Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Una reserva de rotondas

Leo por ahí que las consecuencias de los incendios que recientemente han asolado Cantabria se van a dejar sentir durante años. Que la masa boscosa tardará décadas en volver a estar como antes de la tragedia, si es que lo consigue. Que la mejora será paulatina, muy lenta, como suele hacer las cosas la naturaleza. Y que, en estos primeros meses, la situación es poco menos que catastrófica. Que hay un montón de especies animales (aquellos ejemplares que no han muerto calcinados) sin un medio apto para ellas donde desarrollar sus vidas. Que la disminución en el tamaño de algunos montes hará que exista sobrepoblación de cierta fauna en otros, creando un desequilibrio de consecuencias complicadas de predecir. Que, en definitiva, la única certeza de una situación incierta es que estamos ante un drama ecológico.
La verdad es que mi preocupación por el problema es tan grande (debería ser lo habitual, pero vaya…) que no he parado de darle vueltas al asunto. ¿Qué podríamos hacer para solucionar este espinoso tema? ¿Dónde podríamos recolocar a estos miles de animales que ahora están, literalmente, sin refugio alguno? No es cuestión baladí, ¿eh? Así que, piensa que te piensa, acude a mí una idea. Una idea genial. Turística, cool, inteligente (también en inglés), rompedora. Una idea, sí, merecedora de subvención.
Utilicemos las rotondas
Mi razonamiento había sido sencillo, como todos los que hago. ¿Cuáles son los únicos espacios verdes cuya extensión aumenta en Cantabria en los últimos años? Las rotondas. ¿Cuál es la cualidad fundamental de estas rotondas? Su carácter circular con una isleta central que, de tan grande, en ocasiones puede ser declarada espacio natural protegido. ¿Y qué se hace con esa isleta central? Pues la mayoría de las veces poner cosas en medio que quieren ser artísticas (algunas lo son, ¿eh?) y se quedan en caras. Muy caras. Así que aprovechemos el espacio. Traslademos allí a los animales que se han quedado sin hogar tras lo incendios.
A ver, el plan aun no está perfeccionado del todo, pero creo que puede funcionar. Capturarlos no puede ser muy difícil, porque ahora mismo tiene que haber tantos ciervos en la (escasa) Cantabria verde que pastarán con las vacas en los prados del ganadero de turno. Y una vez llevados los herbívoros sus predadores naturales se moverán de forma lógica tras ellos, ¿no? Vamos, digo yo. Habría que habilitar, como mucho, pasarelas de rotonda en rotonda, pero éstas son tas grandes que con dos o tres 'puentecitos' cubrimos el espacio entre la Reserva del Saja y la Bahía de Santander. Y oye, que si se ponen rebeldes los zorros o los lobos los atraemos con alguna trampa (ciertos libros sirven perfectamente como carroña, pregúntenme y les doy títulos) para capturarlos y llevarlos a su nuevo hábitat.
Bien, ya les tenemos a todos en mitad de las rotondas. Ahora, ¿les molestará el tráfico? Según mis cálculos no, porque la distancia desde el centro de la circunferencia hasta el primer carril de circulación es tan grande que los sonidos quedan completamente atenuados.
De todas formas, podríamos aprovechar que en algunas rotondas hay árboles para crear espacios de protección para aves canoras, y así el suave gorjeo de los jilgueros apagaría por completo el ronroneo lejano de los camiones. Y en invierno… ehh… bueno, gorriones siempre hay, ¿no? Más peliagudo podría ser el tema de la contaminación lumínica, porque los pobres animales podrían verse deslumbrados por las luces de neón que llevan algunos coches y que acaban convirtiéndoles en una feria ambulante, en el sentido más estricto de la palabra, ustedes ya me entienden. O, en definitiva, con el trasiego continuo de vehículos, que es algo que al final tiene que acabar agotando la mirada, por muy urogallo que uno sea.
No hay problema, está todo pensado. Operarios de las tres administraciones (estatal, autonómica y local, por no cargar todo el peso conservacionista en una de ellas) se situarán en las entradas de las rotondas para poner orden. Irán vestidos, claro, de tonos verdes relajantes (nada de esos chalecos chillones que te permitirían reconocer a una liebre en mitad de una tormenta de arena), y con ciertas gamas cromáticas adicionales dependiendo de las especies predominantes en la rotonda que custodien (dicen que si a los rebecos les tranquiliza el color gris roca).
Bien, pues estos trabajadores serán los que se aposten para solicitar precaución a los conductores y, sobre todo, que aminoren la velocidad y no se excedan en el uso del claxon. Vamos, una 'turbo rotonda', pero al revés. Aunque a veces se ven cosas en las rotondas supersónicas que ni los perezosos amazónicos, oigan. Pero esa es otra historia. La cosa es que para no perturbar el correcto desenvolvimiento de la fauna local los usuarios del automóvil no podrán hacer adelantamientos bruscos en la rotonda, ni pitar a los lentos, ni cagarse en toda su parentela, que a saber dónde está. Y de esta forma, dos por uno, mejoramos las buenas costumbres, que deben de ser pilar fundamental de una sociedad moderna.
¿Y los niños? ¿Es que nadie va a pensar en los niños? Pues claro que sí, todo está previsto. Los colegios podrán organizar excursiones a las rotondas, donde guías voluntarios (o sea, raros de esos a los que les gustan los animales) les explicarán cómo la biodiversidad se abre paso, y cómo Cantabria se muestra pionera en reajustes medioambientales y acogimiento de refugiados boscosos (ambas marcas registradas pendientes de aprobación por parte del Ministerio correspondiente).
Y, que nadie se me lleve las manos a la cabeza, durante esa primavera que la sangre altera los operarios levantarán unos paneles de metro y medio de altura, absolutamente opacos, para que no se pueda ver lo que ocurre dentro de la rotonda, consiguiendo de esta forma tres objetivos, a saber: mantener la moral impoluta alejando de las miradas potencialmente impresionables el descarado acto sexual de los animales, especialmente esos mamíferos saltarines que todos conocemos; disminuir la ratio de accidentes que sin duda provocaría nuestra natural inclinación al morbo y el voyeurismo, aunque sea zoológico; y reactivar la economía de la región, que se convertiría en primera potencia mundial generando paneles opacos de metro y medio de altura, puesto que cubrir todas las rotondas del proyecto supondría generar varios cientos de miles de kilómetros de ellos…
En fin, yo lo veo claro. Tan solo me queda el último estirón. Pintar bien el proyecto para que quede bonito. Hacerlo atractivo. Agresivo, moderno, hipster. Dejarme barba para las fotos. Citar un montón de influencias sacadas de Wikipedia. Esas cosas. Pero vamos, que la idea es mía, solo mía. Y funcionará.
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