias de Bareyo y Güemes, recuerda cómo fue a través de la parroquia del Barrio San Francisco como se dotó a la zona de una conciencia colectiva, de una unidad y de una dinámica de trabajo. Al tomar conciencia de su fuerza, los vecinos no dudaron en enfrentarse a las instituciones.

“Llegó un momento en que dijimos 'ya está bien, no nos van a engañar más'. Entonces surgió la idea de urbanizar zonas que habían quedado abandonadas por la constructora. Fue creciendo ese ambiente de lucha, se fue quitando el miedo y se abordó el problema escolar, porque no había escuela en el barrio. Ocupamos un local vacío de 100 metros. De la noche a la mañana, había 44 niños en la escuela. Claro, la constructora nos denunció. Ocho meses después vino el jefe de Policía con 50 agentes y tres furgones para el desalojo. Toda la gente del barrio bajó a la calle y el jefe de Policía, que era un hombre sensato, se dio cuenta de que la gente tenía razón, no legal, pero sí moral”, recuerda Ernesto Bustio.

El barrio se vino arriba y continuó con su particular relación con la constructora. Otros locales fueron ocupados, justificando estas acciones en una compensación por los gastos que se habían tenido que afrontar para el arreglo del barrio. Finalmente, el Ayuntamiento de Santander asumió la deuda. Actualmente siguen los locales vecinales con actividad de todo tipo.

Infancia en Cataluña

Es lo que tiene la edad y los recuerdos: se aviva la memoria cuanto más se remonta en el tiempo y Ernesto Bustio es un claro ejemplo de ello. “Emigramos a una zona textil. Mi padre entró a trabajar en unas minas de carbón, donde trabajó 18 años y, por la silicosis, murió aquí (en Güemes, Cantabria) ya jubilado. Mi madre era obrera textil. Mis hermanas a medida que cumplían 14 años todas empezaron a trabajar en una fábrica textil y yo fui la única oveja negra porque con 11 años me fui a trabajar de pastor a una masía catalana y ahí estuve dos años. En esos dos años no tuve ningún tipo de escolarización pero sí otro tipo de enseñanza y un aprendizaje muy interesante. Hoy sería un delito no escolarizarse”.

Con el idioma de los sentimientos, la gente se entiende

Recuerda que tenía ocho años cuando emigró y que iba a la escuela descalzo. En cierto modo, el salto con 14 años al seminario fue una vuelta de tuerca más a su proceso formativo, en donde acabó descubriendo su vocación altruista.

“El cura del pueblo donde vivía me preparó para hacer el examen de ingreso. El sacerdote que me examinó le dijo a este cura: '¿Qué hacemos con este chico? Sabe muy poco'. Entonces el cura, con sentido común, contestó: 'Apruébelo, ha pasado dos años como pastor en los Pirineos, pero vale para estudiar'. Me aprobaron y aquí estoy”, rememora.

Viajero y hospedero

Bustio es un viajero impenitente. Con su Land Rover, a principios de los 80, viajó durante 27 meses por África y América Latina. Fue lo que él ha llamado el 'Viaje a la universidad de la vida'. De ese viaje y de los 80 países que visitó, y de su trabajo en la industria minera y en el campo, Bustio ha recopilado cerca de 80.000 diapositivas, que configuran un tesoro de experiencias, como esta anécdota que relata:

“En Nicaragua, con la revolución, hace 42 años, se produjo la gran alfabetización del país. Llegué a un pueblo de campesinos con un misionero de Estados Unidos a un poblado en donde alfabetizaban a los nativos. Nemesio tenía cinco nietos y hacía el curso y le pregunté que para qué quería aprender a leer y escribir a su edad; y me miró con extrañeza y me respondió: 'A mí no me sirve para nada, pero que mi esfuerzo ayude a esta juventud a levantar el país'. Eso es una tesis doctoral”. En sus viajes, nunca tuvo problema por no saber inglés: “Con el idioma de los sentimientos, la gente se entiende”.

A su vuelta a Güemes inició otra de las actividades por la que es conocido: Bustio acogió en 1999 al primer peregrino del albergue 'La cabaña del abuelo Peuto', uno de los más singulares del Camino del Norte. Él mismo explica la filosofía de este albergue: “La solidaridad y la colaboración entre mucha gente”.

El gran problema que tenemos es el materialismo en que vivimos. Más, más, más... Aquí estamos de paso y vamos a dejar todo lo que tenemos. Hacemos el recorrido de la vida con el absurdo enorme de ir atrapando, atrapando, atrapando

“Nosotros vivimos muy bien porque hay otros pueblos que viven muy mal”, afirma, para luego añadir que, cuando fallezca, si se cierra el albergue se venderá la casa y el resultado se destinará a países con menos oportunidades económicas.

“El gran problema que tenemos es el materialismo en que vivimos. Más, más, más... Aquí estamos de paso y vamos a dejar todo lo que tenemos. Hacemos el recorrido de la vida con el absurdo enorme de ir atrapando, atrapando, atrapando”, añade.

Su vena viajera y la veta peregrina derivan de su vocación sacerdotal que vivió muy joven, antes de entrar al seminario en Cataluña. En la masía en que trabajaba de niño como pastor, conoció a otros seminaristas y a una monja dedicada a las misiones.

En concreto, la experiencia del albergue de peregrinos data de su primer destino como párroco en Tresviso. Cuando llegó de cura a este municipio en 1963, descubrió “un pequeño albergue en la casa que me prestan para vivir en ella, en donde estuvo la puerta siempre abierta”. Su filosofía, a la hora de acoger a peregrinos, es por lo tanto “la convivencia, la apertura y el sentido solidario”.

Detrás del albergue, del trabajo parroquial, del trabajo vecinal e incluso de su insaciable afán por conocer otras culturas, está un concepto de la vida despojado de materialismo y volcado en los demás. ¿Por qué? “Me parece muy interesante ayudar a ser más personas”, concluye.

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Legado Cantabria es un proceso de construcción de la memoria oral a través de las historias de vida de las personas mayores. Tiene como objetivo poner en valor las experiencias, el éxito de la longevidad y el arraigo en el territorio. Participan personas mayores de 70 años que relatan su experiencia vital para ponerla a disposición de las generaciones actuales y venideras.

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